domingo, 6 de octubre de 2024

Geografía Y Economía: El Camino De Tierra Adentro

Cuando la Maestra Ifigenia Martínez dirigió la Escuela de Economía de la UNAM, la geografía era un componente muy importante en la formación de los economistas. Lamentablemente esta materia desapareció de la mayoría de los programas de economía en nuestras universidades, privando a los estudiantes de una herramienta fundamental para la comprensión de la realidad macroeconómica de los países. Una muestra de esa importancia es la historia y actualidad del Camino Real de Tierra Adentro.

La geografía mexicana es muy peculiar: cambia mucho dependiendo si lo vemos de frente o de perfil. Visto desde el espacio el contorno muestra la figura familiar que conocemos. Pero visto de lado México es una meseta enorme con dos delgadas franjas costeras de tierras bajas, a la cual se adhieren dos penínsulas.

México es un país muy alto, y casi el 60 por ciento de su población vive por encima de la cota de los 1,500 metros sobre el nivel del mar, lo que quizá ayude a explicar muchos rasgos de nuestra vida común: desde el relativamente bajo consumo de pescado en nuestra dieta, hasta la incidencia de hipertensión arterial en nuestra población. 

Somos una nación muy alta y montañosa, por lo que comunicar y transportar a los millones de habitantes de nuestro alto altiplano es muy complejo: costoso, difícil, con elevados mantenimientos, agravado por las zonas sísmicas y los huracanes provenientes de dos océanos.

Desde hace milenios, una ruta atraviesa este alto y vasto altiplano de norte a sur, comunicando a poblaciones y transportando bienes de un confín al otro. Desconocemos su nombre pre-hispánico, pero sobre la ruta trazada durante siglos por los habitantes originales de estas tierras, la Nueva España reconstruyó una de las infraestructuras más notables de los siglos entre el XVI y XIX: el Camino Real de Tierra Adentro.

Esta senda, comercial, militar, cultural y social, discurre por 2,600 kilómetros, desde el centro de lo que hoy es México, hasta más allá de lo que hoy es Santa Fe, Nuevo México. La Feria de San Marcos, en Aguascalientes, la más antigua y tradicional de todo el continente americano, tiene como origen ancestral en el hecho de ser el punto intermedio de las exhaustas caravanas, de los arduos arrieros, de los fatigados caminantes y aventureros del Camino Real de Tierra Adentro que confluían en lo que hoy es Aguascalientes para festejar las cosechas y su comercio.

Durante el virreinato, el eje de la economía fue la extracción de metales y minerales, los cuales abundan a lo largo del trazo del Camino Real de Tierra Adentro: Guanajuato, Zacatecas, Chihuahua, Durango y Santa Fe, por lo que la ruta recibió el apodo de “el Camino de la Plata”, reminiscente de la legendaria “Ruta de la Seda” de Eurasia. 

Algunos historiadores subrayan que la historia económica y social de la Nueva España se explica en muy buena parte como la historia del Camino Real de Tierra Adentro. La actividad económica, cultural, religiosa del virreinato discurrió en buena medida en ese espacio geográfico (y en el eje Ciudad de México-Veracruz) , en donde se definieron los rasgos de nuestra identidad nacional a lo largo de múltiples siglos. 

El viejo eje del Camino Real de Tierra Adentro sigue teniendo una importancia económica muy importante en nuestra economía actual, pero un hecho fundamental modificó el centro de masas de la economía mexicana: el nacimiento y el ascenso económico de los Estados Unidos. El Camino Real comunicaba una economía autárquica y auto contenida, a partir del siglo XIX la economía gravitó hacia el comercio con los Estados Unidos, lo cual provocó el nacimiento de dos polos económicos novedosos: Monterrey-Nuevo Laredo en el oriente, y Tijuana en el Occidente, como las dos puertas más importantes para acceder al mercado estadounidense.

El Camino Real es la columna vertebral del altiplano, pero el ascenso de los Estados Unidos movió la economía de Norteamérica de las altas mesetas a las costas del Atlántico y del Pacífico, por lo que la integración económica de nuestro país con nuestros vecinos geográficamente el desarrollo de las tierras bajas, no del altiplano. La franja maquiladora, que detona este proceso de amplia integración, comienza en las regiones bajas, lejos del altiplano, erosionando así la importancia económica del eje milenario del Camino Real de Tierra Adentro.

Si usamos la geografía para analizar la historia y la economía, podemos entender muchos detalles de nuestro país. Monterrey se encuentra justo antes del inicio del ascenso al altiplano viniendo de Estados Unidos. Los enormes altos hornos de la siderúrgica, los tanques de la cervecería, las grandes maquinarias de la manufactura, provenientes de Estados Unidos, fueron fijadas allí, junto a los manantiales del río Santa Catarina, en vez del enorme costo que representaría el subir esas maquinarias dos mil metros rumbo a la Ciudad de México.  La vocación exportadora de Monterrey le viene especialmente de su ubicación espacial, está en el punto preciso para ser el nodo del nearshoring.

Ojalá que las escuelas de economía recuperen para sus planes de estudio el análisis de la geografía y su interacción con la economía. Los muy valiosos modelos matemáticos no logran capturar, por ejemplo, la importancia de hechos capitales como el Camino Real de Tierra Adentro.

Quiero por último agradecer a los editores de Excelsior, la cual ha sido mi casa, en donde he podido escribir sobre temas de economía y finanzas de manera libre y entusiasta por varios años. Extrañaré el comentar los eventos relevantes sobre la economía y los mercados, pero es adecuado conducirse de acuerdo con las estaciones y los astros. Hay que saber que existe un tiempo para la opinión, y otro para la contemplación. Muchas gracias a todos, nos vemos luego.

domingo, 29 de septiembre de 2024

Lo Dijimos La Semana Pasada: Ojo Con Economía China

Dos días después de nuestra última colaboración, en la que subrayábamos la compleja coyuntura económica en China, el gobierno y el banco central de ese país lanzaron una oleada de incentivos monetarios y fiscales con el ánimo de apuntalar la decadente economía de esa nación, arrastrada principalmente por el desplome histórico de su sector inmobiliario. Las bolsas reaccionaron de manera contundente, presentando su mejor semana en muchos años, animados por la intensidad y amplitud de los estímulos. Pero la pregunta subsiste: ¿será suficiente?

El miércoles pasado el Banco Central de China (PBOC por sus siglas en inglés), lanzó un conjunto de medidas de expansión monetaria con el fin de apoyar los mercados y al sistema bancario y financiero de ese país, aquejados por los efectos de una economía{ia que crece muy por debajo del ritmo requerido para absorber su oferta laboral, y que sufren desde hace un par de años los efectos devastadores de la implosión de su gigantesco mercado de bienes raíces, el cual ha provocado quebrantos, cartera vencida y faltantes de capital en los bancos y financieras de la nación.

Las acciones del PBOC fueron acompañadas también por el anuncio de estímulos fiscales, si bien de menor calado, por parte del gobierno, pero que en su conjunto representan una inyección masiva de financiamiento y liquidez para la economía de una magnitud muy considerable.

¿Por qué la situación en China es tan compleja? Porque no es una crisis de flujo, sino de acervos. 

Una recesión económica típica implica un mayor desempleo y por lo tanto menores ingresos, menores ventas y ganancias. Los empresarios suelen referirse a esta situación con frases como “falta liquidez”, “no circula el dinero”. Los trabajadores despedidos salen de sus empresas y se van a sus casas a buscar trabajo, y cuando lo encuentran están dispuestos a aceptar un salario menor que el que tenían con tal de trabajar. Pero mientras están sin trabajo, hipotecan su casa para tener dinero que les permita subsistir.

Pero cuando el valor de las casas está bajando, entonces el problema es mucho más complejo. El trabajador desempleado busca hipotecar su casa en lo que encuentra trabajo otra vez, pero esa casa cada vez vale menos, por lo que disminuye lo que pueda obtener de hipotecarla. Esta es conocido como una “recesión de balance”.

Pero si la casa donde vive se compró con crédito, entonces el problema es otro, pues esa casa es la garantía misma de la hipoteca, y al bajar de valor hay un problema que alguien tiene que pagar: o el trabajador tiene que compensar el menor valor de la garantía ante el banco, o como es más común, la caída en el valor de la garantía obligará al banco que la financia a poner más capital para compensar el menor valor de la garantía.

Un mercado de bienes raíces a la baja es muy doloroso para los bancos, los obliga a ponerle más capital al negocio, reduciendo drásticamente la rentabilidad esperada, y haciéndolos muy conservadores a la hora de extender nuevos créditos. Esta espiral negativa donde el menor valor de los bienes raíces restringe el monto del crédito, y eso a su vez refuerza la caída en el valor inmobiliario se conoce como un “apretón crediticio”, o “credit Crunch”.

Los “credit Crunch” no son inusuales en la economía, de vez en cuando algún país pasa de la euforia inmobiliaria al “credit Crunch”, provocando que la economía entre en un ciclo prolongado de bajo crecimiento debido al bajo dinamismo del crédito bancario y financiero. Japón en los noventa del sigo pasado es un ejemplo de ellos, o la dramática crisis de 2008-2009 puede ser un ejemplo.

Lo que está ocurriendo en China, ¿puede derivar en un “credit Crunch”? Es posible, y esa es la razón para la magnitud considerable del paquete de estímulos monetarios y fiscales. Las autoridades chinas están intentando detener una crisis de balance, un escenario en donde los precios de los activos se desinflan de manera continua, antes de que se extienda de manera definitiva en el resto de su economía.

Las recesiones de balance, es decir, aquellas en donde el precio de los activos, como los bienes raíces, las acciones en la bolsa, o la tierra, pierden valor, son muy complicadas de sortear, y necesitan de una mezcla muy agresiva de política monetaria y fiscal expansivas que pueden tener después derivaciones inflacionistas en algunos casos.

Cuando la economía estadounidense implosionó en 2008-2009 debido a la crisis inmobiliaria, la cual arrasó con el sistema bancario, la Fed se embarcó en el experimento expansivo más agresivo de su historia, inyectando liquidez en el sistema financiero en una magnitud desconocida hasta entonces.

Muchos piensan que China podría estar cerca de una crisis de balance, en donde la espiral descendiente de los bienes raíces arrastre consigo a bancos y a las familias. Esta es la razón por la que las autoridades respondieron con un arsenal impresionante de herramientas para enderezar los sectores afectados y evitar caer en una espiral deflacionaria.

La pregunta del primer párrafo subsiste: ¿Será suficiente para evitar el deterioro? La economía china es compleja y misteriosa. Difícil de leer y de analizar con precisión. Hay que preguntarles a los expertos sobre el tema para tener una visión más detallada. En estas dos entregas recientes lo que hemos querido hacer es compartir unas rápidas reflexiones sobre el tema.

 

domingo, 22 de septiembre de 2024

La Compleja Encrucijada Económica De China

Por alguna razón, los analistas financieros siguen clasificando a China dentro de las economías emergentes, cuando por su relevancia y peso dentro de la economía global, pondera más que muchas de las tradicionales economías avanzadas. No es únicamente su peso: la sofisticación de sus empresas de avanzada coloca a China en la delantera en muchos sectores críticos. Por eso es importante tratar de entender la complejísima situación en que esa economía se encuentra en ese momento, para quien la solución se antoja difícil, si nos atenemos a los antecedentes históricos.

Empecemos con algunos antecedentes: por su tamaño, China es la segunda economía del mundo, sólo detrás de los Estados Unidos, y por delante de Alemania. China es el segundo mayor importador del mundo, pero en algunos sectores, como en el automotriz, el de energía, el de bienes de lujo, el de materias primas, el consumo chino representa la mayor facturación para un gran grupo de compañías internacionales.

China es también, con mucho el mayor vendedor de bienes del mundo, ocupando la cima en la lista de exportadores, superando con mucho a los Estados Unidos y Alemania.

Apuntalando el elevado perfil de la economía china se encuentra un vasto grupo de empresas, manufactureras, constructoras, financieras, y tecnológicas, capaces de competir con las empresas occidentales en condiciones de ventaja, como lo ejemplifica la irrupción súbita de los autos chinos en muchos mercados en donde están desplazando incluso a marcas de excelencia como Mercedes o BMW.

Pocos eventos han sacudido la economía global en los últimos cuarenta años como el ascenso de China como una potencia económica, no sólo como productor, sino como consumidor. Pero si bien de largo plazo la tendencia parece contundente, en el corto plazo un conjunto de desafíos está limitando el crecimiento y la perspectiva de China, y con ello, se convierten en una restricción importante para la expansión del resto del mundo.

Comencemos con uno de los síntomas más relevantes: la caída imparable de las tasas de largo plazo de sus bonos públicos, los cuales se hundieron a un mínimo de 2.21 por ciento la semana pasada, incluso por debajo del nivel de las tasas japoneses para bonos similares.

Que los inversionistas perciban en China condiciones similares a las de una economía con la tendencia al estancamiento de Japón es algo que preocupa a todos, empezando por el banco central de China (el PBOC), quien en los últimos meses ha hecho ventas masivas de bonos con el fin de elevar el desplome de las tasas de largo plazo.

Como los mercados no hablan, es necesario interpretarlos, por lo que es muy importante saber qué es lo que nos quieren decir al enviar las tasas chinas de largo plazo a niveles tan bajos. Una interpretación posible es que las perspectivas estructurales de crecimiento han disminuido. Si la explicación de este fenómeno va por esta línea, el culpable es el sector inmobiliario.

El ascenso económico de China de los últimos cuarenta años fue acompañado por la mayor migración del campo a la ciudad que se ha dado en la historia de la humanidad, la cual fue necesario para convertir a China en el mayor exportador de manufacturas del mundo. Para acomodar los cientos de millones de nuevos citadinos, debieron de construirse ciudades enteras en un período extraordinariamente breve de tiempo, subvencionadas por crédito público barato.

La inmobiliaria, por su naturaleza, está sujeta a excesos y depresiones, y la expansión en la construcción residencial y de infraestructura alcanzó condiciones de sobre oferta, las cuales acabaron por desplomar los precios del metro cuadrado en China, provocando la quiebra de las mayores desarrolladoras e inmobiliarias de ese país en los últimos dos años, y una implosión del sector inmobiliario.

¿Está China en una situación en donde la caída del inmobiliario está afectando al sector bancario y las finanzas familiares induciendo un apretón crediticio que restringirá el crecimiento en los próximos años? Quizá

A nivel individual, el sector inmobiliario es aún más importante de lo que es a nivel macroeconómico: nuestra casa o nuestros buenos raíces son la principal forma de riqueza familiar, para la gran mayoría de las familias representa con mucho su inversión más importante. Si, como ocurre en China, los precios de los bienes raíces no aumentan o peor, se encuentran en una tendencia de varios años de caída, estamos ante un ciclo vicioso en donde la riqueza de familias y empresas se erosiona.

En economías modernas, como la nuestra o la de China, el crédito es el combustible del mercado inmobiliario, en donde existe una simbiosis particular, pues la garantía de los créditos es el inmueble financiado, por lo que una baja en los precios de los bienes raíces disminuye también el valor de la garantía de los bancos, reduciendo la oferta de financiamiento. No se ve fácil para China.

 

domingo, 15 de septiembre de 2024

La Fed: ¿Cómo Alumbrar Al Santo Sin Chamuscarlo?

Este miércoles el banco central más importante del mundo, la reserva federal de los Estados Unidos, la Fed, comenzará un nuevo ciclo monetario y recortará sus tasas de referencia, por primera vez en más de un año. La gran pregunta es si iniciará este nuevo ciclo de bajas de tasas agresivamente, recortando cincuenta puntos, o lo hará gradualmente, bajando 25 centésimas. Los inversionistas están divididos sobre la decisión, pero están muy optimistas de los efectos sobre los activos financieros.

Una muestra de lo dividido que está el mercado es el desempeño de las bolsas de las últimas dos semanas: la antepasada fue la peor semana de 2024; mientras que la pasada fue la mejor del año. Los momios implícitos en los contratos de futuros de las tasas de referencia de la Fed pasaron de marcar una baja de 25 a una baja de 50 puntos en el curso de pocos días.

Es muy poco usual que la Fed diverja de lo que el mercado está descontando en el momento de la decisión. El problema es que este lunes los momios están divididos en mitades para un recorte de 25 y uno de 50, así que la decisión complacerá a la mitad del mercado y decepcionará a la otra mitad.

Los analistas subrayan la falta de consenso en el mercado como una falla de la Fed, quien no ha logrado comunicar con claridad su perspectiva de tasas con claridad. Los más cáusticos incluso dicen que sí lo ha comunicado bien, pero que ni la misma Fed sabe bien cuánto debe de bajar, y de allí la confusión en el mercado.

Pero los inversionistas toman una actitud distinta a los analistas, y se comportan como si la Fed fuera a optar por la opción más agresiva. Le es consustancial. El mercado suele comprar el escenario más optimista entre los distintos posibles, el mercado es el mejor vendedor, está hecho para vender optimismo extremo.

Y efectivamente, las bolsas y los mercados de bonos tuvieron la semana pasada su mejor semana del año, alzándoce a niveles cercanos a sus récords históricos arrastrando consigo a activos de más riesgo como las monedas y acciones de mercados emergentes 

Existen argumentos que apoyan ambas opciones de política. 

Un recorte gradual de 25 puntos reconocería que, a pesar de la reducción notable de la tasa de inflación, ésta permanece aún por encima del objetivo, y la trayectoria aún puede dar malas sorpresas como la inflación subyacente del miércoles pasado, por lo que el nivel de tasa debe todavía permanecer restrictivo. Una dosis de cuarto de punto sería también congruente con el hecho de que los datos muestran que la economía sigue sólida, expandiéndose moderadamente, por lo que un recorte gradual es suficiente. 

El argumento en favor de un recorte agresivo de cincuenta centésimas se sustenta en el mandato doble de la Fed: quien debe de procurar el mayor crecimiento posible dentro de su objetivo de inflación de 2 por ciento.

Quienes apoyan la baja de medio punto porcentual, argumentan que los indicadores recientes muestran sin duda que la mayoría de los sectores de la economía, así como el mercado laboral, y los precios de las materias primas, señalan una moderación importante de la actividad económica. Dado el rezago con el que funciona la política monetaria, la Fed debería de moverse con resolución si quiere evitar equivocarse con el crecimiento en 2024 como se equivocó con la inflación en 2021, cuando tardó demasiado en reaccionar.

Pero toda decisión implica un costo. Por un lado, si la economía se enfila al estancamiento, recortar tan sólo 25 podría implicar reducir las tasas demasiado poco, demasiado tarde. Por el otro, bajar 50 enviaría el mensaje de que la economía está peor de lo que parece y que es necesaria una decisión de emergencia, y adicionalmente, si la inflación no cede o llegara a repuntar, la Fed tendría que enfrentar la crítica de haber recortado demasiado y demasiado pronto.

Como se ha ilustrado la Fed enfrenta una decisión muy compleja, con múltiples aristas para cuidar, la dosis del recorte no parece ser inequívoco, como tampoco lo es el costo de oportunidad de las distintas opciones. La Fed tiene que alumbrar al santo sin quemarlo.

Lo que si es cierto es que las bolsas de valores han apostado por el mejor escenario: un recorte de tasas que reafirmará el sólido crecimiento en un contexto de baja de la inflación. Si uno de los vértices de este escenario no se concreta, quizá veamos una corrección de la florida racha que las bolsas de Wall Street han gozado este año. Pero sólo quizás.

domingo, 8 de septiembre de 2024

El Dato Más Importante Del Mundo

A ver qué tal sale. En este espacio hacemos un esfuerzo por hablar de asuntos de economía y finanzas que a veces pueden ser muy técnicos, en lenguaje más o menos comprensible para el público no especializado. Temo que no siempre se logre el objetivo, así que pido paciencia en esta ocasión, en que quisiera platicar sobre el dato más importante del mundo: la nómina no-agrícola (NFP por su abreviación en inglés), la cual suele mover a los mercados financieros, incluyendo las divisas y las tasas de interés de la mayoría de los países cada vez que se publica. Vamos pues.

El primer viernes de cada mes, a las 8:30 AM hora de Washington, la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS por sus siglas en inglés), publica un documento que se conoce como “el Reporte de Empleo”, el cual contiene un conjunto de cifras que reflejan el estado del mercado laboral en Estados Unidos en el mes que acaba de concluir.

Que los datos de cada mes se publiquen el viernes siguiente al día último es una proeza del servicio público. Levantar los datos, procesarlos, ordenarlos, editarlos y publicarlos en tan pocos días es una hazaña que muestra la enorme calidad de las oficinas de estadística de los Estados Unidos, con mucho, las mejores históricamente de todo el mundo.

Y si, por ejemplo, este último viernes seis de septiembre supimos que la economía de Estados Unidos añadió 142 mil nuevas nóminas no agrícolas, menor a la cifra de 161 mil estimada por los economistas, lo que indujo una mala jornada en Wall Street, con el Nasdaq hundiéndose 2.55 por ciento, ante los temores de una desaceleración económica provocados por los datos de empleo.

Lo anterior muestra una de las características más importantes del Reporte de Empleo: su oportunidad. Que podamos saber seis días después del último día, cómo se comportó el mercado laboral de la mayor economía del mundo es una característica única entre los indicadores disponibles en el mundo.

La segunda característica que hace que el Reporte de Empleo sea el dato más importante del mundo es justamente el sector que refleja: el mercado laboral.

Las empresas precisan de dos elementos para producir: trabajo y capital. El acervo de capital, conformado por maquinaria, equipo, edificios, conocimiento, patentes y habilidades, no varía significativamente mes con mes, es una acumulación de activos diversos que evoluciona gradualmente.

Por ello, la variable más relevante para estimar el curso de corto plazo de la economía es la variación del empleo. El Reporte de Empleo es usado por economistas de todos los sectores, y por inversionistas de todos los mercados para estimar el dinamismo de corto plazo de la economía más poderosa del mundo, y dado el peso que ese país tiene, sirve también para estimar el sentido del ciclo en muchas otras latitudes.

¿Cómo le hace el BLS para estimar las NFP en un período tan breve?

Primero cabe una precisión. El dato refleja las nóminas no agrícolas (NFP), debido a que el empleo agrícola, además de ser muy pequeño en relación con el total, es marcadamente estacional, tiene un pico en las cosechas y baja el resto del año, por lo que no refleja la tendencia subyacente de la economía.

El BLS utiliza dos herramientas para conocer las NFP: un conteo, similar a un censo, y una encuesta entre las mayores empresas. Esa metodología implica que el dato es susceptible a revisiones y actualizaciones conforme el BLS va registrando con el censo preciso lo estimado en las encuestas. A veces esas revisiones pueden ser significativas, como las publicadas a principios de agosto cuando la cifra final fue menor en 800 mil plazas para el acumulado en el semestre, así que desde el punto de vista de un modelo económico, bien vale la pena esperar hasta que las cifras finales de NFP sean publicadas, seis meses después del final de cada mes.

Pero para inversionistas y mercados, el dato preliminar publicado el primer viernes de cada mes, es suficientemente bueno para procesarse y calibrar sus apuestas respecto de la marcha de la economía estadounidense, el factor más importante para la generación de ganancias y dividendos, las cuales determinan los precios de las acciones; y marcan también la temperatura de la oferta y la demanda, que son el insumo principal de la Reserva Federal para fijar sus tasas de interés, lo que a su vez mueve al mercado de bonos, el más importante de todos.

Personalmente, desde que trabajé en una consultoría en Princeton, New Jersey, hace casi treinta años, aprendí a través de mis colegas la importancia crucial de este dato mensual. En todo Wall Street, el silencio antes de la publicación del número es sepulcral, y un furor ruidoso estalla en cuanto se cuelga en internet el dato más importante del mundo.

 

domingo, 1 de septiembre de 2024

¿Quién Es El Verdadero Dueño Del Capital?

Los tres principales accionistas de Apple, la mayor compañía del mundo, son señores y señoras con nombres raros: Vanguard Group, Blackrock Inc, State Street Corporation. Si revisamos a los principales accionistas de las otras grandes compañías del mundo, el resultado, con algunas variaciones, son los mismos, añadiéndose nombre como Geode, FMR o T Rowe Price. ¿Quiénes son esas personas, los dueños del capital de las mayores empresas del mundo? Ellos son los verdaderos ricos del mundo, pero no son personas.

En las últimas décadas la propiedad del capital en el mundo ha sufrido una transformación notable. En la secuela de la postguerra el capital se concentraba en opulentos individuos y familias: los Rockefeller, los Vanderbilt, los Guggenheim. Pero conforme maduraron los sistemas financieros, y la pirámide poblacional envejeció, los fondos de pensiones se convirtieron en los grandes inversionistas del mundo, comprando acciones de las principales empresas globales a través de los gestores de activos, como Blackrock y Vanguard.

De esta forma la propiedad del capital contemporáneo reviste una estructura muy particular, la cual es muy importante entender pues tiene implicaciones muy relevantes.

Primero, los dueños del capital son fiduciarios de los verdaderos inversionistas. Efectivamente, empresas como Vanguard y Blackrock invierten recursos de terceros, manejan los recursos de sus clientes, no propios. State Street o Geode actúan por cuenta de terceros, las acciones que detentan de Apple, Microsoft, Nvidia o Amazon, si bien les pertenece, son adquiridas con el dinero de terceros inversionistas.

¿Y quienes son esos inversionistas?

Los principales inversionistas son los empleados de múltiples países, sobre todo de Estados Unidos, Europa, Japón y Asia, que están invirtiendo para su retiro de manera colectiva en vehículos financieros conocidos como fondos de pensión. Estos fondos confían los ahorros de sus clientes a profesionales de la inversión, quienes arman portafolios específicos para procurar un retiro adecuado para millones de empleados en el mundo.

De hecho, la identidad del mayor inversionista del mundo es poco conocida. Se trata de CALPERS, el administrador de fondos de pensiones de los trabajadores del estado de California. Así como en México nuestros mayores inversionistas son las Afores, también en California, Estados Unidos, Europa y Japón, los gigantes de las bolsas y mercados son los administradores de fondos de pensión.

Pero la complejidad del capitalismo y las finanzas contemporáneos imponen una división marcada entre la propiedad del capital y el poder de decisión sobre el mismo. Si bien, a través de lo que ahorran para su retiro, los trabajadores son los accionistas más importantes de las empresas globales, no tienen control sobre las decisiones de las empresas cuyas acciones poseen.

En un símil del contrato social de Rousseau, los trabajadores delegan en sus fondos de pensión, el poder de decisión, son quienes manejan esos fondos los que deciden cómo invertir.

Y como invertir en los mercados contemporáneo es algo tan complejo, los fondos de inversión usan a los gestores de activos para comprar acciones, bonos y otros instrumentos. Entre los mayores gestores del mundo encontramos a nombres más conocidos: Blackrock, Vanguard, JP Morgan, Morgan Stanley, Amundi, 

Estos gigantes de Wall Street, que manejan más dinero que los bancos tradicionales, concentran el dinero de los grandes inversionistas, y con ello, el poder de decisión, los votos que sus acciones les dan en la asamblea de accionistas de las corporaciones.

Los gestores de inversión son manejados por una élite financiera de profesionales entrenados en los modos en que los mercados funcionan, y detentan un poder desproporcionado respecto de su propia riqueza o sabiduría. Al manejar ellos por cuenta de terceros el mayor volumen de ahorro en la historia de la humanidad, el compacto grupo de financieros concentra un poder de influencia y decisión incomparable.

Los verdaderos dueños del capital, los millones de trabajadores que confían sus ahorros a sus fondos de pensión, renuncian a cualquier influencia en las decisiones corporativas a cambio de un rendimiento competitivo que les sirva para vivir un retiro holgado y libre de preocupaciones.

Los economistas conocen desde hace tiempo ese problema, y lo estudian bajo el nombre del problema del agente y el principal. Pero el tema va más allá de lo económico y lo financiero, y la ciencia política, entre otras, va muy rezagada al respecto en el análisis de este asunto, que es uno de los más relevantes de la economía contemporánea.

 

domingo, 25 de agosto de 2024

La Reserva Federal: Cerca De Lograr La Hazaña

La semana pasada los principales banqueros centrales del mundo se reunieron en Jackson Hole, una pequeña comunidad de Wyoming, en Estados Unidos, para sostener un diálogo de verano entre ellos mismos y con la comunidad académica. Inevitablemente la estrella de esa reunión fue Jerome Powell, el jefe del banco central de Estados Unidos, quien cumplió las expectativas del mercado y casi confirmó que luego de más de un año de mantener las tasas de interés en su nivel máximo en más de veinte años, empezaría un ciclo de recortes a partir de su reunión de septiembre.

De manera fortuita, la reunión veraniega de Jackson Hole se convirtió con el tiempo en una de las cumbres financieras. A partir de un origen casual, prohijada por el legendario Paul Volker, la reunión auspiciada por la Fed de Kansas City reúne todos los años a funcionarios, financieros y académicos para discutir, en un ambiente informal, los aspectos más urgentes e importantes de la economía y la política monetaria del mundo.

En esta ocasión las reuniones de Jackson Hole revestían una importancia especial, pues las condiciones para que la Fed de Estados Unidos comenzara a reducir sus réditos eran favorables: la inflación, luego del alza agresiva en el período 2021-2023, se encuentra firmemente rumbo al objetivo de dos por ciento fijado, al tiempo que el crecimiento del PIB, y la salud del mercado laboral de ese país, están equilibrados.

A diferencia de la mayoría de los bancos centrales del mundo, la Fed tiene un objetivo dual de política, pues debe de procurar el mayor crecimiento posible dentro del objetivo de una inflación no superior al dos por ciento. 

Esto significa que la Fed no únicamente mira con atención la dinámica de precios, sino que toma en cuenta para sus decisiones de tasas el comportamiento del mercado laboral. En meses recientes, los números ya revisados muestran que el ritmo de crecimiento del empleo en esa economía se ha moderado sustancialmente, si bien mantiene una cadencia muy aceptable luego de una dilatada expansión después de la pandemia.

La combinación de una inflación cada vez más baja, y un mercado laboral cada vez más lento, convenció a la Fed y a los mercados financieros que ha llegado el momento de comenzar a reducir las tasas de interés, las cuales han estado estacionadas en 5.5 por ciento durante el último año.

A los inversionistas les gustan mucho las bajadas en las tasas de interés, siempre y cuando no precedan a una recesión económica. Al bajar las tasas de interés el valor de los ingresos futuros titulados por bonos y acciones suben su valor, lo cual es favorable para los precios en el mercado. Este hecho quedó patente el mismo viernes, cuando las bolsas celebraron con muy sólidas ganancias las palabras de Jerome Powell comunicando el inicio del ciclo de bajas de tasas de la Fed.

Pero los mercados se anticipan siempre. Y ahora que ya están muy ciertos de que el primer recorte de réditos llegará en septiembre, la discusión entre los inversionistas se ha movido al tema del nivel al que descenderán las tasas en los próximos meses.

Los mercados anticipan siempre. No son infalibles. No es que acierten todo el tiempo. Pero en todo momento buscan anticiparse a los acontecimientos, movidos por las ganancias obtenidas por aquellos que llegan primero a la oportunidad de inversión. 

En las últimas semanas las apuestas respecto de cuántas reducciones de tasas veremos en los próximos meses varía. La expectativa más sólida es que en este año habrá dos recortes, y para los próximos doces meses los precios de los bonos de distintos plazos sugieren que probablemente veremos hasta cinco bajas.

¿Qué suele pasar con las bolsas cuando la Fed y los bancos centrales bajas sus tasas de interés?

Esta es la pregunta más comentada en los mercados estos días. La historia, que es la única herramienta que disponemos para tratar de adivinar lo que viene, no es concluyente, pero un patrón parece perfilarse: los mercados suelen subir si la bajada de tasas no es acompañada por una recesión económica.

Y todo parece indicar que la economía de los Estados Unidos, así como de las de economías avanzadas y la de un amplio conjunto de las economías emergentes, se encuentran con buena salud. 

Si el anterior escenario de baja inflación y crecimiento saludable se concreta en los próximos meses, los bancos centrales, encabezados por la Fed, habrán logrado la hazaña de pilotear la economía hacia un aterrizaje suave luego de la turbulencia de la pandemia y su secuela, lo que merecería un aplauso de pie.

domingo, 18 de agosto de 2024

¿Qué Sigue Para La Economía De Estados Unidos?

Para bien, los últimos dos años han sido peculiares para la economía de los Estados Unidos y, por lo tanto, para la del mundo. Desafiando todo pronóstico, el consumo y la inversión de ese país han soportado el costo financiero más alto de los últimos cuarenta años y han seguido expandiéndose a un ritmo tan poderoso que han arrastrado consigo a la economía internacional. Pero los últimos datos sugieren cierta fatiga, lo cual es entendible, pero lo importante es saber si son síntomas de recesión, o de moderación en el crecimiento.

Los Estados Unidos surgieron de la pandemia con su economía super cargada por estímulos monetarios y fiscales inusitados, lo que significó que las familias y las empresas contaban con niveles de riqueza e ingresos elevados que se volcaron al gasto y consumo una vez que se relajó el confinamiento.

Quizá lo anterior sea lo que explique por qué la economía ha podido continuar su expansión robusta en medio del alza de tasas de interés más agresiva de las últimas cuatro décadas. La última vez que el banco central de Estados Unidos, la Fed, subió sus tasas, la economía y los mercados apenas resistieron: en 2018, la Fed tuvo que recular al llevar las tasas al uno por ciento. En este ciclo las tasas pasaron de cero a 5.5 por ciento, pero la economía ha continuado su rotunda expansión.

Los historiadores económicos nos dirán dentro de algunos años qué fue lo que ocurrió. Por qué la economía mundial, jalada por la de Estados Unidos, pudo desafiar el alza en las tasas de interés sin agotarse. Por qué la recesión más anticipada de la historia no se materializó ( o demoró tanto en llegar).

Eso lo sabremos en algunos años, pero por ahora vivimos un bendito acertijo de una economía expandiéndose, con inflación a la baja, tasas de interés inusualmente elevadas y mercados financieros que, si bien volátiles, cumplen holgadamente su función de proveer de financiamiento a la economía global.

Pero la economía es muy severa, y hay que cuidarse mucho de no entusiasmarse y pensar que los milagros existen. Las elevadas tasas de interés de Estados Unidos, más temprano que tarde, cumplirán su función de moderar el consumo y la inversión, reflejándose en mercados laborales menos dinámicos.

Lo anterior parece estar ocurriendo ya, pues los datos más recientes, los de empleo en Estados Unidos del mes de julio, mostraron un dinamismo sensiblemente menor a lo esperado. Dentro de quince días el departamento de estadísticas laborales (BLS) publicará las cifras de agosto, las cuales serán cruciales para dilucidar si la expansión continúa con su sólido ritmo, o si hay una moderación que incida en la perspectiva de la política monetaria de la Fed en los meses siguientes.

Luego de la publicación del dato de empleo de julio, más débil de lo esperado, los mercados financieros se hundieron por temor a un estancamiento. Pero una serie de datos, que mostraban una continuada expansión, lograron alegrarlos de nuevo. No es de extrañar que los mercados les crean a las mejores cifras, su naturaleza es alegre y bullanguera.

Pero vale la pena remarcarlo: las cifras laborales son las más oportunas e importantes de una economía. Las ventas minoristas, las encuestas empresariales, o los datos de confianza del consumidor, no cuentan con la profundidad de las cifras provenientes del mercado laboral. Si el empleo muestra signos de moderación, será cuestión de tiempo para que el resto de las variables se alineen a lo que muestra el mercado de trabajo.

Existen muchos factores detrás del dinamismo económico estadounidense, más allá de las transferencias realizadas en la pandemia. La inversión física está propulsada por la necesidad de las empresas de adaptarse a la inteligencia artificial; la inversión en fábricas está resurgiendo debido al desplazamiento de la producción fuera de China; la expansión del gasto público en ese país ha alimentado la demanda de múltiples sectores; y el dólar fuerte ha impulsado el consumo de bienes importados para beneficios de los mayores socios comerciales de ese país.

Los próximos datos del mercado laboral, sin embargo, muestran que estamos cerca de una encrucijada, en la cual la expansión económica muestraría signos de importante modulación. De confirmarse, seguramente incidirá sobre la trayectoria de la política monetaria de la Fed, lo cual tendrá una influencia muy importante sobre las divisas, las tasas y los flujos de capital hacia el resto del mundo.

La tasa de interés de los Estados Unidos es la variable más importante de la economía global, es la referencia con la cual inversionistas, familias, empresas y gobiernos toman decisiones de mediano y largo plazo, por eso es tan relevante analizar lo que ocurre alrededor de las decisiones de su banco central.

Siempre es un reto dilucidar lo que ocurrirá con las tasas de interés en los Estados Unidos, pero pocas veces como ahora ha sido tan complejo, pues la multitud de factores que se entrelazan para explicarlas nunca había sido tan misteriosa.

 

domingo, 11 de agosto de 2024

Empachados Con El Sushi

Uno de los rasgos fundamentales de los mercados financieros contemporáneos es su profunda interconexión. Los periodistas y analistas financieros gustan de ilustrar esta característica con la conocida parábola del aleteo aislado de una mariposa que llega a provocar un huracán en el otro extremo del mundo. No les falta razón, sobre todo cuando episodios recientes, como la volatilidad provocada en el mercado del yen japonés, movió mercados y divisas en prácticamente todos los mercados del mundo.

Japón es la tercera mayor economía del mundo, un ejemplo de cómo la educación y la tecnología se combinan para producir una elevada competitividad internacional a partir de una base adversa, como fue la postguerra. Pero dentro de las adversidades que enfrenta se encuentra su demografía: la pirámide poblacional de ese país se caracteriza por una edad promedia cada vez más alta, y el envejecimiento secular es un desafío para la sociedad y economías del Japón.

Esa población cada vez más avejentada ha debido enfrentar las últimas décadas las largas secuelas de una desquiciada burbuja inmobiliaria que en los setenta y ochenta del siglo pasado elevó los precios de los bienes raíces del país a niveles absurdos. Cuando esa burbuja reventó a principios de los años noventa, dejó una estela de bolsas de valores deprimidas, bancos con profundas pérdidas, y a nivel del consumidor, décadas de deflación de precios. Lo que los economistas calificaron como una “trampa de liquidez”, una situación en donde la caída en los precios, desanimaban la inversión y por tanto, el crecimiento.

Cuando, tras la pandemia, la inflación resurgió con una extensión global, obligando a la vasta mayoría de los bancos centrales a elevar sus tasas de interés con el fin de frenar la escalada de precios, hubo una peculiar excepción: el Banco de Japón.

Las autoridades financieras de ese país, luego de décadas de querer producir inflación que les ayudara a resolver los efectos de la deflación de largo plazo que sufrían, decidieron no subir sus réditos de referencia con el fin de normalizar sus mercados de bienes y servicios. La situación de excepción que Japón había sufrido desde los años noventa hizo que temporalmente, la inflación fuera un resultado ventajoso para ese país, por lo que no restringieron su política monetaria mientras el resto del mundo lo hacía.

Pero la persistente inflación tuvo dos efectos contundentes: el primero fue que la alta cuota de ciudadanos ya pensionados, viviendo de una pensión fija, acostumbrados a precios cada vez menores durante décadas, de pronto enfrentaron el problema inverso y vieron cómo sus ingresos eran cada vez más insuficientes para vivir, erosionando la base social del gobierno. El segundo efecto fue la debilidad del yen, el cual cayó de las preferencias de los inversionistas globales y locales, quienes se inclinaron a invertir en divisas de los países que, como Estados Unidos y los otros, estaban subiendo sus tasas de rendimiento.

Las bajas tasas japonesas hicieron que los inversionistas dejaran de invertir en yenes, pero crearon el incentivo para endeudarse en yenes, profundizando uno de los mecanismos de financiamiento financiero más socorridos de los mercados: pedir prestado yenes para invertir en activos con monedas con mayores tasas, el ahora famoso “carry trade”.

El volumen del carry trade se disparó hasta niveles que aún hoy es difícil de estimar, pero fue colosal, y produjo durante varios años, rendimientos muy atractivos y seguros a los miles de inversionistas que recurrieron a esa estrategia, la cual dependía de un par de factores para ser exitosa: que el yen no subiera, y que las tasas de Japón se mantuvieran bajas.

Pero la caída del yen, que, a su vez, alimentaba el alza de precios locales, hizo insostenible la visión del Banco de Japón de tolerar un nivel aceptable de inflación y buscó detener la depreciación que lo hundió a mínimo de décadas en los inicios de este año. La primera herramienta que el banco central utilizó fueron sus reservas internacionales, con las que breve y modestamente logró apuntalar a su moneda, pero tras gastarse un porcentaje muy elevado de sus reservas y no lograr detener el despeñamiento del yen, no tuvo otro remedio más que usar su arma más contundente: elevar, por apenas la segunda vez en diecisiete años, sus tasa de interés de referencia.

Pero el alza de la tasa japonesa era justo lo que los millones de inversionistas del carry trade no necesitaban, por lo que tuvieron que abandonar masivamente esa estrategia, lo que provocó dos momentos: el primero fue desinvertirse en las divisas en que estaban, como dólares o monedas latinoamericanas, provocando una depreciación de diversa intensidad en cada una de ellas; y segundo, comprar yenes para repagar sus líneas de crédito japonesas, apreciando al yen.

Empachados de sushi, los inversionistas provocaron un tsunami financiero que hace una semana reverberó por todos los mercados financieros, amenazando con disparar una oleada descontrolada de ventas y caídas profundas en los precios. Fue tan abrupta la reacción, que un funcionario del Banco de Japón tuvo que declarar que no habría posteriores incrementos en las tasas de interés, si la estabilidad de los mercados se comprometía. Por el momento la tormenta amainó y los mercados se tranquilizaron, pero la lección que dejó este episodio es que debemos de estar atentos a lo que ocurre en el país del sol naciente.

domingo, 28 de julio de 2024

El Héroe Sin Capa De La Economía Se Fatiga

El consumidor estadounidense es el personaje más importante de la economía mundial. De su vigor dependen los productores de vino franceses, las fábricas de autos en México, la manufactura china y coreana, la producción de petróleo y gasolina de Canadá, y las ventas de pastas italianas. El consumidor estadounidense forma el mercado al cual toda empresa sueña con entrar, al cual todos quieren acceder a costa de lo que sea. Es allí en donde se decide la suerte de las grandes corporaciones, en donde los economistas depositan sus esperanzas de que la economía global continúe su expansión. Pero últimamente hay señales preocupantes.

El viernes pasado el índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, el indicador más seguido para medir el entusiasmo de este sector clave, cayó a su nivel más bajo en ocho meses, sumándose a otros datos que sugieren que, luego de echarse a los hombros a la economía mundial tras la caída brutal en el confinamiento de la pandemia, el consumidor estadounidense comienza a mostrar signos de agotamiento.

Recordemos que, para mantener a millones de personas confinados en casa para interrumpir los contagios, el gobierno de Estados Unidos, bajo los mandos de Trump, y luego de Biden, realizó una serie de transferencias enormes a todos los ciudadanos y a la gran mayoría de las empresas, de todos tamaños, para evitar también el colapso de la actividad productiva del país.

Encerrados en casa, los consumidores sólo pudieron gastar los subsidios recibidos en productos y servicios ofrecidos en línea, los cuales, afectados a su vez por el confinamiento de los productores, subieron sus precios, iniciando un episodio inflacionario que apenas está comenzando a ceder.

Al mismo tiempo que el gobierno regalaba cheques sustanciosos, el banco central de Estados Unidos, la Fed, redujo sus tasas de interés hasta cero por ciento, y llevó a cabo una inyección masiva de liquidez en el sistema bancario con el objetivo de que bancos y financieras, repletas de dinero, lo prestaran a empresas y consumidores a tasas bajas para que el crédito se incrementara y de esta forma la economía despegara del profundo pozo en que cayó durante el período más negro de la pandemia de Covid.

Inyectado con subsidios y crédito barato, el consumidor estadounidense salió vigoroso de la pandemia y condujo a la economía, nacional y global, a una expansión que sorprendió a todos por su fuerza, su duración, y su extensión. Fue tan fuerte que, enfrentando a una cadena de producción aún afectada por el confinamiento, elevó los precios de insumos y productos finales, produciendo la inflación más elevada de los últimos cuarenta años, obligando a la Fed a abandonar sus tasas de cero por ciento y elevarlas a su mayor nivel en tres décadas para tratar de enfriar la demanda y controlar los incrementos de precios.

Pero la salud del consumidor estadounidense, provisto de ahorros resultantes de los subsidios recibidos, y del sólido mercado laboral, era tan robusta que ni siquiera la inflación lo desanimó, y siguió comprando a pesar de que los artículos en los estantes de las tiendas subían sus precios, a pesar de la subida de los boletos de avión y las tarifas en los hoteles, a pesar de las cuentas más altas en los restaurantes, ignorando el hecho de que los autos, la ropa, y las colegiaturas, eran cada vez más caras.

Pero los milagros, en economía al menos, no existen. Y la inflación, el crédito más caro, y la erosión de los ahorros acumulados en la pandemia y gastados posteriormente, están ya mostrando sus efectos sobre el actor más fundamental de la economía del planeta: el consumidor estadounidense está mostrando algunas señales de fatiga.

Un conjunto de empresas cotizadas en las bolsas de valores, que deben de reportar sus cifras cada trimestre, mostró desde distintos flancos evidencias de debilidad en sus ventas como resultado de una menor demanda en los Estados Unidos, y en muchas ocasiones, también en el exterior.

En buena medida, esta debilidad no nada más es deseable, sino que fue deliberadamente buscada por la Fed, para enfriar la fuerte demanda que estaba elevando los precios y provocando la mayor inflación en cuatro décadas. El hecho de que los supermercados, que subieron los precios en este episodio inflacionario, estén de nuevo promocionando ofertas en sus tiendas, es lo que la Fed, y los bancos centrales del mundo, buscaron cuando empezaron a incrementar sus tasas de interés en 2022.

El reto ahora se resume en ese dicho castellano: ni dejar de alumbrar al santo, ni quemarlo. ¿Hasta dónde es deseable esta debilidad del consumidor? ¿Será posible modular el vigor del consumidor estadounidense y enfriarlo sin que su debilidad paralice a la economía global, enviándola a la recesión? Es en este punto de inflexión en donde los ciclos económicos se han roto en el pasado. La fortaleza con la que llegó a este punto el consumidor estadounidense quizá le ayude a pasar el vado con salud y resistencia. Ojalá, por el bien de todos.

domingo, 21 de julio de 2024

La Insoportable Fragilidad De Microsoft

Nuestra vida actual es mucho más fácil que la de nuestros ancestros. Pero más compleja. Esa complejidad transcurre de manera suave gracias a la imbricada tecnología que nos facilita todo nuestro quehacer cotidiano. Pero el reverso de la moneda de esa compleja facilidad es el riesgo de que cuando algo falla, los efectos pueden ser desproporcionados. La semana pasada fue, hasta hoy, el mejor ejemplo de lo anterior: el defecto de un pequeño detalle tecnológico acabó alterando el día a día de cientos de millones de personas, como si un huracán o un terremoto hubiera arrasado todo el planeta al mismo tiempo.

Pensemos en la vida cotidiana de hace un siglo: como cantó José Alfredo, las distancias apartan las ciudades, la comunicación entre personas estaba mediada por las distancias físicas de manera irremediable. La gran revolución de los transportes (el barco de vapor, luego el auto, y finalmente el avión), primero; y la revolución de las comunicaciones (teléfono, televisión, y finalmente, el internet), después, hicieron que la comunicación con cualquier persona en todo el mundo fuera de una facilidad inimaginable para el ciudadano de 1924.

Si pudiéramos viajar en el tiempo y decirles a nuestros abuelos niños, que del mundo en que venimos, es posible conversar, trabajar, hacer cirugías, o la guerra, en polos opuestos de la tierra, ni siquiera podrían imaginarlo.

Es simpático ver hoy cómo las películas de ciencia ficción hechas hace, digamos, cincuenta años, no alcanzaron a imaginar la complejidad de nuestro mundo. Salvo por los vehículos voladores, nuestro mundo actual es mucho más avanzado que el imaginado por los visionarios que lo soñaron en “Blade Runner”, “Regreso al Futuro”, o “Los Supersónicos”.

Recordemos esa última serie, esos dibujos animados que en la década de los setenta, narraban la vida cotidiana de una familia normal en un futuro impreciso en el tiempo. Para quienes imaginaron la vida futura de “los Supersónicos”, el colmo del avance tecnológico eran las videoconferencias. Pero estas eran fijas. No imaginaron nunca al teléfono móvil capaz de comunicarnos visualmente en cualquier parte. En “Blade Runner” Harrison Ford desciende de su patrulla voladora y entra a una cabina telefónica para hablar con su colega androide, con la cual está obsesionada; en otra escena, la policía del futuro hurga en unos cajones y se encuentra unas fotos polaroid, las cuales baraja rápidamente. Hace cuarenta años Hollywood imagino un mundo futuro en donde no existía el iPhone.

Pero el iPhone, y su competencia, son la tecnología capital de nuestros días. Son la herramienta que nos conecta individualmente con el ubicuo autómata global, la red de comunicaciones planetaria que une a todas las personas, empresas y gobiernos, en una invisible, pero complejísima urdimbre que nos tiene trabajando y consumiendo día y noche sin descanso en cualquier parte.

Ese tinglado inasible, no obstante, es una relojería de millones de piezas que funciona de manera impecable, como una amazonia informática, como un bioma tecnológico, perfectamente integrado en donde cada pieza necesita de las otras para funcionar ella misma, y así funcione la máquina completa. Por eso cuando una de esas piezas clave falla, la madeja completa se atora, y los efectos se sienten en todos los rincones del planeta, como ocurrió la semana pasada cuando una actualización de un software de seguridad de una compañía desconocida para el gran público interrumpió la vida cotidiana de cientos de millones de personas.

Un parche de seguridad informático, que debía actualizar de manera rutinaria los sistemas de Windows, de Microsoft, tuvo un defecto que causaba un apagón en los sistemas de esta compañía, que son los más ampliamente usados en las empresas, las familias y las telecomunicaciones del mundo. Para ser una falla tan pequeña, el daño sobre múltiples actividades en el mundo fue descomunal: miles de vuelos cancelados, empresas detenidas, servicios de todo tipo, bloqueados. Los medios calificaron al incidente como el mayor apagón tecnológico de la historia.

Hace cien años, lo que pasaba en un rincón del mundo era ajeno al resto. Hoy la intensa comunicación que gozamos tiene un costo, el de estar expuesto a que pequeñas fallas causen disrupciones desproporcionadas en vastas zonas del planeta.

La empresa detrás de la falla, Crowdstrike, era casi anónima más allá del mundo informático, especialista en combatir hackers y desarrollar parches de seguridad para las empresas líderes de software, como Microsoft. 

Que un detalle tan pequeño, proveniente de una empresas desconocida sea capaz de paralizar múltiples actividades en el mundo muestra la fragilidad que subyace en la compleja red que nos conecta a todos diariamente. No se requiere un plan maléfico por parte de una superpotencia para subvertir nuestra cotidianidad. Un error simple de una empresa cualquiera provoca una sacudida global sin comparación.

Nuestra vida diaria es más fácil que hace cien años, pero también es más frágil. El edificio que sostiene nuestro mundo conectado tiene cimientos que pueden no resistir una mariposa que aletea a su lado.

domingo, 14 de julio de 2024

La Verdadera Carrera de Autos: Se Trata de China Y Eléctricos

No es fácil ser un fabricante de auto estos días. La industria atraviesa su encrucijada más compleja en muchas décadas (algunos dicen que desde su creación), pero lo que sí es seguro es que en la próxima década el panorama del sector será completamente distinto a lo que es hoy: marcas centenarias desaparecerán, y nombres apenas conocidos serán los dominantes. Tres grandes fuerzas están cincelándolo: por un lado, la evolución hacia el auto eléctrico; por otro, la irrupción brutal de las automotrices Chinas en el mercado global; y por último, y en menor medida, la posibilidad del carro autónomo.

Veamos dos ejemplos: el primero, Stellantis, surgido de la fusión de tres marcas insignia de tres países distintos; la francesa Peugot; la italiana Fiat, y la estadounidense Jeep/Chrysler. El segundo, Volkswagen, la cual, hasta antes de la disrupción causada por el auto eléctrico, era la mayor fabricante de autos del mundo.

Los costos de desarrollar y vender un auto eléctrico, y/o autónomo son tan grandes, que no es posible que una marca la enfrente sola. Lo mismo aplica para montar una competencia contra los autos chinos, cuyas marcas se benefician de vender en el mayor mercado del mundo y con esos recursos financian su incursión en los mercados internacionales. Estos factores orillaron a las marcas que conforman Stellantis a fusionarse, para ahorrar costos y potenciar sus ingresos, conformando la cuarta mayor automotriz del mundo, ante la inviabilidad de seguir compitiendo individualmente.

Podría pensarse que es una cuestión de escala, que Peugot no era lo suficientemente grande como para sobrevivir sola. Pero veamos a Volkswagen, quien era la mayor automotriz, hasta que súbitamente los usuarios comenzaron a demandar autos eléctricos o híbridos, los cuales el gigante alemán, amo y señor de los autos de combustión interna, no producía.

La acción de Volkswagen da cuenta de las tribulaciones de la empresa teutona: luego de alcanzar un máximo en abril de 2021, su precio se ha desplomado 57 por ciento desde entonces, en lo que ha sido un derrumbe imparable de tres años, hasta un precio muy cercano al mínimo visto durante la pandemia.

La hecatombe financiera de Volkswagen se da en un período en que las acciones de la estadounidense Tesla, si bien con una acentuada volatilidad, se han multiplicado gracias a su oferta de autos eléctricos, mientras que las de su gran rival, la japonesa Toyota, han mostrado una muy firme recuperación gracias a su oferta de autos híbridos.

Para generaciones de consumidores, las marcas Volkswagen, Dodge o Fiat fueron sinónimos de autos, pero su supervivencia no está garantizada en los próximos años, en los cuales los consumidores querrán autos que emitan menos gases de efecto invernadero, al menor precio y de la mayor calidad posibles (y quizás, que sea autónomo). Y quien mejor está cumpliendo con lo que los consumidores requieren en este momento son los fabricantes de autos chinos.

Un auto nuevo se planea con cinco años de anticipación. Por ejemplo, la piel de los asientos, los materiales de los tableros, las piezas de los motores comienzan a cotizarse entre los proveedores con ese período de antelación. Pero, verbigracia, Vokswagen no sabe hoy si los consumidores en cinco años seguirán adoptando autos eléctricos o preferirán híbridos, si se rendirán al coche autónomo. No sabe si las medidas comerciales para detener la avalancha de importaciones de autos chinos seguirán vigentes en un lustro y podrá competirles. Dicen los que saben que el nivel de incertidumbre de los grandes fabricantes es inusitado, que no se había visto nunca.

China ya era desde 2008 el mayor productor de autos, pero en 2023 de convirtió en el mayor exportador, desbancando a Japón, y en 2024 se convirtió en el mayor mercado automotriz del mundo, desplazando por primera vez en la historia a Estados Unidos en la cima. Ese país es ya el corazón de esta industria, a quien todos quieren venderle, pero también el mayor exportador de coches, cuya calidad, eficiencia energética y precio están haciendo estragos entre los productores históricos de los otros países pues en muy corto tiempo se han ganado a una porción sorprendente de sus consumidores.

La velocidad con la que China se convirtió en la mayor potencia automotriz pescó a todos por sorpresa. Ocupados en la estrategia para competir con el auto eléctrico de Tesla, los productores tradicionales vieron como los autos eléctricos chinos inundaron los mercados en cuestión de meses, con una mezcla de calidad/precio difícil de igualar, haciendo temblar a los jugadores históricos sin importar su prosapia. Incluso los antes inexpugnables alemanes, como Mercedes o BMW, están siendo zarandeados por estos tres factores súbitos que han irrumpido en su centenaria hegemonía.

La industria automotriz es, de acuerdo con varios indicadores, la más importante de la economía mexicana, la cual es central para la estrategia de los grandes jugadores dentro de la encarnizada competencia global. La abrupta transformación en marcha en este sector presenta retos y oportunidades para nuestro país, los cuales hay que identificar y aprovechar.

 

domingo, 30 de junio de 2024

Copa América Vs Eurocopa: La Otra Historia

El calendario hizo que en esta ocasión los dos torneos continentales de futbol más importantes, la Copa América, y la Eurocopa, coincidieran en el tiempo. Hace cincuenta años el nivel entre ambas regiones era similar, hoy el futbol europeo avasalla, a pesar de la reciente victoria argentina en el mundial de Qatar. La Copa América no despliega el nivel futbolístico de la Eurocopa, pero a nivel económico las cosas son distintas. Por supuesto que la presencia de Estados Unidos inclina toda la balanza, pero es interesante ver cómo el nuevo continente se ha reconfigurado económicamente en las últimas décadas en esta otra competencia, en la que apabulla a la Eurocopa.

La diferencia más notable es la creciente brecha entre las economías de Estados Unidos y Europa. Hasta mediados de los años ochenta, ambas economías eran similares no únicamente en sus niveles de ingreso y riqueza, sino en su productividad. Con la irrupción de la primera oleada microelectrónica, la de la computadora personal, encabezada por IBM, Apple y otras empresas estadounidenses, comienza una deriva imparable entre ambas regiones que hasta el momento define la enorme brecha entre las dos.

Europa intentó competir con EEUU en el mercado de la computadora personal, con mediano éxito. Luego, la llegada de los teléfonos móviles vio un par de campeones europeos: Nokia y Ericsson que fueron sepultados con la irrupción del teléfono inteligente por parte de Apple. 

Pero la revolución provocada por internet, por los teléfonos inteligentes, por las apps, por las redes sociales, por la big data, las criptomonedas, por los autos eléctricos y ahora por la inteligencia artificial, ha tenido su origen y desarrollo en los Estados Unidos, especialmente en California y Texas. Europa ha estado ausente en las innovaciones relevantes de la economía en los últimos treinta años, convirtiéndose en una imitadora y adaptadora de las tecnologías generadas en América.

Lo anterior implica un efecto de muy largo plazo para el balance económico mundial, el cual depende de manera creciente de las nuevas y novísimas tecnologías generados en Silicon Valley.

Europa se ha convertido en una tierra de castillos y museos, en el destino de los fanáticos del fútbol, la moda y el ciclismo, en zona de cruceros por el mediterráneo, pero no en una región capaz de generar nuevas industrias capaces de transformar las estructuras existentes. 

Un dato sencillo y dramático ilustra el punto anterior. El valor de mercado de la mayor empresa del mundo, Microsoft, supera el valor de toda la bolsa de Londres, o de Frankfurt, o de París. Si, una sola empresa estadounidense vale más que todo el mercado de un país europeo.

Dentro de las veinte mayores empresas del mundo por valor de mercado se encuentran dieciséis estadounidenses, una saudí (Aramco); una taiwanesa (TSMC); y una china (Tencent). Solamente una empresa europea se encuentra entre las mayores veinte: la farmacéutica danesa Novo Nordisk, cuyo valor se ha inflado gracias a su droga anti obesidad. La empresa tecnológica europea más grande es la fabricante de chips neerlandesa ASML, y quien le sigue en tamaño es el emporio del lujo: LVMH, fabricante entre otras marcas, de Louis Vuitton. 

China es en este momento la única economía con el potencial de competir con California y Estados Unidos para generar las industrias del futuro. Financiadas por el Estado, un cúmulo de empresas de ese país se mueven en la frontera de la innovación y han sido capaces de competir con las empresas estadounidenses en un número de frentes. Pero tienen un flanco débil: los semiconductores y los lenguajes necesarios para esos desarrollos son estadounidenses. Sin los chips de su principal rival económico las empresas chinas tendrían que invertir en décadas de desarrollo propio para estar al nivel de competirles.

Los corredores del Tour de Francia saben que no pueden permitir que un grupo de ciclistas se escape demasiado del pelotón. A partir de cierta separación la fuga es irreversible, por lo que es necesario mantener la distancia en un rango manejable. En este caso el sector de alta tecnología parece haber abierto una brecha insalvable entre la Copa América y la Eurocopa, inversa a la situación que prevalece en el futbol: la distancia entre el futbol de equipos en Europa y América es inversamente proporcional a la que existe entre las empresas europeas y americanas de alta tecnología en aquellas ramas que son cruciales para el crecimiento futuro.

Ocurren excepciones por supuesto: Airbus supera a Boeing en la fabricación de aviones comerciales; las marcas de lujo francesas son insuperables en su campo; Ferrari no tiene igual al fabricar autos deportivos de lujo; la maquinaria industrial de precisión alemana sigue siendo la mejor del planeta.

Pero en la frontera de la tecnología, en donde se define la economía del próximo siglo, la ventaja de las empresas estadounidenses no nada más es abrumadora, sino creciente, y el pelotón del resto de las economía solo acierta a mirar cómo la aplanadora estadounidense, encabezada por California, se escapa sin remedio.

domingo, 23 de junio de 2024

La IA: Se Necesita Dinero Para Ser Rico

La economía moderna tiene un rasgo peculiar: las nuevas industrias requieren una inversión creciente para su desarrollo, lo que provoca que sólo los países que ya cuentan de por sí con capacidad de financiamiento, puedan a su vez financiar aquellas nuevas ramas que van a innovar a la economía global. En otras palabras, la inversión que requieren las nuevas industrias, como la Inteligencia Artificial (IA), es tal, que sólo los países más ricos pueden solventarla, y por tanto serán ellos quienes más se beneficien, resultando en un crecimiento en la brecha de desarrollo.

La economía moderna se fue desarrollando, geográficamente, por oleadas: iniciando con la revolución industrial en Inglaterra, expandiéndose después por Europa, seguido por Estados Unidos y Rusia, y al final llegando a los extremos de Asia y Latinoamérica.

La siderurgia es una industria que ayuda a ejemplificar este proceso. Iniciando en Inglaterra, Francia y Alemania, las mayores acereras del mundo son actualmente chinas, coreanas e hindús. El acero fue tan crucial para el desarrollo de las economías y las ciudades modernas, que su evolución fue vista como estratégica para el desarrollo nacional por lo que en muchas naciones esta industria fue subsidiada por los gobiernos con el fin de contar con un suministro asegurado de este insumo clave.

El desarrollo siderúrgico, y de otras industrias similares, representó en muchos países una presión fiscal considerable, que en ocasiones puso en aprietos sus balances, produciendo un ciclo intermitente de estancamiento-crecimiento debido a la insuficiencia de ahorro para financiar el desarrollo industrial, al punto de que, alrededor de los años ochenta del siglo pasado, la política industrial, que había sido un instrumento activo de los gobiernos, fue re-escalado con el fin de mejorar el balance fiscal.

Lo anterior es importante para comprender lo siguiente: son muy pocos los Estados que tendrían la capacidad de financiar una alternativa, o una competencia a la IA que en estos momentos se está generando en Estados Unidos por parte de un puñado de empresas. Más aún, son también poquísimas las compañías que podrían competir en términos del diseño y gestación de la IA con las empresas que en estos momentos están a la vanguardia.

El monto de la inversión para generar e implementar la IA es de tal tamaño, que sólo las mayores empresas del mundo, con recursos disponibles en sus cajas que superan las reservas internacionales de la mayoría de los países del mundo, y con un acceso a los mercados que no tienen ni siquiera algunas potencias globales, podrán enfrentar la inversión que requieren las nuevas industrias, basadas en IA y en otros nuevos desarrollos, como la explotación comercial del espacio.

La nueva riqueza de las naciones, el tema que dio origen a la economía como una profesión específica, dependerá para su crecimiento de esos sectores (IA, aeroespacial comercial, medicinas nuevas, etc.) cuyo desarrollo requiere una escala de inversión inédita. Ninguna industria en la historia moderna ha requerido la inversión que se requiere para sacar al mercado un ChatGPT ,o lo que viene. 

Esta pre-condición tendrá una implicación clara: los mayores beneficios de esas nuevas industrias se concentrarán en un puñado de empresas, y muy pocos países, agravando la concentración y la desigualdad entre naciones, empresas, sectores, y seguramente, también la población.

Regresemos a la siderurgia: para desarrollarla bastaba tener dinero, y contar con hierro y carbón. Tener recursos naturales era una ventaja. ChatGPT y los productos de la IA no tienen como insumo principal a las materias primas. Su ingrediente más importante es un grupo hiper especializado de programadores y de semiconductores que sólo media docena de empresas y un par de países en el mundo, pueden tener.

Adicional a ese escasísimo capital humano, la inversión en equipo para procesar la IA, la calidad de los chips que lo componen, y la energía necesaria para que corran son de una magnitud lejos del alcance de la mayoría de los países y empresas, y muy superior comparativamente a las inversiones que, en su momento, requirieron las industrias señeras del capitalismo contemporáneo: la textil, la siderúrgica, la automotriz, la computadora o internet.

Por el momento, estas nuevas industrias se están financiando a través de las empresas ya existentes: Apple, Microsoft, Google, Facebook, con fondos propios o prestados, son los principales financiadores de las novísimas tecnologías. Hasta hoy, son muy pocas las empresas de IA que han accedido directamente al mercado. Por eso el caso de Nvidia es tan importante.

Los chips que generan la IA son producidos por Nvidia, y los mercados parecen estar apostando a que esta empresa será la líder de la nueva economía, y por eso están financiándola directamente, con tal entusiasmo que el martes de la semana pasada se convirtió en la mayor empresa del mundo, superando a Microsoft y Apple. No siempre lo que los mercados dicen ocurre: suelen equivocarse, pero el mensaje parece claro, y aquellas empresas que están generando la IA serán quienes accedan al financiamiento, y las ganancias. Aunque sean las mismas que ya conocemos.