El Covid dejará la salud de las sociedades deshecha. Pero también la salud de las finanzas públicas de prácticamente todos los Estados del mundo. Los enormes gastos derivados de enfrentar la pandemia y tratar de proteger a la población, sumado al despeñadero de los ingresos públicos, dejarán a las Haciendas con enormes déficits y abultadas deudas. No hay otra opción. Los déficits son necesarios para enfrentar esta contingencia. Pero cuando ésta pase, habrá otra necesidad: la de rediseñar el esquema de impuestos para evitar la quiebra masiva de los gobiernos.
Algunos impuestos siguen una lógica sencilla, que en el habla popular se traduce como “el que la hace, la paga”. Así funcionan los impuestos especiales, por ejemplo, conocidos en México como IEPS. El consumidor es libre de elegir fumar, pero deberá de pagar impuestos adicionales a los normales (justo esos IEPS) ya que el Estado tendrá que, tarde que temprano, sufragar con el sistema de salud público el tratamiento por el cáncer del fumador, y no sería equitativo sufragarlo con un impuesto gravado a la población general, incluyendo a aquella que no fuma.
Por eso el sufragar los costos del Covid no admiten impuestos especiales. Aquí no aplica “el que la hace, la paga”. No es posible identificar ni gravar a un responsable por la pandemia. Más aún: fumadores, enfermos de diabetes por llevar una mala dieta rica en azúcar y grasas, han pagado el costo que típicamente pagan mediante IEPS, con un mayor riesgo de mortandad en esta terrible pandemia.
Los impuestos aplicables en el mundo post-covid no pueden entonces ser especiales, sino que tendrán que ser de aplicación general. El problema es ¿cómo diseñamos impuestos generales post covid que cumplan con la regla más importante de un impuesto: su equidad?
Hay dos impuestos generales básicos: los que gravan la renta recibida por los consumidores, y los que gravan su consumo, el ISR y el IVA. Existe un consenso relativo entre los economistas en el sentido de que el más eficiente de los dos es el impuesto al consumo: es difícil eludir ese impuesto, más ahora con las tecnologías que ya permiten un rastreo puntual de cualquier compra-venta, y además, la población de mayores ingresos es la que más consume en términos absolutos, y paga por lo tanto mayores impuestos.
Pero el ISR, el que grava las rentas, es el más equitativo, pues permite algo que es difícil de hacer con el IVA, gravar progresivamente. Es muy probable entonces que en los próximos años, encabezado por los países de la OCDE, veamos una aumento en las tasas marginales del ISR, buscando mejorar la equidad tributaria.
Hemos insistido en este espacio que la economía bajo una pandemia se comporta de manera similar a una economía de toque de queda, a una economía de guerra. ¿Y cómo se comportan los impuestos bajo una economía de guerra, y en la postguerra para pagar la reconstrucción necesaria?
La experiencia de los Estados Unidos es muy útil para ilustrar este punto. Entre 1944 y 1963, período en que se financió la reconstrucción de Europa y el mundo afectado por la Segunda Guerra Mundial, la tasa marginal de ISR para los ingresos más altos osciló entre el 91-92%. Es decir, a partir de cierto nivel de ingreso, cada peso adicional iba en ese porcentaje, a la Hacienda pública. Entre 1964 y 1981 dicha tasa marginal cayó hasta el 77%-70. De allí en adelante la mayor tasa marginal se ha desplomado, hasta llegar al 35%.
Creo que dicha tasa marginal, junto con la tasa que aplica a los dividendos distribuidos, y especialmente a otros dos conceptos: los gravámenes aplicados a las ganancias de capital en los mercados financieros, y los complejos de aplicar (pero equitativos y eficientes) impuestos a los activos, deberán de subir necesariamente en el mundo post covid.
Pues si bien aquellos que más activos tienen y que más ganaron en los mercados financieros, no son de ninguna manera responsables de la pandemia, si fueron marginal y fortuitamente beneficiarios de la expansión de la liquidez de los bancos centrales y de la expansión del gasto público, y es justo que contribuyan de forma importante a restaurar, así sea parcialmente, el equilibrio de las finanzas públicas.
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