domingo, 28 de abril de 2019

Domingos Rancheros: ¿Cómo Se Dice "El Mariachi" en Coreano?

A diferencia del ranchero, que es una artesanía manual, la música pop es un producto industrial. Decir lo anterior es un lugar común, pero si lo tomamos literalmente eso quiere decir que la música industrial, el pop, puede producirse en masa y en cualquier país, como la globalización produce el iPhone en China o en Vietnam, y los Audi en Alemania o en México.

Así como los europeos y estadounidenses inventaron el automóvil, y refinaron su producción hasta estandarizar el proceso y segmentarlo en partes que permiten automatizarla en Asia, así la música pop, creada en el capitalismo anglosajón, es hoy producida de manera más eficiente en Corea que en sus lugares de origen.

Si el pop es una música industrializada, entonces será maquilada y exportada por los mejores manufactureros del mundo: los coreanos. Y creo que el anterior argumento explica el surgimiento y dominio del K-pop en las listas de popularidad de decenas de países.

La música es una de las grandes industrias de la economía moderna, y tras la terrible crisis de 2008-2009, Corea tomó la determinación, deliberada, de crear una industria pop de exportación. Algo que ¿por qué no? deberíamos de imitar.

El resultado ha sido espectacular para la economía coreana,  con grupos de K-pop vendiendo decenas de millones de discos por el mundo. Mi hija adolescente, que es fan y que no me perdonaría no escribir este post, me ha presentado a sus ídolos coreanos, y me he topado con una canción muy singular: Airplane PT.2 de BTS, el más popular de los ensambles del K-pop.



La rola inicia como una rumba caribeña y se convierte luego en un pop industrial y pegajoso. La canción comienza a describir la vida del artista pop, viajando de una ciudad a otra, entre ellas Mexico City, dando lugar al pegajoso estribillo que si, es en español y dice lo que se entiende: "el mariachi, el mariachi".

Vean a dónde fue a dar este género rural e íntimo de México: al vórtice del remolino pop más notable de esta década: el K-pop. Nadie sabe para quién trabaja. Vaya.

Dejemos De Regalar El Aire De México Por Favor

En algún momento de la década de los ochenta, México dejó de ser un país rural y se convirtió en urbano. De entonces a la fecha el Estado mexicano en sus distintos niveles (municipal, estatal, federal), ha estado regalando a los propietarios un bien público cuyo valor crece día a día: el aire urbano, el espacio encima de nuestras calles y parques. Así como una Ley de Coordinación Fiscal distribuye impuestos y transferencias entre las entidades y la federación, deberíamos de tener una Ley de Coordinación Urbana para distribuir esa riqueza que hasta ahora regalamos.
Piensen por ejemplo en Avenida Mazaryk, en Avenida Reforma en la Ciudad de México; en Avenida Chapultepec en Guadalajara; en Constitución en Monterrey; en el boulevard Pedro Infante en Culiacán. Hay cientos de casos en el país. La infraestructura pública financiada con impuestos de todos, ha dado un gran valor comercial a esos polígonos urbanos. Los propietarios de las superficies de dichos polígonos se han apropiado de esa riqueza al desarrollar verticalmente sus predios pagando poco, o a veces nada, al Estado por un valor generado por la dinámica urbana.
Hay muchos casos de apropiación privada de los beneficios generados por el público, los repetidos rescates bancarios por ejemplo, pero el dejar de regalar el espacio urbano está en nuestras manos pero requiere de una coordinación de los tres niveles de gobierno, coordinados por el gobierno federal.
Pongamos dos ejemplos de por qué esto es así. Si un extranjero entra por tierra por el norte del país lo primero que ven (y yo, feliz de citar al Piporro), son nuestras “chulas fronteras”). La República es la primera interesada en tener una imagen urbana que proyecte nuestro país. ¿Quién diseña el plano y la dinámica de las ciudades fronterizas? Quizá un funcionario de segundo orden en el gobierno municipal. La imagen de nuestra frontera debe de ser cincelada con el concurso de la Sedatu, la Conagua, la Semarnat, los gobiernos de los estados fronterizos y por supuesto los municipales. El segundo ejemplo, con los mismo argumentos, son los grandes centros turísticos del país, en donde el INBA y el INAH deben de participar también.
Para que ello ocurra debería de existir una Ley de Coordinación Urbana, sobre todo para ponerse de acuerdo en cómo generar, gestionar y recaudar los ingresos que deberían de provenir de la densidad y el potencial urbanos.
El propietario de una superficie no puede tener el derecho ilimitado de la densidad y el potencial constructivo por encima de su predio. Más allá de cierto nivel (tres, cuatro niveles, por ejemplo), el espacio urbano es público, y debe de ser gestionado de acuerdo con las necesidades de las ciudades y la idea de economía urbana que tien el Estado.
Más allá de la densidad a que los propietarios tienen derecho, el potencial por encima del mismo debe de ser autorizado y tasado por el Estado con el fin de financiar el desarrollo y la movilidad  urbanos y el espacio púbico que necesariamente debe acompañar a la verticalidad. Hasta hoy, ese potencial ha sido apropiado por los propietarios a una tasa mínima, lo que significa que el Estado, en sus tres niveles, ha dejado de recaudar muchísimos recursos necesarios para el desarrollo urbano del país.
En las zonas rurales lo que importa es la superficie, no la densidad. En las zonas urbanas la densidad puede llegar a ser más importante que la superficie, y por lo tanto más valiosa. Esa densidad debe de ser producida a partir de un diseño que tenga el interés público como centro: generar ciudades sustentables, y los privados a cambio de la misma deben de contribuir a las haciendas públicas.

¿Puede La Fed Distorsionar Las Predicciones Del Mercado?

Mucho se ha escrito estos días sobre la relación entre la pendiente de la curva de rendimiento de los bonos de Estados Unidos, y la probabilidad de una recesión económica en la mayor economía del mundo. En los últimas tres décadas la correlación es perfecta: cada vez que a curva se invierte sobreviene una recesión. Mucho se ha escrito también de que en esta ocasión la correlación será distinta. No está claro, pero si hay algo distinto: la Reserva Federal es el mayor inversionista de bonos del mundo.
La mayoría de los economistas han sido educados en un axioma: los bancos centrales deben de ser independientes. Lo que esto significa es que no están obligados a financiar los déficits de los gobiernos de sus país. Si un gobierno decide aumentar sus déficits, puede financiar dichos déficits emitiendo bonos en el mercado en donde los inversionistas nacionales o extranjeros pueden adquirirlos. Los bancos centrales no deben de comprar bonos de sus gobiernos, eso sería financiar los déficits. Y eso, dice el dogma enseñado a los economistas: viola la independencia del banco central.
Si uno mira la hoja de balance del Banco de México vemos el cuidado con el cual nuestro banco central se ha apegado a esa regla. El Banxico no tiene en su balance ningún bono emitido por el gobierno de México, y sólo tiene sus propios bonos de regulación monetaria, que usa para modelar la liquidez del sistema cuando sea necesario. Pero nuestro Banxico no compra Cetes, ni bonos Ms, ni ningún tipo de bonos mexicanos.
Era el caso de la Fed estadounidense hasta el 2008-2009, cuando la economía del mundo implosionó bajo el efecto de la crisis inmobiliaria. En el peor punto de esa crisis los bancos estadounidenses se quedaron sin liquidez, nadie les quería prestar dinero, lo que puso en riesgo a todo el sistema de pagos, y a la economía global. Para evitar un colapso que hubiera disparado una peligrosísima recesión, la Fed estadounidense echó mano de su último recurso: comprarle a los bancos los bonos que quisieran venderle.
El efecto de tal decisión fue crucial. Salvó a los bancos de una crisis de liquidez y a la economía global de una mega recesión, pero a cambio convirtió a la Fed en el principal financiador del déficit del gobierno de Estados Unidos. El monto de bonos en manos de la Fed pasó de 800 mil millones (algo marginal dado el tamaño de la economía vecina), hasta un monto estimado de 3.8 billones de dólares (llegó a tener hasta 4.5 billones), es decir, cinco veces más de lo que tradicionalmente detentaban.
¿Qué tan importante es ese monto? Comparémoslo por ejemplo con una cifra que ha sido muy comentada, la inversión de las reservas internacionales de China en bonos estadounidenses, los cuales alcanzan niveles récord y los cuales muchos temen que sea un arma de Cina contra EEUU al poder venderlos en el mercado y causar un efecto tremendo en los precios. Por muy grande que sea ese monto, es “apenas” de 1.12 billones de dólares, es decir, la cuarta parte de las inversiones que la Fed detenta de bonos del tesoro de EEUU. La Fed es, con mucho, el principal financiador individual del déficit fiscal de los Estados Unidos. Todos los países del mundo juntos detentan 6.47 billones, lo que muestra el tamaño de las inversiones de la Fed, equivalente a casi la cuarta parte de los 22.4 billones de la deuda estadounidense.
El poder predictivo de la curva de rendimientos de la Fed implica quizá un mercado gobernado por inversionistas privados que toman decisiones basados en sus expectativas e crecimiento y que al entrar y salir del mercado generan la información que predice el ciclo económico estadounidense. La siguiente es una idea de José Miguel Moreno y Rogelio Serrano: la Fed se convirtió en un inversionista tan grande que quizá esta vez sea diferente: si la curva no se alcanza a invertir y la recesión llega, quizá la razón sea porque la Fed se convirtió, contra su voluntad, en el mayor financiador del déficit estadounidense.

sábado, 13 de abril de 2019

¿Cuándo Veremos El Regreso De Banamex?

La historia financiera del mundo está llena de historias de grandes bancos que han visto sus épocas de gloria pasar y que hoy son reliquias, anécdotas, o pálida sombra de lo que fueron. Los Rotschild, judíos europeos que fueron en su época los banqueros más poderosos del mundo, son ahora marginales; Barings, que era el banco de la reina de Inglaterra, quebró en una sola apuesta por uno de sus traders; Merrill Lynch, la casa de bolsa que fue el símbolo de Wall Street, hoy es tan solo una marca. ¿Podría pasar algo similar con el Banco Nacional de México?
De origen francés, Banamex fue el primer gran banco privado de la historia de México, y fungió como emisor y custodio del gobierno y llegó a ser su representante como colocador de bonos en el extranjero y su negociador en refinanciamientos de la deuda externa nacional. Hoy batalla para no caer al cuarto lugar de la tabla de los 51 bancos que funcionan en el mercado local, y de acuerdo con los datos de la CNBV de febrero la diferencia en activos entre Banamex (el tercero) y Banorte (el cuarto lugar) es de tan solo 43 centésimas de punto. Banamex está a punto de ser un jugador de media tabla, luego de ser tan importante para México como el Banxico.
La banca mexicana logró sobrevivir la terrible crisis de 1982, estatizada y luego devuelta al sector privado, pero los grandes nombres de la banca nacional permanecieron. La banca mexicana sin embargo no logró sobrevivir la hecatombe de 1994-1995 y luego de una década de agonía, acabó en manos de extranjeros, quienes ahora (en pleno auge nacionalista de sus clientes) quieren de plano eliminar todo vestigio de los nombres mexicanos: BBVA quiere borrar el nombre de Bancomer; Citi el de Banamex; tal y como Santander se deshizo del nombre más antiguo de la banca mexicana: Serfín; y Scotiabank borró Comermex.
Pero en el caso de Banamex no es un caso de nombre nada más. Banamex fue desde sus inicios el banco más poderoso del país, fue incluso y hasta la creación del Banco de México, el banco central del país. Incluso cuando en los noventa Bancomer (antes de BBVA), lo superó en activos y depósitos, Banamex siguió siendo el más rentable y potente del sistema bancario nacional. Pero desde la crisis de 2008-2009, primero por la hecatombe de su propietario, Citigroup, y luego por problemas internos, notablemente el escándalo de Oceonografía, Banamex no ha dejado de perder posiciones en la tabla de la banca mexicana.
Hasta hace una década el problema de Banamex era Bancomer, la conjunción de dos filosofías minoristas: la de BBVA de España y la historia de absorción de bancos locales de Bancomer, en un solo rival, acabaron por rebasar el estilo aristocrático, de banca de inversión, de Banamex. Pero actualmente su problema son ya Santander y Banorte. Banamex está en peligro de convertirse el cuarto banco del sistema, él, que durante más de un siglo fue el gran referente y estandarte internacional de la banca mexicana.
El dueño de Banamex, Citigroup, pasó ya por una historia similar. Y de manera muy violenta: luego de ser el mayor banco del mundo hasta 2007, estuvo a punto de desaparecer durante la hecatombe financiera de 2008-2009, al punto en que el gobierno de Estados Unidos se convirtió en su principal accionista. En medio de ese desastre una parte dentro de Citigroup brillaba: Banamex, cuyo negocio y rentabilidad ayudó de manera inapreciable a que, no sin penurias y descalabros, Citigroup se recuperara, y ahora sea al menos el cuarto mayor banco de los Estados Unidos (tras ser el mayor del planeta).
Pero de unos años para acá Banamex ha pasado de ser la joya a ser el tullido del sistema bancario nacional, y no es ya la estrella rutilante dentro de la mezcla de Citigroup. México necesita bancos dinámicos, mexicanos o de extranjeros. Sería lindo ver de nuevo que el arrojo fuera lo que impulse al Banco Nacional de México.

domingo, 7 de abril de 2019

Los Robots Ya Están Aquí: ¿Qué Podemos/Debemos Hacer?

El desarrollo tecnológico va mucho más rápido que los mercados, y de por si los mercados van muchos más rápido que los gobiernos, así que cuando los gobiernos se tienen que enfrentar a los desafíos planteados por el desarrollo tecnológico muchas veces es ya muy tarde. El ejemplo de Uber es muy claro, los gobiernos siguen sin poder articular una respuesta clara frente a las protesta de los taxistas. Pero lo peor no es eso, lo peor es que el auto no tripulado está a la vuelta de la esquina, y desplazará a los choferes de Uber.
Google, Apple, Amazon y los gigantes tecnológicos chinos como Tencent y Alí Baba están enfrascados en una carrera de autos peculiar: la de producir un auto no tripulado que sea capaz de llevar pasajeros y mercancías por el mundo de manera más segura, más rápida y más limpia que los autos tripulados. Cuando esto ocurra, y ocurrirá mucho más rápido de lo que pensamos, los gobiernos del mundo tendrán una seria de problemas que resolver.
El primero como dijimos en el primer párrafo, es atender el impacto social que el auto no tripulado tendrá: los taxistas tradicionales que están siendo desplazados por los choferes de Uber tendrán compañía en la fila de trabajadores cuyas habilidades no son ya necesarias: los mismo choferes de Uber que los desplazaron, serán desplazados a su vez por la inteligencia artificial detrás del auto no tripulado. Eso ocurrirá pronto y no habrá forma de detenerlo: la rentabilidad de un auto no tripulado será tan superior a la movilidad tripulada, que los incentivos para que empresas y familias lo adopten lo hará imparable.
Pero ese será el primer reto. El segundo será un tema de seguridad. Hoy existen ya bólidos no tripulados: se llaman misiles, armas inteligentes. Un auto no tripulado puede ser fácilmente programado por un terrorista y ser lanzado contra un objetivo estratégico. No es difícil imaginar un ejército de autos no tripulados siendo lanzados contra el Congreso de Estados Unidos por ejemplo. ¿Cómo evitarlo? ¿Cómo regular ese robot que nos transportará, a pasajeros y mercancías, de manera eficiente por el mundo, para que no se convierta en un arma al alcance de cualquier terrorista?
La llamada inteligencia artificial está ya aquí, y la masificación de sus aplicaciones no es cuestión de décadas, sino de años, o de meses. En muy poco tiempo veremos a robots ejecutando tareas que hoy son propias de personas. No únicamente en la manufactura o en actividades productivas. Ya hoy los “bots” envían tweets y manipulan las redes sociales, pronto tendremos a robots escribiendo demandas judiciales o escribiendo columnas en Excelsior mejor que nosotros mismos.
Piensen en bitcoin y las criptomonedas, las cuales son un intento, completamente factible, de automatizar la oferta monetaria de una economía. Incluso el Banco de México podría ser remplazado por un robot si así lo decidiéramos. La tecnología para hacerlo ya está disponible y funciona.
Y es justamente el Banco de México uno de los pocos actores que en México están discutiendo los probables impactos generales y específicos de la automatización masiva sobre la economía y la sociedad. En un reporte publicado en diciembre de 2018 (“La automatización en México desde una perspectiva regional”), el Banxico analiza el probable impacto de la masificación de la automatización sobre el empleo en México. El reporte incluye un mapa que muestra los estados del país en donde dicho efecto será más intenso sobre el empleo, y los estados más impactados coinciden, no debería de sorprendernos, con las entidades más pobres del país.
Durante décadas hemos estado tratando de diseñar estrategias de empleo para las regiones más pobres de México, pero el mundo está a punto de cambiar de tal forma, que las recetas deben de adecuarse, el mapa del Banxico es muy claro al respecto.