lunes, 29 de septiembre de 2008

La única salida: hacer de tripas corazón (¿Renuncia Paulson?)


Ni el más pesimista lo esperaba: un rechazo del Fobaproa USA.

Ya de por sí el plan presentado en el Congreso distaba mucho de la "licencia para rescatar" que pedía Henry Paulson, y era mucho más gradual y menos poderoso que lo que se necesitaba para salvar al sistema bancario del colapso.

El rechazo produjo la caída en puntos (778 pts) más pronunciada en la historia del Dow Jones, e hizo ver a Wall Street como (lo que es) un mercado emergente, el Nasdaq se hundió prácticamente 10%, y el S&P 500 se hizo pedazos.

¿Qué sigue? ¿De veras vamos a una recesión imparable y profundísima producto de la aversión de los legisladores estadounidenses a aprobar un rescate bancario faltando un mes y medio para las elecciones?

Lo importante es que los segundos y los minutos son importantes: este lunes quebraron cuatro bancos en Europa y Wachovia acabó en la panza de Citigroup. El mercado se está consolidando a una velocidad superior a la necesaria para hacer un mínimo due dilligence, pero todas las fusiones y adquisiciones se están dando bajo un supuesto: el rescate bancario vendrá. De no darse, Wachovia puede quebrar a Citi y así por el estilo.

Las consecuencias de un no rescate bancaria serían tan funestas y llevarían literalmente a todo el mundo al colapso, que en lo que sigue aventuramos algunos escenarios posibles para el Plan B.

1.-El gobierno de los Estados Unidos juega rudo y Paulson presenta su renuncia: en este escenario, Paulson amenaza con irse, o simplemente se va, poniendo al sistema ante el predicamento de despeñarse hacia el precipicio. La caída de hoy demostró al mundo, incluyendo a los legisladores estadounidenses, que no se puede jugar con fuego, y que si no aprueban pronto una nueva versión, el colapso será su entera responsabilidad, forzándolos a una aprobación.

2.-Los legisladores retoman la iniciativa y preparan, presentan y aprueban, una versión más moderada del Fobaproa USA. Si ya de por sí la versión rechazada no era lo más efectivo para salvar al sistema bancario, una versión recortada no ayudará tampoco, pero quizá sea lo único que tenga posibilidades de funcionar.

3.-El gobierno de Estados Unidos utiliza sus poderes ejecutivos y usa fondos de emergencia: esta salida se ha usado varias veces, entre ellas para salvar a México en 1994. El problema aquí es que los fondos son limitados, e insuficientes para enfrentar la magnitud de la crisis ante la que estamos.

4.- Una combinación de las tres anteriores.

La última posibilidad es por supuesto, que nada pueda ser aprobado, y que los mercado sigan despeñándose ante las salvas inútiles de liquidez disparadas por la Fed (este lunes inyecto reportos por 630 mil millones de dólares, casi los 700 mil pedidos por el tesoro al Congreso).

Simplemente es imposible pensar que el escenario catastrófico se pueda materializar: sería demasiado arriesgado. Pero por lo pronto, caminamos en la orilla del precipicio.

sábado, 27 de septiembre de 2008

De "El Semanario": ¿El Fin del Consenso de Washington?



…Y cuando despertó, la crisis crediticia seguía ahí.

Así pueden resumirse los primeros días posteriores al anuncio del Fobaproa versión USA, el gigantesco rescate financiero anunciado por el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Henry Paulson, y el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke.

La semana que comenzó el 15 de septiembre fue, sin duda, una de las más memorables, y peculiares en la historia financiera del mundo. Si bien el principal índice accionario de Wall Street, el S&P 500, acabó con una variación marginal, de 0.3%, los eventos que tuvieron lugar esa increíble semana cambiaron para siempre a Wall Street para siempre.

La semana inició con la quiebra de Lehman Brothers y con el arrebato de otro de los cinco grandes, Merrill Lynch, en los brazos del coloso Bank of America. Después, el gobierno de EU se convertía en el dueño del gigante de seguros, AIG.

En los primeros tres días de esa insólita semana, los principales índices caían casi 8%, y amenazaban con continuar su desplome, hasta que el jueves al mediodía, se filtraron las líneas generales del Fobaproa USA. En dos días, los mercados recuperaron casi todas las pérdidas de los días anteriores, y al cierre de la semana, parecía como si nada hubiera pasado.

Pero si pasó. La última bomba estaba liberada: dos grandes bancos de inversión que hasta el momento habían logrado sobrevivir el temporal, Goldman Sachs y Morgan Stanley, solicitaron el cambio de su estatuto y que se les otorgase una licencia para operar como banco, terminando así con el modelo sobre el cual descansaba Wall Street, un puñado de colosales, poco regulados y poderosísimos bancos de inversión, especialistas en hacer operaciones apalancadas, y con rendimientos muy superiores a los de los tradicionales bancos comerciales.

¿EN MÉXICO TAMBIÉN?

Pero existe otro modelo de negocios que tuvo que admitir, a regañadientes y mordiéndose la lengua, que no podía seguir funcionando: el llamado “Consenso de Washington”.

El conjunto de recetas económicas, de hecho, la reedición moderna de las clásicas reglas de la economía liberal; libre mercado, desregulación, política monetaria sólida, balance fiscal equilibrado y mínima intervención estatal, fueron las que, dejadas a su libre accionar, acabaron convertidas precisamente en su contrario: la renuente, enmohecida estatización de sectores claves de la economía estadounidense.

Lo irónico es que fueron los republicanos, encabezados por un ex ejecutivo de Goldman Sachs, Henry Paulson, y un economista conservador, Ben Bernanke, quienes acabaron tragándose su propia ideología. El partido el cual, como ningún otro grupo, fue identificado con el “Consenso de Washington” no ha tenido otro remedio que aceptar que, la ruta trazada por esas políticas fue en buena parte responsable de llevar a la economía más grande del mundo a donde está: de hinojos y a merced del rescate de sus contribuyentes.

Y este hecho, que en este momento no parece tener mucha importancia, y al cual muy pocos han hecho referencia, será uno de los efectos de esta increíble semana que mayor reverberación tenga en el resto del mundo, y cuya onda expansiva se extenderá por años.

¿Cómo van a pregonar por el mundo EU, Washington y Wall Street las virtudes de una política monetaria sólida y la no intervención del Estado en la economía, cuando la Fed y el Tesoro han inyectado billones de dólares para salvar a los mercados y han comprado bancos, casas de bolsa y aseguradoras?

¿Cómo van los think tanks conservadores a enarbolar la bandera de la desregulación cuando los mismísimos Goldman Sachs y Morgan Stanley tuvieron que ir por su propio pie a pedir convertirse en bancos y, por tanto, requerir ahora la regulación no sólo de la SEC, sino también de la FED, del FDIC y de la Contraloría General de los EU?

¿Cómo van los republicanos ahora a acusar a los demócratas de querer estatizar la vida del país, si se han comprado aseguradoras y casas de bolsa y se aprestan a comprar casas familiares, zonas residenciales completas, centros comerciales, marinas, terrenos en brecha, edificios corporativos?

¿Cómo vamos a reaccionar en México cuando nos digan que lo mejor es que el estado no intervenga, que no se incurra en déficit fiscales, que una política monetaria conservadora es lo mejor, que no deben de fijarse comisiones o prácticas a los bancos?

La derrota ideológica de recetario liberal, sintetizado en el “Consenso de Washington” será de muy profundo calado y de vastas consecuencias. El problema es que podríamos asistir a un rechazo en masa de dichas recetas, incluyendo a aquellas que sin duda funcionan (por ejemplo, una política monetaria sólida, ausente todo este tiempo en los EU), y movernos de manera pendular hacia otro consenso de mayor intervención y excesos en el gasto.

Por Edgar Amador

Butch Cassidy aka Paul Newman, muere a los 83 años


Durante los años setenta quizá no hubo un actor que dominara las pantallas como Paul Newman. Su carrera había comenzado la década anterior, pero es en esa ambigua y alegre década del disco, el funk, la hiperinflación, las nifty-fifty, la guerra fría y el pop, que su carrera florece.

Yo vi la magnífica "El Golpe" en una segunda vuelta, en algún ciclo de cine, pero me tocó ir a ver de primera mano, muy chico, "Butch Cassidy and The Sundance Kid" con esa estupenda escena final congelada al comenzar el tiroteo en el cual los dos anti-héroes tuvieron que morir.

Años después vi "El Veredicto", con un tenebroso James Mason, y Sally Field joven e ingenua en la pantalla (¡me recuerda a Claudia Villegas!), en una trama que entonces no entendí pero que algún tiempo después reconocí como tributaria de la roman noire.

Paul Newman recibió en total 10 nomimaciones al Oscar, y ganó una, con "El Color del Dinero", un remake de una película suya, "The Hustler", en donde el papel de Paul Newman lo interpreta el infumable Tom Cruise, dirigidos por Scorsese y con música de Eric Clapton ("Is in the way that you use it", muy a la Ocean Drive 90210). No su mejor interpretación ni su mejor película (Cruise no ayuda), pero una película muy disfrutable.

Paul Newman muere hoy, a los 83 años. Esa fue una buena vida: éxito, dinero, arte, y no es arriesgado conjeturar, amor y felicidad. Su arquitectura física dicen las mujeres, era soberbia. Yo reconozco una máscara hecha para el celuloide, y una mirada que como pocas, dio a quienes amamos ese arte mayor que es el cine, razones para disfrutar.

miércoles, 24 de septiembre de 2008

¡Me Publicaron En Proceso!

Siempre da gusto que lo publiquen a uno. Pero cuando la publicación es "Proceso", la Casa de Don Julio Scherer, pues hay que presumirlo por todo lo alto.

Les paso la liga al texto en internet aqui

domingo, 21 de septiembre de 2008

El Fin de Wall Street: Adios Goldman Sachs y Morgan Stanley


Incluso mis entrañables y muy queridos amigos de Goldman Sachs se referían a la portada que escribí para El Semanario (www.elsemanario.com.mx), titulada "El Fin de Una Era", con cierta ironía.

Lamento en verdad estar en lo correcto: Wall Street, tal y como la conocimos, tal y como ha funcionado por más de ciento cincuenta años, ha dejado de existir.

Que tan mal estarían las cosas, nunca lo sabremos, lo cierto es que este domingo en la noche, la Fed anunció la decisión de convertir a los dos últimos bancos de inversión de los Estados Unidos, Goldman Sachsy Morgan Stanley, en meros bancos.

Adios al sobreapalancamiento, adios a los sofisticados modelos marginados, adios al spread trade, adios a lo que por muchos años fue la envida de Wall Street.Adios también a las ganancias superior al promedio, y por tanto, adios a las valuaciones de esas acciones. Serán ya meros bancos, modestos entes sometidos a la supervisión de la SEC, de a Fed y del Tesoro.

Adios a Wall Street, es el fin de una época.

El Mundo Se Ha Salvado: ¿En Donde Invertimos?


Bueno, habíamos insistido mucho en ello.

Un riesgo sistémico no se resuelve rescatando un banco cada vez, sino al sistema en su conjunto. El plan de crear una entidad que absorba los activos tóxicos del sistema financiero estadounidense, y que en un inicio podría temer un costo para los contribuyentes estadounidenses de 700 mil millones de dólares (será mucho más), es la única forma de salvar al mundo de abismarse en una recesión profunda y prolongada.

Es por eso que los mercados reaccionaron como lo hicieron (y como lo previmos el miércoles). Los mercados, que no es cierto que nunca se equivocan, pero que siempre miran hacia adelante, miraron lo siguiente:

a) se evitó una quiebra generalizada del sistema financiero mundial, no nada más estadounidense. Los precios de las acciones del lunes y martes lo que estaban priceando era una quiebre (Citigroup a 14 dólares). Con ese riesgo descartado, pues los contribuyentes estadounidenses pagarán los errores de los banqueros, Citigroup ha regresado a los 21 dólares, muy por debajo de los 65 que llegó a valer, pero, ya descartando una quiebra de ese y del resto de los bancos.

Las acciones de los bancos estadounidenses reflejan hoy que su Gobierno los ha salvado de la quiebra, pero eso no significa que sean buenos negocios. Hay que ir caso por caso: JP Morgan, Goldman Sachs, Bank of America, Wachovia, son "compra". Citi hay que esperar.

b) todos los bancos internacionales, con actividades en Estados Unidos, resurgieron, pues serán capaces de vender sus desechos tóxicos a la entidad que será creada ex-profeso: Santander, BNP Paribas, Societe General, HSBC, RBS, Dexia, Dresdner, Fortis, todas las acciones de esos bancos son "compra".

c) lo que no han comenzado a ver es lo siguiente. En la economía como en la vida, todo se paga. Si los bancos ya no van a pagar el costo de su quiebra, eso no significa que ese costo ha desaparecido. Ese costo se transfirió de los bancos, a los contribuyentes, de los inversionistas en acciones a los inversionistas en bonos. Manténgase alejados de los bonos de largo plazo, es este segmento el que va a reflejar el costo del gigantesco rescate bancario, el Fobaproa-USA.

Los bonos son venta, aléjense de allí, sobre todos los de largo plazo. Seguiremos platicando

Paulson y Bernanke han salvado al mundo, pero no en un acto heroico, sino en un acto de compunción, resignación y desengaño.

A propósito: ¿Saben a cuánto es equivalente 700 mil millones de dólares (el costo del Fobaproa-USA)? Hay les va una medición, es equivalente al PIB de México

jueves, 18 de septiembre de 2008

El Socialismo, Fase Superior del Capitalismo


Casi 20 años después de la caída del Muro de Berlín, y de la disolución del bloque soviético, asistimos al regreso inusitado de la economía centralmente planificada. El socialismo realmente existente se ha desplazado de Moscú a Washington y Nueva York. El Estado estadounidense es ahora dueño de una parte crucial del sistema financiero, es de hecho una contraparte en millones de operaciones con los grandes bancos del mundo, y está a punto de convertirse en el propietario de un cúmulo de casas, activos, fincas y propiedades de millones de ciudadanos de ese país.

Ya sea a través del banco central de ese país, la Fed, o directamente a través del Departamento del Tesoro, el gobierno de los Estados Unidos se convirtió en el último mes en propietario de las dos más grandes hipotecarias de ese país: Fannie Mae y Freddie Mac; es prácticamente el dueño y operador de uno de los más legendarios bancos de inversión, Bear Stearns; y esta semana se estrenó como propietario de la más grande aseguradora del mundo; el coloso AIG.

Pero todavía falta. De hecho, la única forma de salir de la más complicada crisis financiera que el mundo ha conocido desde la Gran Depresión de los años 30, es que el gobierno de los Estados Unidos les compre a los bancos, casas de bolsa, fondos de inversión e hipotecarias, un número en este momento incalculable de activos: casas, fincas, terrenos, edificios, centros comerciales, etc. Con el fin de evitar que el sistema financiero se vaya a la quiebra y hunda consigo al resto de la economía.

No hay otra posible solución. Y no hay vuelta atrás. Los Estados Unidos deberán de endeudarse de una manera desproporcionada en los próximos meses y años para comprarle a los bancos y demás jugadores en el mercado financiero, los activos que en este momento están causando pérdidas incalculables por todas partes. De no hacerlo, la economía de los Estados Unidos, y del mundo, podrían hundirse en una profunda y prolongada recesión.

Lo impresionante es que no fue una revolución social, ni un partido político llevado al poder por la vía pacífica, ni la influencia de una potencia extranjera, la que orilló al gobierno de los Estados Unidos a botar por la borda los sacrosantos principios del “Consenso de Washington” (libre mercado, política monetaria sólida, no intevención del Estado en la economía, etc.

Lo impresionante es que fue la lógica misma del capitalismo estadounidense, la dinámica producida por dos décadas de profunda desregulación económica, la fuerza de los mercados dejadas a su libre accionar, el laisse faire, lo que ha llevado a Henry Paulson (exdirectivo de Goldman Sachs), y a Ben Bernanke (un académico conservador) a estatizar una parte central de la economía estadounidense. El socialismo parecería ser, citando a un clásico, la fase superior del capitalismo, su resultado inevitable y necesario para evitar que éste acabe colapsándose, herido por sí mismo.

Quizá mañana veamos un rally, pero no durará


Empecemos por los indicadores técnicos: el S&P 500 cerró ayer a mitad de su mínimo y su máximo de los cinco años. Es decir, el bull market que comenzó hace cinco años, en 2003, ha reducido en 50% sus ganancias en los últimos tres meses de caídas de los principales índices accionarios.

Para aquellos que se fijan en ese amuleto que es el análisis técnico, esto es una señal inequívoca de que: mañana tendremos un muy buen rally de rebote; y de no ocurrir el rally, nos hundiremos de manera aún más catastrófica.

Consejo para mañana 18 de septiembre: cubran sus cortos, sobre todo en financieras, vamos a tener un rally pasmoso, quizá de 4% o 5%. Pero luego de un par de buenos días nos estancaremos, y comenzaremos de nuevo a descender, no hay razón fundamental para que este mercado se estabilice: la Fed y el Tesoro ya quemaron todos sus cartuchos, y nadie ya les cree.

Y lo que es peor, ningún banco le cree a los otros. La falla sistémica no es una amenaza, ya está aquí. Ni los bancos se prestan a sí mismos, mucho menos van a prestar a los demás.

Vienen aún meses muy aplicados

martes, 16 de septiembre de 2008

El Rescate de AIG: Los Estados Unidos Socialistas de América


Tal y como lo señalábamos en nuestro comentario anterior, fue imposible evitar que el gobierno de los Estados Unidos, esta vez a través de el Tesoro, permaneciera fuera. Por mucho que Hank Paulson y Ben Bernanke se quisieron echar para atrás al no rescatar a Lehman Brothers, con el fin de evitar tener que rescatar a cualquiera que les tocara la puerta, al final se tuvieron que tragar su pedantes principios y la tarde de este martes, los Estados Unidos han anunciado el rescate mas grande de la historia: una línea de crédito por hasta 85 mil millones de dólares, con el fin de salvar de la quiebra al gigante financiera y asegurador AIG.

AIG es el gigante más desconocido del mundo. Para el público en general los nombres de Bear Stearns, Lehman Brothers y Merril Lynch, que pronto pasarán al olvido, significaban algo. Significaban Wall Street. Pero el acrónimo de AIG (American International Group) probablemente no diga nada.

AIG es el coloso mundial de los seguros, de las fianzas, de los fondos, de los reaseguros. Es el banco de los bancos. Quizá no exista un banco en el mundo que no tenga una relación, así sea mínima, con AIG. Los bancos aseguran préstamos con AIG, las compañías contratan fianzas con AIG. El gigante está por todas partes. Si alguien es "demasiado grande para quebrar", ese es AIG, como quedó demostrado por el rescate apresurado que hicieron la Fed y el Tesoro tras el anuncio de la calificadora de S&P de degradar la calificación creditica del gigante, forzándolo a capitalizar 14.5 mil millones de dólares de manera inmediata.

Es por eso que movían a risa las intentonas de Paulson y de Bernanke de evitar el rescate del coloso en ese fin de semana histórico en donde se hundieron Merril Lynch y Lehman Brothers. Es imposible ponerle puertas al campo, lo hemos dicho una y mil veces: es imposible detener la crisis del sistema financiero estadounidense. Entre más rápido se acepte, mejor: los Estados Unidos se encaminan a un gigantesco, colosal Fobaproa, al que aún le falta camino por recorrer.

El crédito puente por 85 mil millones de dólares del gobierno a AIG le da el derecho, en su caso (y no hay forma de que no ocurra) al 79.9% de las acciones de AIG. De acuerdo con ciertos cálculos, si la Fed y el Tesorono hubieran intervenido, las pérdidas del sistema financiero debidas a las ramificaciones de AIG hubieran alcanzado los 180 mil millones de dólares.

Mañana los mercados van a volar. Los principales índices van a ganar 3% y tendremos al odioso corifeo de analistas diciendo que ahora si, lo peor ya paso y es hora de comprar; veremos a las cacatúas de The Street.Com y Bloomberg diciendo que los inversionistas celebran el rescate pues evitarán más pérdidas.

Sigan cortos: nada bueno puede resultar del hecho de que los ya de por sí endeudados contribuyentes de los Estados Unidos sean ahora dueños de Fannie Mae, de Freddi Mac, de Bear Stearns, y ahora de AIG. La economía socialista no ha muerto, sólo cambio de sede. Antes se operaba desde Moscú, ahora se maneja desde Washington.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Les Dije Que Hay Que Estar Cortos (El Fin del Imperio Estadounidense)


De manera intermitente en este Blog, durante el último año y medio hemos tenido la oportunidad de anticipar, primero, y de narrar después, el asombroso derrumbe del sector financiero más sofisticado, grande y complejo del mundo: el de los Estados Unidos. Quienes nos han acompañado estos meses saben que nuestro pesimismo de entonces suena a moderación ahora, y los hechos que se desataron el fin de semana del 13 y 14 de septiembre nos ponen en el borroso umbral de un período inédito en la historia económica del mundo.

El 15 de septiembre, mientras en México nos preparábamos para dar el grito de independencia, en los Estados Unidos se escuchaba otro grito: este de espanto ante las señales inequívocas, pero aún inciertas de que el sistema financiero del país más grande del mundo, está entrando en una crisis de proporciones históricas, y en un proceso de cambio del cual surgirá un entorno que ahorita es difícil de precisar, pero que sin duda incluirá bancos nacionalizados, un rescate a la Fobaproa, la desaparición de grandes nombres, y la consolidación del super atomizado sector bancario estadounidense en un puñado de grandes bancos sobrevivientes.

Otra consecuencia surgirá de este recambio: los bancos estadounidenses dejarán de ser los líderes del mercado, y deberán de abrir paso a los bancos de Asia, Europa, Brasil, Rusia y la India en el curso de la próxima década.

Una idea de la escala histórica por la que estamos atravesando es que, de las cinco grandes bancos de inversión que hasta hace sólo un año se erguían sobre Wall Street con su prestigio y riqueza, sólo quedan dos: Goldman Sachs y Morgan Stanley.

Bear Stearns fue absorbida de manera vergonzosa por JP Morgan Chase; la centenaria Lehman Brothers tuvo que acogerse a la bancarrota; y el gigante Merril Lynch, la mayor casa de bolsa del mundo, no tuvo otro remedio que venderse al Bank of America.

El fin de semana del 14 de septiembre, Lehman Brothers, luego de una semana en que su acción había caído casi el 50% tras fallar en su intento de venderse al banco de desarrollo de Corea (KDB), buscó a la Fed y al Tesoro de los Estados Unidos, buscando que, como lo había hecho la Fed en el caso de Bear Stearns, o el Fed en el caso del Fannie Mae y Freddie Mac, se usara dinero de los contribuyentes para salvar la compañía.

Con lo que se encontraron los directivos de Lehman, y los mercados ese fin de semana, fue con el límite de intervención del gobierno de los Estados Unidos. Era clarísimo que lo que Hank Paulson, el secretario del Tesoro, y Ben Bernanke, el presidente de la Fed, habían provocado con los rescates anteriores era justo lo que Lehman (y muchos dicen, Merril) estaban buscando: el rescate con dineros públicos a cualquier entidad importante del mercado.

Al intervenir para rescatar a Bear Stearns, Fannie Mae y Freddie Mac y evitar el desplome de los mercados, la Fed y el Tesoro lo único que hicieron fue invitar al resto de los bancos, fondos y casas de bolsa de Wall Street, que en la última década habían apilado cerros de activos de pésima calidad crediticia a recurrir al gobierno como rescatista de última instancia.

Como el iluso que quiere evitar el desgaje de un dique a punto de desbordarse cubriendo con un dedo una mínima fisura, Bernanke y Paulson intervinieron en el rescate de Bear Stearns, de Fannie Mae y Freddie Mac, con la esperanza de evitar lo que es imposible que pase: un riesgo sistémico.

Es decir, quien está en crisis no es Bear Stearns, Merril Lynch, Fannie y Freddie. Estos fueron sólo los síntomas de una enfermedad mucho más generalizada. Quien está en crisis es el sistema financiero estadounidense en general, y su cura requiere una cirugía mayor.

Durante las próximas semanas y meses lo que está por venir será de la talla de lo que vimos el fin de semana histórico del 14 de septiembre: Bank of America, ya de por sí el mayor banco de los Estados Unidos, luego de la implosión del otrora imponente (y ahora catatónico) Citigroup, compró por medio de puras acciones, a la mayor correduría del mundo: Merril Lynch.

Lo asombroso no fue eso, sino que probablemente la creación de un coloso financiero como no se había visto en la historia financiera de los Estados Unidos, con presencia desde el crédito al consumidor, hasta la emisión y trading de bonos y acciones, pasó casi desapercibido cuando los mercados reabrieron el lunes 15 de septiembre, en medio de las noticias de la bancarrota de Lehman, y de que el gigantesco coloso de las finanzas globales: AIG, se encontraba también al borde del precipicio, y de que la Fed había pedido a Goldman Sachs y a Morgan Stanley, conseguir la friolera de 70 mil millones de dólares para salvarlo.

En otras palabras, se demostró lo que sus críticos habían dicho una y otra vez al patético –en la acepción literal, no peyorativa del término- dúo de Bernanke y Paulson: que no es posible ponerle piedras al campo y que los esfuerzos enclenques de evitar una crisis sistémica salvando a Bear, etc podrían evitar la catástrofe.

Porque eso es lo que es: Fannie Mae y Freddie Mac, los dos colosos hipotecarios, ya no existen; Bear Stearns y Lehman Brothers, los iconos centenarios de Wall Street, ya no existen, ¡Merril Lynch ya no existe!

Las tres líneas precedentes sintetizan el tamaño de la crisis del sector financiero estadounidense: nombres e instituciones que simbolizaban el poder financiero de los Estados Unidos, que eran la envidia de Wall Street, hoy no valen nada. Literalmente, nada.

Pero lo pero no es eso: lo peor es que aún falta camino por recorrer, lo peor es que la Fed, y los bancos centrales del mundo, y los ministros de finanzas del mundo, no tienen las herramientas para combatir el origen del mal: la falta de ahorro de los estadounidenses.

Lo hemos insistido mucho en este espacio: detrás de toda esta catástrofe se encuentra un problema fundamental: que los estadounidenses no ahorran, lo cual obligó a la economía estadounidense a vivir de prestado durante los últimos quince años. Y Greenspan y Bernanke, al mando de sus respectivas Fed, lo único que han hecho es bajar y bajar las tasas de interés (y lo harán de nuevo), cuando las tasas deberían de estar arriba para incentivar el ahorro interno.

Lo que veremos en los siguientes semanas y meses será determinante: alguien, quizá varios bancos, y fondos de inversión privados (private equito) van a acabar engulléndose a pedazos al gigante AIG, y la Fed y el Tesoro, aunque no lo quieran, van a tener que meterle mucho, mucho dinero; y luego veremos a los bancos españoles, a los chinos, a los árabes y a los rusos, sacando sus chequeras y comprando participaciones enormes, casi de control, en algunos otros bancos estadounidenses de primera línea (Wachovia, Sovereign, etc.).

Veremos algunos bancos europeos siguiendo la ruta de Lehman, quebrados; o de Bear Stearns, vendidos a los bancos centrales y a otros bancos; o de Merril Lynch, vendidos a los bancos más fuertes.

Veremos a los private equity funds haciéndola de buitres, regocijándose de ver los restos mortales, el cascarón de lo que fueron alguna vez orgullosas naves insignias del sector financiero estadounidense, cayendo bajo la rapiña de hedge funds y audaces inversionistas a la Carlos Slim.

Pero sobre todo veremos un mega Fobaproa. El costo para los contribuyentes estadounidenses de salvar su sistema bancario es ineludible, y será extremadamente costoso. Por mucho que se nieguen a aceptarlo la Fed y el Tesoro, la única salida es la de rescatar a los bancos, sin salvar a sus accionistas (con lo que las pérdidas del mercado cambiario podrán ser mayores aún), y luego rematar los bancos ya saneados mediante la emisión de bonos con el respaldo del gobierno estadounidense, antes los inversionistas extranjeros.

Estamos en el umbral de un periodo definitorio en las finanzas mundiales, de l cual no sabemos bien a bien cómo ni cuando saldremos, pero del que podemos aventurar una hipótesis, cuando esta redefinición concluya, el sistema financiera estadounidense ya no será el más poderoso del mundo.