Los mercados son extremadamente eficientes. Esto no quiere decir que no se equivocan. Significa que incorporan la información y las expectativas de millones de inversionistas de todo el mundo de manera instantánea y se reflejan en los precios. Los precios de los bonos en particular, cuyas tasas han bajado de manera significativa en los últimos meses, parecen estar anticipando una recesión económica en varias zonas del mundo. ¿Es este escenario anticipado inevitable? ¿O podemos escapar de la recesión temida y seguir creciendo?
El santo grial de los economistas es evitar el ciclo recesivo del ciclo económico, mantener la producción y el empleo en expansión constante, sin contracciones. Existen ejemplos que sugieren que algo así es posible. Australia mantiene una expansión económica de veintiocho años ininterrumpidos, un récord para cualquier país en el capitalismo contemporáneo. China se ha expandido por veintisiete años sin interrupción. ¿Será posible entonces que la expansión económica que en Estados Unidos, México y Europa cuenta ya con diez años, pueda duplicar su calendario actual y aspirar a dos décadas ininterrumpidas de crecimiento?
Si Australia y China pueden extender su expansión económica por tres décadas, ¿la recesión que parece inminente a juzgar por lo que comunican los mercados de bonos de muchos países del mundo, incluyendo el de los Estados Unidos, es inevitable? ¿Por qué los Estados Unidos no puede tener una expansión tan prolongada como sus rivales transoceánicos?
Los bancos centrales más importantes del mundo, encabezados por la Fed piensan que es posible mantener la expansión económica mediante la modulación de la política monetaria. La Fed ha reducido sus tasas de interés de referencia y es posible que recorte dichos réditos un par de ocasiones adicionales no porque quiera evitar la recesión, sino porque explícitamente busca extender la expansión en el tiempo ante las señales abundantes, en Europa, en el sector manufacturero, en Corea y en los mercados de bonos.
Donald Trump ha flotado la posibilidad de una nueva ronda de recortes de impuestos, los bancos centrales de Europa y Japón ya han expresado su intención de expandir el crédito mediante inyecciones de liquidez en los mercados a través de las compras de bonos a los intermediarios financieros. Medidas similares están llevando China y la India entre sus bancos y sus empresas, ofreciendo incentivos fiscales y monetarios para mantener la expansión viva y extendiéndose.
La apuesta por un escenario en donde se evita la recesión depende casi exclusivamente de una resolución pronta y eficiente de la guerra comercial que los Estados Unidos sostiene con muchas zonas económicas del mundo, especialmente con China. El estrangulamiento de los flujos comerciales resultantes de la confrontación EEUU Vs China está teniendo efectos inesperados e indirectos en rincones insospechados, como la economía alemana, cuyo sector manufacturero se encuentra en la franja de la recesión en buena mediad porque sus dos principales clientes: los EEUU y China se están peleando entre ellos y ello implica una restricción a las importaciones alemanas de manera indirecta.
Pero existe un factor adicional que debe de considerarse para evaluar la salud de la expansión, y que quizá sea el factor que distingue a la economía estadounidense de la australiana y china: la plétora de crédito.
El sector que disparó la tremenda crisis de 2008-2009, la última recesión que hemos sufrido, fue el mercado de crédito, sobre todo el de más baja calidad. Hay algunas señales en el sector de empresas petroleras shale, entre los bonos corporativos de menor calificación, y en el de mercados emergentes como Argentina y Turquía que deben de monitorearse, pues es ese rinconcito donde a veces no da el sol, al que debemos de poner atención de nuevo.
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