martes, 27 de agosto de 2019

Allí Viene La Recesión (Nos Guste O No, No Hay Mucho Que Hacer)


La economía global de estos días es un organismo integral: lo que el consumidor estadounidense haga o deje de hacer afecta a la manufactura alemana, mexicana o china; cambios en los aranceles entre Estados Unidos y China afecta a los exportadores europeos; las cosechas de soya en Brasil y Argentina alteran el mercado en China y el sureste asiático. Por eso las pérdidas que hemos visto en los mercados en esta semana podría ser un mensaje sobre el ciclo económico que está por venir. Así que preparémonos.
En este espacio hemos sido insistentes sobre un par de escenarios en particular; desde hace meses llamábamos la atención sobre como ya desde el verano de 2018 la economía mexicana, sobre todo el sector de construcción, presentaba señales de debilidad que apuntaban a un estancamiento. Tales síntomas mexicanos, decíamos desde hace meses, no son aislados, y son parte de un cuadro general de evidencia de suavidad económica global.
En varias entregas hemos señalado cómo el mercado de bonos, en México, en Europa, en EEUU y en otras latitudes, estaban mostrando síntomas que suelen asociarse a una recesión económica en el corto o mediano plazo.
Tales síntomas son típicamente curvas de plazo invertidas: es decir, en donde las tasas de rendimiento de corto plazo son superiores a las tasas de largo plazo, contrario a lo que una economía norma suele presentar.
Algunos economistas ven que algunos síntomas, como el hecho de que una tercera parte de los bonos emitidos en el mundo, ofrezca rendimientos negativos (si, negativos, en donde se paga por prestar) , revelan una enfermedad mucho más preocupante aún: que el rendimiento del capital sea negativo, que el exceso de inversión en China y otros países haga que la rentabilidad de la inversión sea en realidad mínima a escala agregada en el mundo, y que las tasas negativas e inversas que estamos viendo por todas partes en realidad muestren que la inversión global es improductiva.
Todos estos temores se sintetizaron en la sesión del miércoles pasado, cuando los mercados de Wall Street tuvieron su peor sesión del 2019, con el Dow Jones perdiendo más de 800 puntos, equivalentes a un 3%, en sintonía con otros índices. Durante la semana también habíamos presenciado el dramático hundimiento de la bolsa Argentina, la cual en un día se había despedazado más del 40% en dólares, la segunda peor caída en la historia del mundo,
La sesión del miércoles en Wall Street estuvo precedida por la más temida de las señales económicas: la inversión de las tasas de rendimiento entre el plazo de 2 y el de 10 años, lo que se conoce entre los economistas y los financieros como “la pendiente de la curva”. Varios segmentos de la curva de plazos habían presentado ya inversiones, pero no estos dos plazos en particular, que es el síntoma más asociado a una recesión económica en el futuro. El miércoles muy temprano ocurrió, y los mercados se desfondaron en su peor sesión del año.
Las señales son cada vez más abundantes: la economía mexicana, una de las más abiertas y competitivas en su sector industrial, está estancada; el miércoles también los datos del PIB en Europa mostraron que la mayor economía de ese continente, Alemania, se había contraído en el semestre; esta semana también vimos los datos de la producción industrial china, la más importante del mundo, la cual presentó la menor tasa de crecimiento de los últimos 17 años. Los síntomas de un estancamiento, o quizá de una recesión económica extendida en el mundo, que incluye la economía mexicana, se han generalizado, y los principales bancos centrales del mundo están ya tomando medidas para tratar de evitar una contracción global, reduciendo las tasas de interés e inyectando liquidez en el sistema bancario.
Pero lo que los bancos centrales hagan quizá no sea suficiente, pues detrás del exceso de capital que quizá sea el motivo detrás de su baja rentabilidad, que quizá explique las tasas bajísimas, invertidas o negativas, se encuentra el otro lado de esa moneda: una montaña colosal de deuda.

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