La economía mexicana no creció en el primer trimestre del año. Hacia delante hay tres posibilidades: que lo que vimos en el primer trimestre sea tan solo una piedra en el camino y que volvamos a crecer; que sea el inicio de un estancamiento más prolongado o una racha negativa; o que sigamos estancados, con un crecimiento relativamente bajo, por debajo del crecimiento de la población. Van unos comentarios breves al respecto.
El flaco dato del primer trimestre, cuando el PIB creció -0.2% en base interanual, es la continuación de una tendencia que ya venía desde mediados del año pasado. Prácticamente todos los sectores, salvo la asombrosa agricultura de la economía nacional, presentan un desempeño menguado en los últimos nueves meses, la cifra del primer trimestre entonces no parece ser una mera piedra en el camino sino una fase débil del ciclo. ¿Será prolongada o breve?
La buena noticia es que esta fase suave del ciclo mexicano coincide con un bache económico en los Estados Unidos el cual parece haberse revertido. Las cifras de empleo del mes de abril en EEUU publicados el viernes pasado fueron rotundamente mejor a lo esperado, compensando los datos flacos del mes de febrero que habían enviado señales de recesión en casi todo el mundo.
Aunque un solo dato (y este es el dato más importante), puede no marcar tendencia, la hipótesis de que EEEUU haya entrado en una bache y que esté saliendo del mismo suena plausible. Si eso es así, un rebote económico sincronizado en China, Europa y Asia es factible y con ello México encontraría el terreno fértil para que las cifras suaves que estamos observando en el corto plazo puedan revertirse y retomemos el crecimiento.
El riesgo de que el escenario anterior no se materialice es de tomarse en cuenta. La economía global, empezando por la de EEUU parece estar basculando entre el crecimiento y el estancamiento, no hay una tendencia clara. Cifras sólidas alternan con evidencias de debilidad de una semana a otra, y los mercados de bonos, que nos predictores eficientes del ciclo, no parecen estar muy convencidos de que el crecimiento económico será retomado sólidamente.
Lo anterior se conjuga con el hecho de que las tasas de interés en México son superiores a las de economías con calificación crediticia similar, lo que topa las posibilidades de una recuperación económica sólida y rápida. Junto con temas de incentivos, regulatorios y de procura, el costo del dinero funciona como una freno de corto plazo para retomar el despegue de la economía local en caso de que el ciclo expansivo global regrese con fuerza.
Vemos por ejemplo el comportamiento reciente de las materias primas, quienes ha mostrado un ímpetu inesperado y extendido: no solo los energéticos, también los metales, minerales y productos agrícolas han ascendido sincronizada y uniformemente en meses recientes y han ayudado a exportadores primarios en mercados emergentes a balancear sus cuentas fiscales en el corto plazo y fortalecido sus monedas. México y el peso son un ejemplo claro de ese efecto, pero forma parte de un conjunto de países, como Chile, las naciones árabes, Indonesia, Brasil y Perú, entre otros, en donde la espuma reciente de las commodities ha ayudado a levantar los ingresos fiscales en el corto plazo.
Al menos de corto plazo existen las condiciones para que la economía mexicana acabe documentando los flacos datos del primer trimestre del 2019 como una piedra del camino. Los riesgos sin embargo son de tomar en cuenta, la misma Fed de EEUU ha anunciado que sus decisiones de política monetaria será determinada conforme los datos vayan aclarando el actual panorama: confuso y sin tendencia sólida aparente. Atentos entonces.
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