Esta es una de las canciones favoritas de mi hija, quien tiene seis años y es la fan nomber guan de John Lennon. La magia de Lennon, hacer de este ritual anodino, religioso, comercial y lugar común, un más allá, una trascendencia.
Happy Christmas, War Is Over (if you want it). Felicidades a todos.
viernes, 24 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
¿Devaluar o No Devaluar? He Allí El Dilema
En la última nota que publiqué aquí en este espacio, hablaba sobre “el fin del Euro”, y escribía que si bien los incentivos para abandonar el sistema de moneda común se estaban alineando, tanto en Alemania como en la periferia del Euro, los costos de corto plazo de abandonar la moneda única eran tan grandes (y pueden incluir la moratoria), que nublan los mayores beneficios que esos países tendrían al renunciar a ese experimento, mal diseñado de entrada.
Quiero abusar de la hospitalidad de este espacio para regresar sobre el tema, en vista de un par de opiniones que algunos lectores publicaron, y que pueden sintetizarse en lo siguiente: lo que escribí es una tontería, devaluar sólo produce pobreza.
Déjenme retomar el argumento de mis enojados lectores y comenzaré dándoles la razón: por supuesto, devaluar empobrece, y justo de eso se trata.
Pero antes de seguir, déjenme redondear el argumento: así como devaluar produce pobreza, revaluar produce riqueza, y ambas son artificiales. Creo que mis enojados lectores que me reprochan el argumento de que los PIGS, España, Portugal, Grecia e Irlanda (y otros) deben de devaluar para salir de la crisis, deberían de estar de acuerdo conmigo entonces con que nunca debieron de revaluar sus monedas y sentirse más ricos de lo que verdaderamente eran. El Euro los hizo sentirse alemanes de la noche a la mañana. Y no lo son. Les falta mucho.
El argumento central es el siguiente: enojados lectores, tan malo es devaluar, como revaluar. Es difícil jugar con los tipos de cambio: lo mejor es dejarlos flotar libremente para que la oferta y la demanda refleje la productividad de las economías y la demanda neta por sus activos.
Al entrar al Euro, los PIGS súbitamente tuvieron una moneda más fuerte de lo que merecían, y sus familias y empresas se endeudaron, y se fueron a comprar por el mundo activos que no podían pagar pero que financiaron con empréstitos que el resto del mundo les otorgaba pues el Euro es un cheque en blanco firmado por Alemania, hasta que los teutones digan: hasta aquí llegué.
Los PIGS no son tan ricos como ellos creen: han vivido prestados del crédito barato que les produjo entrar bajo la égida alemana, abandonar el Euro por supuesto que los haría más pobres de lo que son ahorita, pero en realidad, devaluando los PIGS se establecerían en el nivel en donde deberían de estar de no estar inflados por la calidad crediticia alemana. No, abandonar el Euro no los haría pobres: solamente los pondría en su lugar, lo cual significa que sus salarios serían más bajos de lo inflados que están ahora, y sus divisas reflejarían su productividad local.
Existe otra vía por supuesto, equivalente a devaluar pero sin abandonar el Euro, y ésta es que los PIGS bajen sus salarios, y sus precios. Sus valores nominales, no reales. Y eso, como se pueden imaginar, en un contexto en donde la inflación está por debajo del 2%, es muy difícil de hacer.
Hay adicionalmente un argumento más o menos contundente que demuestra que mantener una moneda artificialmente subvaluada, devaluada, no necesariamente produce pobreza: ¿les suena China?
China ha mantenido a su moneda artificialmente baja durante varios lustros ya, buscando avasallar el mercado mundial con sus productos y así crecer aceleradamente para llevar creciente bienestar económico a sus habitantes y a sus élites. Al menos que yo me haya perdido de algo, China ha podido mantener una moneda artificialmente devaluada y producir riqueza y crecimiento económico al mismo tiempo .
Yo pensaría que aquellos ortodoxos mexicanos que al escuchar la palabra devaluación reparen inmediatamente y saquen la tarjeta roja del argumento que esta expediente produce tan sólo pobreza, ya habrían revisado la experiencia de China de las últimas dos décadas y hubieran extraído sus conclusiones, pero parece que algo me perdí.
Existe por allí otro país que cuando quiere, sobrevalúa su moneda con el fin de comprar activos en el exterior y atraer hacia si lo mejor del mundo para elevar su productividad; y cuando quiere pagar sus deudas y vender lo que produce al resto del mundo, devalúa su moneda, desoyendo a la ortodoxia que dice que el sacrosanto tipo de cambio no debe de devaluarse so pena de producir pobreza: ese país se llama Estados Unidos, y ahorita, en este instante, con sus tasas de interés prácticamente en cero, está empobreciendo a sus habitantes, devaluando el dólar, con el propósito de aumentar sus exportaciones y tratar de nivelar sus deudas.
¿Devaluar empobrece? Por supuesto, y justo de eso se trata: de bajar los salarios reales para ser más competitivos. ¿Se vale hacer esa trampa? Depende de cada país y de cada momento.
¿España y los PIGS deberían de devaluar para salir de sus espantosas recesiones? Deberían pero no pueden, y ajustar sus salarios nominales va a ser largo y penoso. ¿China, la gran devaluadora, ha producido pobreza al mantener artificialmente baja su moneda por dos décadas? Creo que los resultados son elocuentes. ¿Van los Estados Unidos a mantener su dólar subvaluado durante mucho tiempo? Ojalá y no, por el bien del mundo. ¿Debe México devaluar? Ya devaluamos, y muchos ni se dieron cuenta.
El tipo de cambio es un precio fijado por el mercado, no por los políticos, y tanto devaluarlo como revaluarlo tienes sus consecuencias. A algunos países les salen bien las cosas al tratar de manipularlos, vean a los chinos, a otros el resultado es un desastre, vean a Argentina y a México hasta 1995.
El problema del Euro es que no se puede tener una moneda común, y doce políticas fiscales y doce políticas laborales. Lo que esto produce es una moneda que para los alemanes está subvaluada y pueden exportar como chinos, pero para los españoles esa misma moneda está sobrevaluadísima y les representa una camisa de fuerza de la que no pueden escapar, y la única forma de moverse es adelgazando mucho dentro de la misma camisa. La misma moneda, el Euro, es una arma exportadora para los alemanes, y una losa que les impide exportar a los españoles.
Fue un error de diseño: una moneda con doce políticas. Es muy difícil escapar de ella, vamos a ver qué pasa.
Quiero abusar de la hospitalidad de este espacio para regresar sobre el tema, en vista de un par de opiniones que algunos lectores publicaron, y que pueden sintetizarse en lo siguiente: lo que escribí es una tontería, devaluar sólo produce pobreza.
Déjenme retomar el argumento de mis enojados lectores y comenzaré dándoles la razón: por supuesto, devaluar empobrece, y justo de eso se trata.
Pero antes de seguir, déjenme redondear el argumento: así como devaluar produce pobreza, revaluar produce riqueza, y ambas son artificiales. Creo que mis enojados lectores que me reprochan el argumento de que los PIGS, España, Portugal, Grecia e Irlanda (y otros) deben de devaluar para salir de la crisis, deberían de estar de acuerdo conmigo entonces con que nunca debieron de revaluar sus monedas y sentirse más ricos de lo que verdaderamente eran. El Euro los hizo sentirse alemanes de la noche a la mañana. Y no lo son. Les falta mucho.
El argumento central es el siguiente: enojados lectores, tan malo es devaluar, como revaluar. Es difícil jugar con los tipos de cambio: lo mejor es dejarlos flotar libremente para que la oferta y la demanda refleje la productividad de las economías y la demanda neta por sus activos.
Al entrar al Euro, los PIGS súbitamente tuvieron una moneda más fuerte de lo que merecían, y sus familias y empresas se endeudaron, y se fueron a comprar por el mundo activos que no podían pagar pero que financiaron con empréstitos que el resto del mundo les otorgaba pues el Euro es un cheque en blanco firmado por Alemania, hasta que los teutones digan: hasta aquí llegué.
Los PIGS no son tan ricos como ellos creen: han vivido prestados del crédito barato que les produjo entrar bajo la égida alemana, abandonar el Euro por supuesto que los haría más pobres de lo que son ahorita, pero en realidad, devaluando los PIGS se establecerían en el nivel en donde deberían de estar de no estar inflados por la calidad crediticia alemana. No, abandonar el Euro no los haría pobres: solamente los pondría en su lugar, lo cual significa que sus salarios serían más bajos de lo inflados que están ahora, y sus divisas reflejarían su productividad local.
Existe otra vía por supuesto, equivalente a devaluar pero sin abandonar el Euro, y ésta es que los PIGS bajen sus salarios, y sus precios. Sus valores nominales, no reales. Y eso, como se pueden imaginar, en un contexto en donde la inflación está por debajo del 2%, es muy difícil de hacer.
Hay adicionalmente un argumento más o menos contundente que demuestra que mantener una moneda artificialmente subvaluada, devaluada, no necesariamente produce pobreza: ¿les suena China?
China ha mantenido a su moneda artificialmente baja durante varios lustros ya, buscando avasallar el mercado mundial con sus productos y así crecer aceleradamente para llevar creciente bienestar económico a sus habitantes y a sus élites. Al menos que yo me haya perdido de algo, China ha podido mantener una moneda artificialmente devaluada y producir riqueza y crecimiento económico al mismo tiempo .
Yo pensaría que aquellos ortodoxos mexicanos que al escuchar la palabra devaluación reparen inmediatamente y saquen la tarjeta roja del argumento que esta expediente produce tan sólo pobreza, ya habrían revisado la experiencia de China de las últimas dos décadas y hubieran extraído sus conclusiones, pero parece que algo me perdí.
Existe por allí otro país que cuando quiere, sobrevalúa su moneda con el fin de comprar activos en el exterior y atraer hacia si lo mejor del mundo para elevar su productividad; y cuando quiere pagar sus deudas y vender lo que produce al resto del mundo, devalúa su moneda, desoyendo a la ortodoxia que dice que el sacrosanto tipo de cambio no debe de devaluarse so pena de producir pobreza: ese país se llama Estados Unidos, y ahorita, en este instante, con sus tasas de interés prácticamente en cero, está empobreciendo a sus habitantes, devaluando el dólar, con el propósito de aumentar sus exportaciones y tratar de nivelar sus deudas.
¿Devaluar empobrece? Por supuesto, y justo de eso se trata: de bajar los salarios reales para ser más competitivos. ¿Se vale hacer esa trampa? Depende de cada país y de cada momento.
¿España y los PIGS deberían de devaluar para salir de sus espantosas recesiones? Deberían pero no pueden, y ajustar sus salarios nominales va a ser largo y penoso. ¿China, la gran devaluadora, ha producido pobreza al mantener artificialmente baja su moneda por dos décadas? Creo que los resultados son elocuentes. ¿Van los Estados Unidos a mantener su dólar subvaluado durante mucho tiempo? Ojalá y no, por el bien del mundo. ¿Debe México devaluar? Ya devaluamos, y muchos ni se dieron cuenta.
El tipo de cambio es un precio fijado por el mercado, no por los políticos, y tanto devaluarlo como revaluarlo tienes sus consecuencias. A algunos países les salen bien las cosas al tratar de manipularlos, vean a los chinos, a otros el resultado es un desastre, vean a Argentina y a México hasta 1995.
El problema del Euro es que no se puede tener una moneda común, y doce políticas fiscales y doce políticas laborales. Lo que esto produce es una moneda que para los alemanes está subvaluada y pueden exportar como chinos, pero para los españoles esa misma moneda está sobrevaluadísima y les representa una camisa de fuerza de la que no pueden escapar, y la única forma de moverse es adelgazando mucho dentro de la misma camisa. La misma moneda, el Euro, es una arma exportadora para los alemanes, y una losa que les impide exportar a los españoles.
Fue un error de diseño: una moneda con doce políticas. Es muy difícil escapar de ella, vamos a ver qué pasa.
domingo, 5 de diciembre de 2010
Francisco Cervantes en la FIL: Cara Lusitania
Este año en la FIL creo que hubo menos sorpresas: algunos grandes autores murieron en el curso de los últimos meses (el año pasado me tocó todavía ver en los pasillos a Carlos Montemayor y a Monsivais) y aún no produce la industria, ni los lectores, a sus reemplazos.
Mario Vargas Llosa, el nobel del año, es un autor ya tan leído que sus reediciones se apilaban en el stand de su editorial sin mucho entusiasmo (curioso, no estaba "La Ciudad y los Perros”), pues sus lectores predatamos el reconocimiento del Nobel y no nos hacía falta el descubrimiento sueco para leerlo.
La primera vez que vine a la FIL me tocó en el avión con Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, la fama se desgasta a fuerza de la edad y de la muerte, así que la FIL necesita un recambio de divas pronto, si no se arriesga a funcionar con talento extra-literario o escritores con estrella de segunda por mucho talento que tengan.
Pero me encontré una pequeña joya: Cara Lusitania, del enorme Maestro, Francisco Cervantes.
Publicada por Aldus y el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, Cara Lusitania tiene el subtítulo: Poetas Portugueses Contemporáneos.
La edición está a cargo de Norma Salazar y Raúl Renán, y cuenta con una Introducción de Mario Morales Castro, en donde se aclara que las traducciones surgen del archivo lusitano dejado por el Maestro Cervantes.
Hasta allí los detalles, lo bueno es lo siguiente.
Un poeta enorme en su propio derecho. Poeta que decidió escribir para nadie una poesía en lengua casi muerta, en lenguas arcáicas y periféricas: Francisco Cervantes decidió seguir la voz de su sangre y, convencido que el origen gaélico de sus abuelos lo obligaba a rescatar esa lengua, llegó al dulce murmullo lusitano y por ese río, al mar de Fernando Pessoa.
Antes que Octavio Paz, Francisco Cervantes es el introductor de ese continente populoso: Fernando Pessoa, a México. Sus traducciones son anteriores -y algunos diríamos, mejores- a las de “Versiones y Diversiones”, y estoy convencido que nadie conoció al desasosegado portugués tan bien como Cervantes.
Pero la sorpresa de Cara Lusitania es que Carvantes, de manera callada pero constante, nos estaba preparando un regalo precioso: sus traducciones de poetas portugueses que terminan por definir el carácter y la forma de esa poesía más allá del gigante.
Dicen que Cervantes les llamaba poetas pessoalísimos, a quien tradujo más por afinidad que por rigor académico: Adolfo Casais Montero, Raul de Carvalho, Luiza Neto Jorge; Manuel Gusmao, Miguel Torga (quien me fue presentado por mi compadrito, el jose), Fiama Hasse Pais Brandao, Vitorino Nemesio, Sophia de MelloBreyner Andressen, Eugenio de Andrade, José Regio, David-Maurao Ferreira, Mario Cesaryni de Vasconcelos, Antonio Ramos Rosa, Antonio Osorio, y Fernando Guimaraes.
Difícil que alguien pueda hacer una selección mejor de la poesía portuguesa: nadie la conoció mejor que Francisco Cervantes, cuyas cenizas se encuentran parcialmente en el suelo y en las aguas dulces de esa, su nación literaria.
Difícil también que haya una mejor traducción: Cervantes decidió que su vocación sería recuperar su herencia vocal, y que su destino sería cantar para nadie. Nadie en México conoció esa lengua como él, y esa vocación y esa pasión por la dulce lengua de Camoes nos regresa ahora en la forma de este bellísimo volumen, gracias por lo que nos da aún: Maestro Cervantes.
Mario Vargas Llosa, el nobel del año, es un autor ya tan leído que sus reediciones se apilaban en el stand de su editorial sin mucho entusiasmo (curioso, no estaba "La Ciudad y los Perros”), pues sus lectores predatamos el reconocimiento del Nobel y no nos hacía falta el descubrimiento sueco para leerlo.
La primera vez que vine a la FIL me tocó en el avión con Carlos Fuentes y Mario Vargas Llosa, la fama se desgasta a fuerza de la edad y de la muerte, así que la FIL necesita un recambio de divas pronto, si no se arriesga a funcionar con talento extra-literario o escritores con estrella de segunda por mucho talento que tengan.
Pero me encontré una pequeña joya: Cara Lusitania, del enorme Maestro, Francisco Cervantes.
Publicada por Aldus y el Instituto Queretano de la Cultura y las Artes, Cara Lusitania tiene el subtítulo: Poetas Portugueses Contemporáneos.
La edición está a cargo de Norma Salazar y Raúl Renán, y cuenta con una Introducción de Mario Morales Castro, en donde se aclara que las traducciones surgen del archivo lusitano dejado por el Maestro Cervantes.
Hasta allí los detalles, lo bueno es lo siguiente.
Un poeta enorme en su propio derecho. Poeta que decidió escribir para nadie una poesía en lengua casi muerta, en lenguas arcáicas y periféricas: Francisco Cervantes decidió seguir la voz de su sangre y, convencido que el origen gaélico de sus abuelos lo obligaba a rescatar esa lengua, llegó al dulce murmullo lusitano y por ese río, al mar de Fernando Pessoa.
Antes que Octavio Paz, Francisco Cervantes es el introductor de ese continente populoso: Fernando Pessoa, a México. Sus traducciones son anteriores -y algunos diríamos, mejores- a las de “Versiones y Diversiones”, y estoy convencido que nadie conoció al desasosegado portugués tan bien como Cervantes.
Pero la sorpresa de Cara Lusitania es que Carvantes, de manera callada pero constante, nos estaba preparando un regalo precioso: sus traducciones de poetas portugueses que terminan por definir el carácter y la forma de esa poesía más allá del gigante.
Dicen que Cervantes les llamaba poetas pessoalísimos, a quien tradujo más por afinidad que por rigor académico: Adolfo Casais Montero, Raul de Carvalho, Luiza Neto Jorge; Manuel Gusmao, Miguel Torga (quien me fue presentado por mi compadrito, el jose), Fiama Hasse Pais Brandao, Vitorino Nemesio, Sophia de MelloBreyner Andressen, Eugenio de Andrade, José Regio, David-Maurao Ferreira, Mario Cesaryni de Vasconcelos, Antonio Ramos Rosa, Antonio Osorio, y Fernando Guimaraes.
Difícil que alguien pueda hacer una selección mejor de la poesía portuguesa: nadie la conoció mejor que Francisco Cervantes, cuyas cenizas se encuentran parcialmente en el suelo y en las aguas dulces de esa, su nación literaria.
Difícil también que haya una mejor traducción: Cervantes decidió que su vocación sería recuperar su herencia vocal, y que su destino sería cantar para nadie. Nadie en México conoció esa lengua como él, y esa vocación y esa pasión por la dulce lengua de Camoes nos regresa ahora en la forma de este bellísimo volumen, gracias por lo que nos da aún: Maestro Cervantes.
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