Los Estados Unidos implementarán un paquete económico para apoyar a la economía por dos billones de dólares (dos trillones estadounidenses). En conjunto: Estados Unidos, China, Europa y Japón, están inyectando alrededor de siete billones de dólares en sus economias para intentar contener una implosión brutal de la actividad productiva y el consumo que no les ha dejado otra opción mas que recurrir a los déficit fiscales y a la deuda. No ha sido una opción: es eso o una gran depresión.
Vale la pena recordar otro momento similar en la historia del mundo, hace noventa años ya, en 1929, cuando una colosal burbuja especulativa reventó en Wall Street, produciendo un crack bursátil que súbitamente empobreció a millones de personas, los bancos centrales y el gobierno de los Estados Unidos reaccionaron de una manera peculiar: endurecieron la política monetaria y recortaron el gasto para tratar de equilibrar sus cuentas, bajo el entendido que, como la ortodoxia económica lo establecía: un balance fiscal equlibrado y una política monetaria neutral traerían confianza a los economistas y la economía por su propio pie, saldría de la recesión al ajustarse los precios y con ello aumentar la demanda.
Reaccionando con una contracción monetaria y fiscal tuvo un efecto devastador sobre las economías desarrolladas y del mundo: empeorando la depresión económica y provocando un círculo vicioso que acabó en una deflación global de la que sólo pudo salirse hasta la aplicación de las recetas keynesianas y el gasto militar provocado por la segunda guerra mundial.
Los hacedores de política, fiscal y monetaria, han aprendido la lección, y tanto en la severa crisis de 2008-2009, como en esta terrible contracción económica que ya está en curso, pero que empeorará, los dos brazos de la política económica han reaccionado con sintonía: rebajando las tasas de interés de nuevo hasta prácticamente el cero por ciento, y llevando a cabo una expansión del gasto público como no se había visto en la historia del capitalismo moderno, ciertamente al menos desde el fin de la segunda guerra mundial.
¿De qué tamaño es el paquete económico que las economías más poderosas del mundo han decidido inyectar para amortiguar el impacto brutal del parón productivo y de consumo disparado por la pandemia? Simplemente en los Estados Unidos, el paquete de dos billones de dólares es equivalente a casi el diez por ciento del PIB de ese país, el doble del tamaño que Barack Obama inyectó en la crisis financiera de 2008-2009.
¿Por qué es necesaria esta escala en la ayuda fiscal y financiera? Porque la contracción económica será brutal, no comparable a ningún antecedente que tengamos memoria para aquellos que no vivimos en el frente en la segunda guerra mundial. Porque de no intervenir, a costa de lo que sea, ante esta devastación económica sin parangón en la historia moderna del capitalismo, el daño que se hará, encima de los efectos sanitarios, será incalculable.
Las economías del mundo están inyectando un torrente de liquidez incomparable, financiado con déficits y deuda pública porque no tienen otra opción. Porque la fuente tradicional de financiamiento del sector público, la recaudación impositiva, se esfumará ineluctablemente ante el hundimiento vertical del empleo, la producción y el consumo resultante de las medidas sanitarias y del abatimiento del comercio mundial.
No es una posiblidad. Es una realidad que se palpa segundo a segundo, y que está detrás del desplome infinitamente profundo y despiadadamente veloz con el que se han hundido los mercados de valores del planeta, y que fue medianamente amortiguado por el anuncio del colosal paquete de ayuda económica. Usemos la deuda: sus tasas de interés están o se dirigen rumbo a los mínimos, las calificadoras rebajarán las notas a todas las economías. La nueva normal son economías con grandes déficits y más deuda.
La deuda es usar hoy ingresos futuros. Y si. El actual contexto es tan grave que si no usamos la deuda hoy, no tendremos futuro. No tiene sentido cuidar los ingresos futuros si el mismo futuro está en riesgo si no abrimos, hoy, la llave de los déficits y la deuda.
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