Las expansiones económicas no mueren de viejas, reza un adagio de los economistas estadounidenses. No importa que tan larga sea una expansión, no existe una fecha fatal para que ésta acabe. Las expansiones no mueren de viejas, pero si de burbujas financieras que se revientan; de crisis hipotecarias que dinamitan al sistema bancario; de precios petroleros que se disparan a la estratósfera; de tasas de interés que se elevan para detener un ascenso inflacionario; o de irrupciones de la cadena de suministro global producidos por la propagación de virus desconocidos y mortíferos.
Los millenial nos han heredado un vocable muy útil: viral. Usado para designar cómo algo se propaga muy rápidamente por las redes sociales, los millenials dicen que algo “se ha hecho viral”. El término es correcto, y hace alusión a la forma en que un virus se propaga entre la población en las etapas iniciales de una epidemia: de manera incontrolable y extremadamente rápida.
Desde sus inicios en la provincia china de Hubei en el último bimestre del año pasado, el covid-19 se ha expandido a todos los continentes del mundo (exceptuando quizá la Antártica), entrando por los nodos en donde la globalización conecta a todos los países con el resto del mundo: de China a Japón y Corea; de allí a Europa occidental y a Estados Unidos vía California, Nueva York, Washington y Florida. La globalización y sus nodos han sido el canal que esta viralizando al virus, y transportando con ella el potencial de una recesión económica que, a juzgar por los precios que están marcando los mercados financieros, podría ser extendida, profunda, y de una virulencia desconocida.
La globalización ha hecho viral al virus, y la velocidad de su propagación ha sido inusitada, como veloz ha sido la caída de los precios de las acciones, y la reducción en las tasas de rendimiento.
En este sentido el dato más importante a destacar es el rendimiento de 0.7 por ciento del bono estadounidense de diez años, el cual marca un mínimo histórico absoluto, y señala el miedo extremo que los inversionistas sienten respecto de la perspectiva de corto plazo: no quieren apostar por el futuro económico de la economía global, lo único que les interesa es contar con la seguridad suficiente de que el gobierno del país más económicamente sólido del mundo les va a pagar, aunque sea algo mínimo. El rendimiento históricamente bajo que están recibiendo los inversionistas es el precio que tienen que pagar por la seguridad.
Los primeros datos de la economía china, país de donde surge el virus, son muy preocupantes: los datos del índice PMI manufacturero de febrero, en 37, son un mínimo de una década; y las exportaciones chinas de febrero mostraron una caída de 17 por ciento. La segunda economía más poderosa del mundo, y la que mas pesa dentro de la tasa de crecimiento global, señala hasta el momento que los efectos de la viralización del virus son significativos.
Y así como el virus se ha propagado, se está propagando la recesión económica resultante de las medidas de cuarentena, aislamiento, y control de la población necesarios para intentar modular el crecimiento descontrolado del virus por este mundo interconectado.
Hay muchos factores que determinan el patrón de propagación de un virus: el tiempo en que un paciente es susceptible de infectar a otro; la oportunidad con la que el infectado es detectado; lo infeccioso que puede ser el virus; y lo susceptible que un paciente sano sea infectado por un portador. Esos cuatro factores determinan en general a cuantas personas puede infectar un portador y proporciona un buen estimado del perfil de una epidemia.
Algo similar pasa cuando una recesión en un nodo crucial de la economía global, como lo es China (o los Estados Unidos en 2008-2009) comienza a extenderse por el resto del mundo. Entre más pese dicha economía dentro del PIB mundial, mayor arrastre tiene sobre el resto; dependiendo del sector de la economía afectado, ya sea la manufactura china o el sistema bancario estadounidense, será la intensidad de la recesión exportada; dependiendo de la oportunidad con la que reaccionen los bancos centrales y los gobiernos para contener la recesión; y que tan susceptible esté el resto de la economía global, veremos que tan fuerte va a acabar pegándonos esta recesión viral.
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