La historia no se repite. Nunca. Pero a veces se parece. Hace cien años vastas regiones del mundo: Europa, Rusia, México, por ejemplo, venían saliendo de guerras devastadoras, y apenas entrando en el proceso de paz, una pandemia terrible, que acabó matando casi tantas personas como las guerras, asoló el planeta. Pero una vez pasada la pandemia de la gripe española, los avances tecnológicos y médicos resultantes produjeron una década de alegría, prosperidad, auge económico y cultural que acabaron siendo conocidos como “los dorados veinte”
Los ciclos pandémicos acaban marcando las sociedades de largo plazo. Su gravedad, como la de las guerras, inciden sobre la dinámica demográfica y económica de las naciones. Rusia por ejemplo, que perdió alrededor de veinte millones de habitantes en la segunda guerra mundial, sufre aún los efectos en su demografía y en su crecimiento potencial de largo plazo.
Hemos comentado aquí cómo la gripe española causó hace un siglo, casi tantos muertos como las guerras revolucionarias. Pero el estado de bienestar y el crecimiento económico disparado en las décadas subsecuentes, trajeron un auge democrático que convirtió a nuestro país en uno de los quince más poblados del mundo.
Cuando esta pandemia pase, porque pasará, el mundo será distinto, quizá muy distinto a lo que era hasta antes que el covid llegara a cambiar nuestras vidas.
Para empezar, si como parece, las vacunas contra el virus funcionan, la ciencia y la industria médicas habrán dado un salto cuántico en su evolución. La velocidad con la que se generó la vacuna contra el covid, algo inaudito, quizá apareje vacunas y remedios contra males ahora incurables, como el VIH-Sida, y otros. Al mismo tiempo, las soluciones tecnológicas que gradualmente se habían infiltrado en nuestras vidas, forman parte de nuestro cotidiano ya, y no habrá vuelta atrás: el trabajo a distancia o desde casa, las compras/ventas electrónicas y los pagos por la misma vía, el entretenimiento masivo a distancia, la educación remota.
Quizá en un par de años regresemos a los conciertos masivos, al Vive Latino y a la Fórmula Uno, a estadios de futbol llenos y a las fiestas comunales. Pero el trabajo, las compras, la diversión y la educación a distancia ya forman parte del día a día. La banca, la inversión en bolsa, los exámenes profesionales de la universidad, ya se ha mostrado que pueden hacerse en línea y su adopción general podría traducirse en incrementos sostenidos de la productividad.
Hoy como hace un siglo, la pandemia ha provocado un salto tecnológico en múltiples sectores, así que cuando esta pase, una sociedad harta del encierro, triste por las pérdidas, con ahorros disponibles al limitar su consumo por el confinamiento, saldrá de sus catacumbas con ganas de gastar, de viajar, de divertirse, de bailar y cansarse de ver béisbol y basquetbol.
Un rasgo peculiar que muchos Estados han adoptado para incentivar la inversión y la economía y amortiguar la recesión ha sido el de enfocar el gasto en proyectos sustentables ambientalmente. Existe un consenso, cada vez más extendido, que la economía global que salga del confinamiento planetario en el que estamos deberá de ser más verde, sustentable con los recursos naturales y la flora y la fauna del mundo.
Existen muchos retos, macroeconómicos algunos, como el abultamiento de las deudas públicas y las hojas de balances de los mercados centrales que pondrán límites a la velocidad de salida y a la normalización de las condiciones monetarias.
Pero si esos riesgos se gestionan bien, el salto tecnológico, la extensión de la automatización industrial, y la necesidad de recuperar “la joie de vivre”, podrían disparar un crecimiento económico y un necesario florecer cultural generalizado en amplias zonas del mundo, luego de casi dos años de encierro y contención vital de miles de millones de consumidores en el planeta.
La historia no se repite. Nunca. Pero hay parecidos. Luego de guerras, pestes y pandemias, suelen sobrevenir épocas de alegría y bonanza (y de auges bursátiles). Es probable que la economía, empujado por el consumo y la inversiones verdes y en automatización, disparen un auge económico notable. Veremos que dicen entonces estas infladísimas bolsas.
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