Kenneth Arrow y Gérard Debreu, dos de los economistas fundadores de la disciplina económica tal y como la conocemos ahora, desarrollaron una de las nociones más importantes: la de “mercados completos”. Esta idea implica que existen mercados y precios para cualquier estado posible del mundo, incluso para el de su final, por ejemplo. Todo mercado aspira a ser un mercado completo: poder poner precio a cualquier eventualidad. Wall Street es ,en ese caso, ejemplar: mientras todas las acciones se hacían pedazos, un sector subía como la espuma: las farmacéuticas.
Si todo el mundo está en peligro de morir debido a la pandemia, un mercado completo debe de ponerle precio al riesgo de que la economía se haga pedazos, pero también a la probabilidad que alguien invente una vacuna que salve al mundo de la muerte. Economías poco diversificadas como la mexicana, que no cuentan con un sector farmacéutico capaz de generar nuevas medicinas, (y no únicamente distribuirlas y venderlas), no tendrán un mercado completo, pues los inversionistas no podrán apostar por el sector que ganará en medio de la debacle económica.
Pero las bolsas estadounidenses y europeas cuentan con una amplia gama de empresas farmacéuticas por las cuales apostar, porque dichas empresas desarrollan sus medicinas de manera muy similar a las de un portafolio de inversión. Cuentan con un conjunto de medicinas que venden con bajos márgenes, pero con vastos volúmenes, de donde provienen los ingresos para invertir en investigación microbiológica para desarrollar nuevas medicinas para padecimientos hasta el momento sin cura, y que podrían vender con altos márgenes y/o amplios volúmenes también.
Así, por ejemplo, para las farmacéuticas, la venta de placebos y las medicinas de bajo costo, pero de consumo masivo, junto con fondos públicos adicionales, les ayudan a financiar en esta emergencia la carrera por tener antes que nadie una vacuna, o un tratamiento en contra del covid 19, con el objetivo de detener la pandemia, como se hizo ya en el pasado por ejemplo con el mayor asesino de la humanidad: la viruela, cuya erradicación fue posible gracias a la invención de la vacuna.
Dos de las farmacéuticas con una gestión más enfocada a la innovación que a la producción masiva, Gilead Science y Moderna, son un claro ejemplo de lo anterior. Sus acciones no nada más han evitado las caídas tan terribles que vimos en el resto del mercado el mes de marzo, sino que florecieron. Y mientras que el resto del mercado iniciaba su recuperación, estas biotecnológicas enfocadas en el desarrollo de nuevos fármacos, se dispararon.
Pero incluso farmacéuticas menos enfocadas a la innovación y al desarrollo, como Pfizer, Johnson & Johnson o Astra Zeneca, han tenido un comportamiento mucho mejor que el del mercado en general, ante la expectativa de los inversionistas de que, si entre ellas se encuentra la, o las ganadoras de la carrera por la vacuna contra el covid-19, sus ganancias se dispararán de manera muy significativa.
¿Es correcto que una vacuna, con el potencial de salvar a la humanidad, sea materia de negocios y ganancias? La discusión tiene aspectos morales y políticos vastos, pero la realidad es contundente. Los gobiernos no tienen la capacidad de desarrollar vacunas y remedios ante el covid en el muy corto plazo, y en grandísima escala. Son estos entes altamente especializados en el desarrollo de medicinas, las farmacéuticas, quienes están más cerca que nadie de obtener en tiempo récord, una cura para acabar con la pandemia.
Por ello la forma más eficiente de invertir recursos públicos para obtener la vacuna es, sin descartar el financiamiento a los laboratorios nacionales y universitarios que están también cerca de la vacuna, otorgar subvenciones directas, subsidiar a un portafolio muy bien seleccionado de farmacéuticas con el fin de maximizar la posibilidad de obtener una vacuna masiva en el menor tiempo posible. Empezar de cero en este momento, usar gasto público para iniciar una investigación básica que eventualmente, dentro de años, llegue a una vacuna, es completamente ineficiente.
Los mercados, mientras tanto, han apostado por el sector en general. Allí habrá algunas ganadoras, y algunas perdedoras, y cuando la vacuna esté lista seguro que los gobiernos, subsidiándolas, la harán asequible a toda la población que lo necesite, pero el mecanismo del mercado parece estar funcionando, canalizando recursos allí en donde la economía lo necesita en este momento: en la obtención urgente de la vacuna.
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