sábado, 17 de octubre de 2015

El Efecto Volkswagen y El Peso

Hasta hace un par de semanas, la credibilidad de Volkswagen era tan sólida como la fiabilidad de sus autos. Todos aquellos que han tenido un auto de la marca atestiguan la confianza que producen a lo largo de años de uso. Y sin embargo, el fabricante acaba de ser atrapado en una de las trampas más burdas, extensas y escandalosas de la historia corporativa: tratando de ganar cuota de mercado en el más competitivo del mundo, Volkswagen truqueó deliberadamente el registro de emisiones de millones de autos a lo largo de muchos años esperando que los reguladores no lo pescaran nunca.
Hasta que lo pescaron, revelando una confabulación para engañar a reguladores y consumidores, haciéndolos creer que los autos cumplían con los límites de emisiones contaminantes establecidos en Estados Unidos. La compañía ha visto evaporarse miles de millones de dólares de su valor en bolsa desplomándose en 40%, y de los 25 mil millones que trae en caja, al menos 18 mil deberán de ser usados para cubrir multas, indemnizaciones y daños.
¿Cómo fue posible que una empresa con el prestigio de VW haya hecho una trampa tan ramplona? Se preguntan unos. Otros, convencidos de que los trucos y las corporaciones tienen una larga historia común, se preguntan ¿Cómo es posible que VW se haya salido con la suya durante tanto tiempo y sólo hasta ahora se haya revelado el engaño? Otros temerarios se preguntan ¿Es VW el único en hacer trampa?
Desde el punto de vista del mercado, la trampa de VW fue una sorpresa absolutamente inesperada (para los inversionistas, claro, no para el fabricante) dado el prestigio que la firma tenía entre analistas y ahorradores. ¿Quién lo habría dicho? Gritaban exasperados millones de inversionistas que han visto pérdidas de 40% en sus acciones.
La historia de VW demuestra una hecho que los economistas y financieros se niegan a aceptar: que los mercados son más volátiles de lo que creemos, y que sorpresas inusitadas que producen grandes vuelcos en los precios de los activos (los famosos “cisnes negros”), no por inesperados son inusuales, no por extraordinarios son infrecuentes, y no porque sean impredecibles debemos de estar siempre preparados para ellos.
Pongámonos en un escenario en donde VW, hasta hace unas semanas la mayor automotriz del mundo, sufre un daño profundo en su marca que se refleja significativamente en su cuota de mercado. Supongamos que los más de 18 mil millones de dólares en multas y penalidades provocan un daño en su calidad crediticia que le obliga a reducir producción y plantilla laboral. Supongamos que ese efecto indeseado afecte la estelar planta que desde hace décadas VW mantiene en Puebla, y a la nueva que Audi está por abrir. De hecho desde que el escándalo estalló el rendimiento de los bonos de la firma han subido 200 centésimas en los mercados de crédito, dificultando no sólo el financiamiento de su capital de trabajo, sino el crédito que otorga a sus potenciales compradores..
Hasta el mes de agosto las exportaciones de VW de México a Estados Unidos crecían a una tasa superior al 10% y era el cuarto mayor vendedor nacional a ese mercado. Es previsible que dicho dinamismo vaya amainar, y es probable que el efecto sbore las exportaciones mexicanas a Estados Unidos no sea nulo. Quizá lo que el efecto sustraiga sobre las exportaciones totales de México no sea importante en monto, pero en éste momento cada dólar cuenta, pues la merma que ha significado la debacle del precio del petróleo sobre la balanza comercial mexicana hace relevante a cada uno de los otros exportadores del país.
Pero si bien el efecto directo es importante y debe de cuidarse, el efecto directo del caso VW puede ser mucho mayor. La “sorpresa” de VW debería de recordarnos a todos que los mercados son más peligrosos de lo que creemos, y que cuando la volatilidad se acentúa como en éstas últimas semanas. La moderna teoría de las finanzas a la cual se adscribe la mayoría de los economistas sugieren que los períodos de volatilidad aguda vienen y se van, y son poco frecuentes. Lo que los datos muestran es que los períodos de alta volatilidad se dan por oleadas y que luego de un pico de volatilidad sorpresivo lo que sigue no es una vuelta a la normalidad sino una sucesión de crestas en el índice de volatilidad, el VIX, como ha sido el caso en las últimas sesiones de los mercados.

Puede que el efecto VW tenga un impacto indeseado y directo sobre el peso. Exportaremos menos autos. Pero el daño menor será ese. Lo más preocupante es que el caso VW ha removido una certeza mayor del mercado. Si ya ni en VW podemos creer, las sorpresas negativas pueden venir de cualquiera.

domingo, 4 de octubre de 2015

Lo Bueno, Lo Malo y Lo Feo De La Decisión de la Fed

Nada, ni las puñaladas, son gratis en esta vida. Todo tiene un costo. Hasta el dinero gratis cuesta. ¿Cuál es el costo de que sigamos teniendo por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos dinero con costo cero, al menos unos meses más? A juzgar por la reacción negativa de los mercados accionarios tras la decisión de no subir tasas, el costo no parece ser nimio, y va a ser difícil de digerir.
Pero todo en esta vida piramidal funesta entonces, tiene un costado bueno, uno malo, y uno feo. Veamos esas tres aristas de la decisión de la Fed.
Lo bueno que la Fed no haya movido sus tasas es evidente: el dinero para los bancos en los Estados Unidos seguirá siendo un regalo. La Fed cobra una tasa de cero por ciento a aquellos bancos comerciales que quieran pedirlo, y al mismo tiempo mantiene en cero, a través de operaciones de liquidez, la tasa a la cual se prestan los bancos comerciales entre ellos los fondos intradía. Es decir, mantiene en cero el costo del dinero para los bancos con el objetivo de que dichas instituciones presten a las empresas y a las familias y haya así más inversión y más empleo y la economía crezca.
Que luego de casi seis años en que las tasas estén en cero el crecimiento no sea aún suficientemente robusto como para regresar a la normalidad es un verdadero motivo de alarma. La escuela keynesiana predijo dicho resultado con su modelo de “trampa de liquidez”, pero no deja de sorprender que el estancamiento económico sea tan persistente.
El resto de los bancos centrales del mundo (incluyendo el Banxico), que andaban con el Jesús en la boca, respiraron aliviados por la decisión de Janet Yellen, la presidenta de la Fed. La mayoría de las economías del mundo no se encuentran en la situación tan favorable en la que está la economía estadounidense: con una tasa de desempleo tan baja y con tasas de crecimiento del PIB tan sólidas, y más bien están en medio del estancamiento y algunas de ellas entrando en recesión. Si la Fed sigue regalando el dinero es bueno, razonan, pues no tendrán que alzar sus tasas domésticas para evitar una reversión de los flujos de capital de sus países a la mayor economía del mundo.
Lo malo de que la Fed no haya subido sus tasas de interés el jueves pasado es que dejó claro el mensaje de que las va a subir pronto, muy probablemente antes del fin de año. Es decir, la aguda incertidumbre causado por la indefinición de la trayectoria de corto plazo de los réditos de referencia de la Fed, continuará, y pocas cosas son peores que la incertidumbre. Mas valdría tener certeza del daño, así sabríamos como actuar, parecen decir los inversionistas, pero esta ambivalencia respecto de si suben o no suben.
Lo malo de que la Fed no haya subido tasas es que da licencia a aquellos que, como China, se resisten a incurrir en los costos de realizar los ajustes internos necesarios para que sus economías se equilibren. Siguiendo con China, ésta economía produce muchas más de lo que debería: debería de cerrar muchas fábricas ineficientes y despedir muchos trabajadores para elevar la productividad y poder competir sin subsidios; necesita dejar de ahorrar tanto y consumir más, necesita desinflar una burbuja especulativa en su desordenado mercado de valores. Necesita hacer muchas cosas que le costarían mucho llevar a cabo. Pero no quiere hacerlo. Total, ha logrado que la Fed, ante el temor de que la turbulencia China reverbere en el resto del mundo, mantenga sin cambios sus tasas de interés. Y así como China, hay varias economías (piensen en Brasil), que han agradecido enormemente que Yellen no haya subido sus tasas con tal de no enfrascarse en ajustes internos que serían necesariamente dolorosos. Y eso es malo, pues el dar licencias a comportamientos no responsables tarde que temprano, como ocurrió en el México de 1988-1994, acaban mal, y a veces, muy mal.
Y lo feo es que cuando esto se ponga feo, se va a poner muy feo.
Qué bueno que la Fed no subió sus tasas, que malo que China seguirá posponiendo su ajuste. Pero que feo se va a poner esto cuando la Fed tenga que subir, parece que ineluctablemente sus tasas de interés.
Como lo hemos escrito en éstas páginas: la Fed es la mamá de todo el mundo. De ella depende la suerte de las economías nacionales, el dinamismo local, el destino de las regiones. Tiene un poder enorme, pero no las facultades para ordenar los factores que restringen su accionar. En la marcha irremontable de la globalización viene un efecto no deseado: la extrema complejidad del mundo se ha concentrado en un solo punto, la Fed.

Como en una figura diseñada por fractales, el proceso azaroso y caótico ha diseñado una figura uniforme y armoniosa, la economía global, pero con el aumento de la complejidad ha venido aparejado un aumento en el efecto que la materialización de los riesgos latentes puedan tener sobre ese bello fractal. Y eso va a estar feo.