La economía de América del Norte fue construida sobre rieles de ferrocarril, y el T-MEC, el acuerdo comercial de segunda generación que ata la economía de los tres países que lo conforman, siempre lo ha tenido muy claro: la red ferroviaria es una pieza clave para la competitividad económica del bloque en el mercado mundial. Este domingo Canada Pacific (CP) anunció la adquisición de Kansas City Southern, (KCS) conformando una red que va desde Vancouver a Nuevo Orléans y hasta Lázaro Cárdenas, conectando el Atlántico, el Pacífico y el Golfo de México y mostrando la importancia crítica de los ferrocarriles en la economía post-Covid.
La compra de KCS (la menor ferroviaria de EEUU), por CP podría detonar una serie de fusiones gigantescas entre los colosos ferroviarios del bloque, entre quienes podrían participar el inversionista más famoso del mundo, Warren Buffet, y Grupo México, controlado por uno de los hombres más ricos del país. De lo que se trata aquí es de economías de escala: crear dos, máximo tres colosos ferroviarios que muevan la carga del mayor bloque económico del mundo que se ha dado cuenta que necesita eso y más para competir contra China.
Cuando la pandemia del covid 19 azotó al mundo, los hospitales en Nueva York se enfrentaron a un problema inesperado: no tenían los respiradores ni los implementos médicos suficientes para atender la oleada de contagiados por el virus, lo que provocó muchas muertes en esa etapa inicial.
Los respiradores y otros artefactos médicos estaban en China, cuya economía y frontera se habían cerrado dos meses antes para intentar contener el covid dentro de la provincia de Wuhan. El cierre de China dislocó las cadenas de suministros de todo el mundo y reveló de manera abrupta y dramática lo dependiente que la economía global, pero en particular la de Estados Unidos, es ante la manufactura china, al punto que el gobierno de Estados Unidos dio un giro en su visión de la globalización y de manera explícita está buscando relocalizar la cadena de suministro fuera de China, su rival geopolítico, y dentro de su esfera de seguridad: América del Norte.
La crisis sanitaria, política y de seguridad nacional que ha significado la pandemia del covid develó a los estadounidenses lo que los alemanes siempre supieron: la manufactura es un asunto de seguridad nacional, y relocalizar la cadena de suministro en zonas lejanas tarde que temprano compromete la integridad de los países.
La globalización no será detenida, pero si redefinida, por la pandemia de covid. Los Estados Unidos forzarán a sus empresas a sacrificar parte de la considerable rentabilidad que obtienen produciendo en China, a cambio de mayor seguridad económica y política nacional al relocalizarse en América del Norte.
Y en ese contexto, conectar la mano de obra mexicana, con la tecnología estadounidense y los recursos y el agua del Canadá sólo puede hacerse de manera eficiente, dada la escala de la producción, mediante los ferrocarriles.
La industria automotriz es un ejemplo que ilustra muy bien las fuerzas económicas detrás de esta consolidación continental de las redes ferroviarias: un auto producido en Norteamérica se ensambla en México, con piezas de los tres países, y puede acabarse vendiendo en Chicago o Vancouver. La fusión de KCS y CP busca ofrecer a las armadoras una solución inmediata para mover ese auto desde sus piezas hasta la agencia, sin tener que cambiar de compañía ferroviaria.
La mayor ferroviaria de Estados Unidos es BNSF, propietario del multibillionario Warren Buffet, seguida de la gigante Union Pacific. En Canadá compite además Canada National Railway, mientras que en México dos de las mayores fortunas del país controlan otros dos ferrocarriles (de los ocho que operan en Mexico): Grupo México de Germán Larrea, y Ferrosur, en donde el inversionista es Carlos Slim.
Desde la incepción del TLC en México, el volumen de carga en los ferrocarriles mexicano casi se ha triplicado, mientras que el PIB no se ha duplicado siquiera, mostrando la dinámica que el T-MEC representa para la red ferroviaria nacional.
La economía post-Covid obligará a Estados Unidos a reconcentrarse en su bloque geográfico, y en esa lógica los ferrocarriles tienen un valor estratégico y económico considerable. Los canadienses han dado el primer paso en crear un coloso ferroviario continental. No será el último, vienen uno o dos más. Seguro.
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