domingo, 26 de agosto de 2018

Poemas Para Beber En El Starbucks: Lope Enojado, Valiente, Fugitivo

Al Siglo de Oro se le conoce así por algo. Es el período en donde el castellano asciende a las alturas y se convierte en uno de las lenguas cumbres de la literatura. Poblado de gigantes como Quevedo, Góngora y Cervantes, la poesía de ese período produce poemas que no olvidaremos nunca mientras el castellano exista sobre el mundo.

Lope de Vega fue el dramaturgo de ese Siglo de Oro, pero escribió uno de los poemas más hermosos del castellano. Tensionado entre su devoción católica y su pasión por las mujeres, Lope escribió este, el famosísimo soneto 126, una exhaustiva descripción del amor que no nos es difícil imaginar recitándolo a las actrices de sus piezas teatrales en la noche y arrepintiéndose en la capilla en la mañana.

El Soneto 126 es en realidad un hermoso plagio. Una imitación del padre original del soneto: Petrarca, quien escribe en su soneto CXXXIV de su Canzionere, versos que Lope acabará transponiendo e imitando en el 126. El Soneto 126 de Lope es usado para dar clases, como herramienta académica, como motivo de ensayos y de estudios.

Hagámoslo sencillo y nomás rindámonos ante su hermosa perfección.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

La Extraordinaria Normalidad Regresa

A los economistas les enseñan una hipótesis que en las últimas dos o tres décadas ha resultado ser una mentira: al bajar el desempleo repunta la inflación, por lo que la política monetaria a veces es una ilusión. Al inyectar liquidez en la economía los precios subirán, y el efecto expansionista del banco central acabará en pura inflación, sin efectos sobre el empleo y el producto. Pero el desempleo está en niveles mínimos históricos, y la inflación no repunta, y la expansión monetaria ha producido una expansión económica notable. ¿Hasta cuando?
El párrafo anterior significa que en las últimas décadas la famosa Curva de Phillps no ha servido mas que para pasar exámenes en la escuela. La dicotomía entre inflación y desempleo no se ha materializado, y la acción de la política monetaria ha sido efectiva. A pesar de lo anterior en las escuelas de economía se sigue privilegiando la enseñanza de la llamada síntesis neoclásica y se sigue abjurando del enfoque neokeynesiano. Es como si nos enseñaran aún el modelo de Ptolomeo en nuestras clases de ciencias naturales.
Los últimos dos años han sido no obstante, una prueba al límite de esta excepcionalidad económica, y los últimos datos muestran que quizá estemos en la franja en que lo extraordinario deje de ser normal. La tasa de desempleo en un conjunto importante de países se encuentra en niveles extremadamente bajos: en Estados Unidos por ejemplo está en 3.9%, en Alemania se encuentra en 3.5% y en el Reino Unido en 4%.
Tales niveles de desempleo se habrían asociado hace poco más de treinta años a tasas de inflación intolerables para los bancos centrales, y las tasas de interés asociadas con dichos niveles de desempleo serían de entre 5.5-7% en los Estados Unidos por ejemplo, comparado con la tasa de 1.75% en vigor. Es decir, la inoperancia de la Curva de Phillps le ha regalado a los Estados Unidos unas cuatrocientas centésimas de costo financiero, que medido en pesos y centavos es una inyección enorme de financiamiento a la economía que contribuyó a que la gran recesión económica de 2008-2009 sea casi un recuerdo en términos de nivel del producto una década después (pero no en términos de equidad económica).
Pero los últimos meses han presenciado el regreso de un temido fantasma que poco a poco parece estar asomando las narices: la inflación. En Estados Unidos está en el límite del dos por ciento establecido por la Fed como el umbral tolerado, situándose en 1.9%. Otras economías, como la mexicana, tienen ya niveles de inflación tercos y con dificultades para someterlos dentro de las franjas toleradas.
Este atisbo de inflación parece entonces confirmar una hipótesis bastante extendida entre los economistas en décadas recientes. La razón por la cual la sacrosanta ley de la Curva de Phillps ha sido incumplida en años recientes es por la enorme oferta de bienes y servicios baratos provenientes de China. Hay un dato demoledor que ilustra este efecto: el acero producido por China los últimos veinte años supera con mucho al producido por Inglaterra en toda su historia: el gigantesco crecimiento chino y la vasta capacidad instalada que lo ha acompañado han tenido un efecto deflacionista en el resto del mundo al producir una plétora de mercancías que han vendido por el mundo a precios deprimidos, provocando una reducción dramática en la inflación.
Si el exceso de capacidad y de oferta chinas son lo que ha anclado a la inflación en las últimas décadas y han permitido la convivencia de bajas tasas de inflación con bajo desempleo entonces el poner cuotas y aranceles a las importaciones de ese país hacia Estados Unidos probablemente provoque un repunte en la inflación por encima del dos por ciento tolerado por la Fed y despierte de nuevo los miedos a una espiral de precios, que han estado dormidos y ausentes en las últimas décadas.
En economía los milagros no existen. Y si hemos disfrutado bajas inflaciones en la mayoría de las economías del mundo durante los últimos treinta años ha sido por la vasta oferta china y al libre comercio. Si se levantan muros arancelarios y regresan las cuotas entonces que no nos sorprenda que viejos trucos inservibles, como la Curva de Phillips, regresen por sus fueros.

domingo, 19 de agosto de 2018

Vida, Pasión Y Muerte De Bitcoin

Los mercados financieros tienden a producir burbujas especulativas. Es como si las necesitaran de vez en cuando. Desde los famosos tulipanes, hasta la manía por empresas tecnológicas de la vuelta de siglo, pasando por los bonos inmobiliarios de la década pasada, y muchos otros ejemplos, la historia de los mercados de capitales está repleta de episodios en donde un activo dispara sus precios muy por encima de niveles racionales y engendra una locura frenética que lleva a una explosión final. 
La burbuja más reciente (y muchos dudaban en llamarla así) fue la de las criptomonedas, encabezadas por la misteriosa bitcoin, cuyo precio explotó hasta casi los veinte mil dólares por unidad, y que a últimas fechas batalla por no caer debajo de los seis mil dólares. Bitcoin ha caído casi setenta por ciento desde su nivel más alto, así que es difícil refutar que lo que vimos en esa parte del mercado (y que en estas páginas insistimos) fue una burbuja que ha reventado ya.
Quizá las criptomonedas reboten. Quizá sigan cayendo. Pero ya podemos tomar varias lecciones a partir del trayecto que hemos visto hasta el momento de esta misteriosa mercancía creada por sabios informáticos.
La primera es que las burbujas especulativas son inherentes a los mercados financieros. Inevitables. Y por tanto debemos de estar conscientes de ellos para conocer los riesgos y aprovechar las oportunidades. Los hacedores de política económica suelen enojarse cuando se les dice lo siguiente (pero creo que el aserto es correcto): un ambiente de muy bajas tasas de interés, como las que han prevalecido las últimas décadas, favorecen la creación de burbujas. La tasa de interés castiga el riesgo y favorece las apuestas conservadoras. Cuando hay tasas altas el costo de invertir en apuestas riesgosas se eleva y cuando están bajas se incentivan las inversiones en activos cuyo retorno es elevado, pero muy incierto.
El contrafactual de saber si las criptomonedas habrían despegado como lo hicieron en una ambiente de tasas de interés altas no lo sabremos nunca, por definición. Lo cierto es que las criptomonedas fueron creadas y despegaron en un contexto de tasas de interés prácticamente en cero, y conforme las tasas fueron elevándose, la burbuja de las cripto se desinfló.. La evidencia entonces parece apoyar la idea de que las cripto, como otros activos sujetos a burbujas, son sensibles a la tasa de interés.
Una segunda lección de las criptomonedas es la tremenda eficiencia de los mercados de capitales modernos. A partir de una tecnología novedosa, el blockchain, un recóndito y anónimo informático creó un método para fabricar un émulo de un óbolo parecido al que existía durante la época del patrón oro: difícil de falsificar e independiente del poder político. La idea prendió en muchos sectores del mercado, y algunos incluso soñaron con una economía global en donde bitcoin era la moneda oficial.
La furia con la que las criptomonedas fueron adoptadas por varios sectores y la convicción con la que muchos se adhirieron a esta extraña propuesta, mezcla de economía e informática, muestra lo eficiente que los mercados de capitales pueden ser para adoptar la innovación y proveer su financiamiento. Muestra también lo susceptible que dichos mercados son a los excesos, tanto hacia la alza como hacia la baja.
Pero la lección más reciente ha sido hasta ahora, la más importante. El dinero es una potestad de príncipes y banqueros. Sólo el Estado y los bancos (con la aquiescencia del Estado) pueden crear moneda de curso legal, sea esta metálica, en papel, electrónica o virtual. Bitcoin y las otras criptos anhelan un imposible: ser dinero al margen del Estado y del poder de la banca. Eso no ocurrirá. Difícilmente esos dos actores cederán su soberanía monetaria a favor de una comunidad de informáticos y de un algoritmo.
Las criptomonedas no han muerto. Quizá habrá un lugar para ellas en la economía global, cuya nueva forma está apenas diseñándose. Quizá la tecnología que la creó, el blockchain, tenga un impacto muy profundo en muchos aspectos de la economía y seguramente trascenderá a las cripto. El mercado por lo pronto parece estar dictando una sentencia implacable: los mejores días de las cripto han pasado ya. Hemos visto su vida, pasión y muerte. Y quizá veamos algún día su resurrección.

domingo, 12 de agosto de 2018

El Peligroso Coctel Turco

Turquía es un territorio que ha estado dividido siempre entre oriente y occidente. Entre la civilización cristiana y la musulmana. Entre Europa y Asia. Su territorio, más asiático que europeo, ha pesado más en su identidad que las capas seculares de su sociedad, y la historia de los últimos años, dominado por el autoritario Recep Erdogan está a punto de desembocar en una crisis financiera severa, capaz de descoyuntar los mercados emergentes, incluyendo al peso mexicano.
Erdogan ha concentrado tanto poder los últimos años que piensa hoy que ese poder le es suficiente para ponerle puertas al campo. Piensa que con su voluntad, amenazando, puede detener las fuerzas financieras y económicas que están detrás del desplome de la lira turca. Erdogan piensa que la lira y la economía turcas son víctimas de un ejército de especuladores internacionales. No es el caso: millones de inversionistas, la mayoría turcos, están desprendiéndose de activos de ese país para no pagar los costos de lo que viene.
Erdogan ha colocado a su yerno como el responsable de la Hacienda turca, y tiene políticamente amenazado al banco central para que no suba las tasas de interés. Su objetivo es continuar disparando el gasto público, a expensa de un aumento del déficit, y evitar que suban las tasas de interés. Eso no puede ocurrir, ambos objetivos son mutuamente excluyentes. O subes los déficit o bajas la tasa de interés. Sólo un país, los Estados Unidos (y por una razón peculiar), puede alcanzar sendos objetivos simultáneamente.
Y es justo de ese país, los Estados Unidos, de donde proviene la puntilla a la divisa y economía turcas, que cuando los mercados abran este lunes en la mañana, quizá vean un huracán sacudiéndolos. Dos líderes autoritarios y egocentristas: Trump y Erdogan, se han enfrentado en una batalla de egos y necedades. Nadie parece haberle dicho a Erdogan que lleva las de perder por supuesto, y el tweet de Trump la semana pasada anunciando aranceles al aluminio y al acero turcos fue la puntilla que acabó hundiendo a la lira.
Al hundirse la lira todos aquellos que tengan activos en esa moneda ven sus balances deteriorarse. Turquía parecería ser un país y una economía demasiado lejana como para afectar a la economía mexicana, más allá de lo intrincado que son los mercados financieros. Pero hay una conexión directa que vale la pena vigilar: el mayor banco de México es propiedad del español BBVA, quien posee también uno de los principales bancos de Turquía, el Garanti.
Si la economía turca se colapsa y su sistema bancario es sepultado por oleadas de moratorias de empresas que tienen deudas en moneda extranjera, ¿BBVA podría sufrir un quebranto cuya seriedad afecte la operación de Bancomer? No lo sabemos, pero la cotización del peso mexicano en los últimos días de la semana pasada algo reflejó de esa preocupación en los mercados.
En su tweet anunciando los aranceles contra Turquía (¡sobre la base de seguridad nacional!), Trump se vanagloriaba que la lira se estaba haciendo pedazos “contra nuestro poderoso dólar”. La ignorancia y megalomanía de Trump son conocidas, pero no dejan de sorprender. Turquía es un nodo estratégico para la seguridad de Europa y el oriente medio, y un desplome de la economía de ese país no sería de presumir. Sería de temer.
Si la lira y la economía acaban por desplomarse y se suscita una crisis política que acabe con el régimen de Erdogan, el país podría acabar siendo terreno fértil para el extremismo islámico o acabar del lado de China y/o Rusia, lo que significaría una pérdida notable para el balance geopolítico de los Estados Unidos. 
No podemos pedirle al miope de Trump que mire las implicaciones de su necia postura frente a Turquía. Pero el primer responsable de lo que allí ocurre no es el presidente estadounidense, sino el turco. Erdogan cree ser el soberano del Sacro Imperio, un nuevo Constantino. Hay algo que ni los emperadores más grandiosos pueden dominar: las fuerzas de los mercados financieros, que están haciéndole pagar a Erdogan el costo de sus necios errores y su ceguera económica.
Erdogan debería de leer la lección de México 1994: altos déficits, bajas tasas de interés, una moneda artificialmente fuerte, el autoritarismo político y la necedad de los dirigentes son un muy mal coctel que lleva a devaluaciones desordenadas, y a crisis económicas mayores.

domingo, 5 de agosto de 2018

Oye Trump, Un Dólar Tiene Sólo Cien Centavos

La economía tiene un problema: no hace magia. Un dólar sólo tiene cien centavos y no más. En algunos casos se podrá usar el crédito para dar la impresión de que hay más de esos cien, pero tarde que temprano esos centavos adicionales se tienen que pagar de alguna forma. A los políticos no les gusta escuchar esa divisa de hierro de la economía, y los mercados de acciones tienden a entusiasmarse cuando la deuda se inyecta y el desempeño mejora, como en los atletas. Pero el mercado de bonos difícilmente cae en la trampa.
Los Estados Unidos publicaron hace una semana las proyecciones de déficit fiscal para el cierre de este año y los siguientes, y los números son impactantes. El déficit es proyectado por encima del billón de dólares (millón de millones), representando algo más que el cinco por ciento del PIB estadounidense, acercándose en montos absolutos al 1.5 billones que presenciamos en 2009-2013 cuando la gran recesión destruyó los ingresos tributarios y el gasto emergente disparó los déficits.
Pero hay un problema muy serio. El déficit está rompiendo la barrera del billón de dólares en medio de una muy fuerte expansión económica, período que típicamente está asociado con lo contrario: con superávit fiscales. Cuando la economía funciona bien hay empleo y consumo y los impuestos suben al trepar la actividad económica. Pero los déficit de Trump se están disparando en medio de una muy sólida expansión, justo por ejemplo cuando el PIB anualizado creció en 4% en el trimestre anterior.
La dinámica del déficit es alarmante: al cierre del año fiscal 2017 el faltante fue de 666 mil millones de dólares, o 3.5% del PIB, y tan sólo doce meses más tarde la barrera del billón se ha roto, y como porcentaje del PIB ya va por encima del 5%.
Las únicas dos ocasiones en que el déficit fue superior al 5% en el Estados Unidos de la postguerra fue cuando la economía venía saliendode las recesiones de 1983 y de 2009, cuando el gobierno aumentó el gasto para que la economía se recuperara. Trump está recortando impuestos y subiendo el gasto mientras la economía está pujante: es como darle esteroides a Usain Bolt cuando está corriendo los 100 metros planos por debajo de los 9.7 segundos. No era necesario.
Peor aún. Esta dinámica significa que nuestros vecinos están quemando un cartucho valiosísimo. ¿Qué pasará cuando la siguiente recesión llegue y los déficits estén ya en niveles muy elevados? ¿Cómo vamos a endeudar más una economía ya de por si endeudada? Todos los médicos deportivos saben qué pasa cuando un cuerpo que depende de los esteroides para funcionar deja de recibirlos: se desinfla. Tendremos muy mala suerte si la próxima recesión nos encuentra con las manos atadas de nuestros vecinos, incapaces de usar la deuda para bombear una economía estancada.
Esta expansión económica estadounidense, iniciada en 2009, es ya la segunda más prolongada de la postguerra. La mera estadística implica que una recesión, cuya oportunidad e intensidad son inescrutables, deberá llegar tarde que temprano. Cuando eso ocurra el desempleo subirá y los consumidores gastarán menos, lo que implicará menor pago de impuestos y por tanto mayores déficit, pues el gasto en esas circunstancias no podrá ser recortado so pena de agravar la recesión. Es decir, la ruta del déficit fiscal estadounidense es ascendente bajo el escenario base de los próximos dos años.
¿Y por qué ese despropósito de Trump es importante para nosotros? Sencillo: si Trump endeuda a los Estados Unidos éstos tendrán que pagar mayores intereses por su financiamiento, y si las tasas allá suben el peso mexicano sufrirá y el Banco de México casi seguramente deberá de empatar su estrategia de tasas a las ascendentes de nuestro vecino. El costo del dinero en México ha subido bastante en los últimos dos años, y bajo este escenario no sería previsible que dejara de encarecerse, con las consecuencias correspondientes en la inversión y el consumo locales.
México casi seguramente deberá de empatar su estrategia de tasas a las ascendentes de nuestro vecino. El costo del dinero en México ha subido bastante en los últimos dos años, y bajo este escenario no sería previsible que dejara de encarecerse, con las consecuencias correspondientes en la inversión y el consumo locales.
Donald Trump está acometiendo una política fiscal gigantescamente irresponsable. Y no hay forma de evitarlo: se tendrá que pagar tarde que temprano. Pero ojalá que la pagara él. Llegado el momento tendremos que pagarla todos. Así es este negocio.