domingo, 14 de agosto de 2016

La Mano Invisible Comienza A Construir La Burbuja

Cuando mi hija era pequeña una vez me preguntó a qué me dedicaba. Le expliqué que mi profesión creía en una mano invisible que movía al mundo: esa noche no pudo dormir soñando esa mano espectral. Y bien mirado tenía razón: la noción de una mano invisible que acomoda las cosas es una idea fantasmagórica, De espanto. Pero si alguien duda de la existencia de esa mano invisible que ordena y asigna ese mecanismo misterios que es el mercado, basta atisbar al cierre de los mercados  del jueves pasado.
El jueves pasado, y en medio de una marcado incertidumbre global, los mercados cerraron en máximos históricos. Y lo hicieron de manera espectacular: los tres índices más famosos del mercado, las celebrities de Wall Street: el Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq, concluyeron los tres al unísono en records históricos. Lo notable de este record triple es que la última ocasión que esta constelación fue vista fue en el último día del pasado milenio: justo el 31 de diciembre de 1999. Esa misteriosa mano invisible acomodó en el último día del milenio anterior a los tres principales índices: el Dow, el S&P 500 y el Nasdaq en la última jornada del milenio en los máximos de su historia. Tal alineación no volvió ocurrir en el nuevo milenio hasta el jueves pasado.
Pero la inescrutable mano invisible hizo que seis días después del último día del milenio, los mercados comenzaran a derrumbarse, a despeñarse estrepitosamente desinflando la famosa burbuja tecnológica, anticipando una recesión económica y causando un crack bursátil en el mercado tecnológico que tardó quince años en recuperarse.
El jueves pasado entonces, fue la primera vez en este milenio que los tres principales índices cerraron en récord históricos. Y muchos recordaron que tras la última vez que esto sucedió, seis días después comenzó la debacle.
¿Se repetirá la historia? Puede ser, pero quizá no esa.
Hay que tener cuidado con lo que los lógicos llaman falacias de composición: estructuras lógicas que alcanzan conclusiones verdaderas construidas a partir de premisas falsas. ¿Seis días después que en el último día del pasado milenio los mercados cerraron los tres juntos en máximos históricos, éstos comenzaron a derrumbarse? Verdadero. Pero hay que recordar que antes de esa última jornada del milenio, un cierre récord triple era de lo más común. Y que antes de ese día finisecular,  seis días después, un mes después, o un año después, los mercados no sólo no se derrumbaban, sino que seguían subiendo. Antes del último día del pasado milenio un cierre triple unísono era síntoma de que nuevos récords estaban por venir. Hasta que ya no.
¿Que sigue luego de que el jueves pasado y por primera vez en este milenio los mercados concluyeron en máximos históricos? ¿Viene el inminente derrumbe, o es el inicio de una inflación bursátil? Afortunadamente conocemos con precisión la respuesta: es imposible saberlo. Los dos escenarios son posibles y debemos de prepararnos para ambos.
En mi opinión el escenario con la mayor probabilidad de ocurrencia es el segundo: es probable que la burbuja apenas comience y que éste récord triple del jueves sea el inicio de una inflación en el precio de los activos financieros. La explicación posible es que estos cierres históricos se han dado sin euforia, sin legiones de inversionistas minoritarios subiéndose al rally de manera desaforada y sin miramientos. Da la sensación que llegamos a este récord triple sin la irracionalidad de una burbuja, que este techo histórico fue alcanzado con tiento mas que con euforia, con incredulidad más que con la obnubilación de la burbuja.
Una burbuja bursátil sólo se reconoce cuando se revienta. El hecho de que este récord triple de Wall Street ocurra en medio del Brexit, del estancamiento europeo, de tasas negativas de interés, de incertidumbre respecto de la economía china, de tanta incertidumbre, ¿significa que estamos ante una exuberancia irracional e injustificada?. O será acaso que la burbuja, la irracionalidad de ver una inflación desmesurada del precio de las acciones acaba de iniciar. No es posible saberlo. Sólo sabremos si estamos ante el inicio o ante el final de una burbuja especulativa cuándo ésta se rompa.
Este argumento recuerda a los cínicos, aquellos filósofos griegos que refutaban a sus contrincantes, los escépticos, quienes negaban la posibilidad del movimiento, arrojándoles una piedra, y no refutando las falacias filosóficas de sus rivales. Pero los desarrollos recientes de las teorías de finanzas, desde Eugene Fama hasta Benoît Mandelbrot apoyan la especie que los mercados financieros son estocásticos, que la impredecibilidad es su marca genética, que es un proceso azaroso cuyo derrotero sólo la fantasmagórica e inescrutable mano invisible conoce.

Sólo el futuro puede decirlo, y como los físicos lo saben: el futuro no puede conocerse. Sólo en el futuro podremos voltear atrás y veremos si éste histórico triple récord de los mercados fue el inicio del derrumbe y el preludio de una nueva recesión, o si fue el primer día de una inflación bursátil que siguió alzándose hasta que un buen día, una mano invisible la pinchó dejando náufragos y despojos. O quizá sabremos en el futuro que éste día fue como cualquier otro, y los mercados siguieron como hasta hoy: empujando nuevas alzas de manera laboriosa, en medio de tormentas y escollos, entre turbulencia y malestares, entre incertezas y desafíos. Tal y como hasta ahora ha ocurrido.