domingo, 22 de mayo de 2016

Las Tasas Altas Son Para El Verano

En diciembre pasado, y luego de un interregno de casi diez años de no remontar sus réditos de referencia, la Reserva Federal de los Estados Unidos (la Fed) colocó su tasa líder en 0.25%-0.5%, y dejó abierta la puerta para seguir escalando el costo de sus fondos a los bancos comerciales de su país, lo que de inmediato implica que el costo del financiamiento en la mayor economía, y en casi todo el mundo, tendría que incrementarse.
Pero apenas hubo subido las tasas los mercados reaccionaron de manera virulenta, y el período de enero a febrero de este año fue uno de los peores de los que se tenga memoria. Fue tan brutal la caída de las bolsas que la Fed vio secuestrada su estrategia de remontar los réditos por el pavor de los inversionistas y economistas a un desfondamiento de la economía global si dicha amenaza se materializaba.
La Fed tuvo que ser explícita respecto de poner en pausa su estrategia de alza, y los mercados se aliviaron, pero un par de datos recientes han puesto a la Fed de nuevo en guardia y quizá provoque que en su próxima reunión del 14-15 de junio los réditos de referencia vuelvan a elevarse en los EEUU, causando seguramente un alza en el costo de financiamiento de muchos países, incluyendo en México.
El par de datos consiste en las cifras del mercado laboral, especialmente en el crecimiento de los salarios, por un lado, y por otro en los números de inflación general en los Estados Unidos. Ambos datos sugieren que la prolongada expansión económica de los Estados Unidos que comenzó en 2009 y que hasta el momento prosigue, está causando presiones de costos y precios finales que la Fed debería de contener mediante un alza de sus tasas de corto plazo. Cierto, la evidencia no es conclusiva, y los niveles de inflación aún se encuentran dentro del rango fijado por la Fed, pero todo banquero central sabe que ser reactivo es no ser, y que adelantarse a la tendencia es la forma en que los bancos centrales logran sus mejores resultados y obtienen la confianza de los mercados y los inversionistas.
La inflación de abril fue de 0.4%, el alza mayor en tres años, y si bien la inflación anualizada es de 1.1%, la tendencia de corto plazo sugiere un aceleramiento de los precios. Más aún, con una tasa de interés de 0.5%, con la actual inflación los ahorradores estadounidenses están recibiendo una tasa negativa, por debajo de la inflación, y si bien tal resultado es el deseado por los bancos centrales para expandir el consumo, claramente la tasa de interés no es compatible con el ritmo de crecimiento de los precios. Claramente, y después de una expansión de casi siete años, la política monetaria aún no está en neutral sino que permanece en modo expansivo, y con la inflación asomando las narices el riesgo de que los mercados mengüen la credibilidad en la Fed, tan arduamente ganada, no es para menospreciarse.
Pero hay una razón un poco perversa por la cual las tasas quizá suban de nuevo en junio: la Fed necesita tener de dónde recortar en caso de que la ya anciana expansión estadounidense se revierta y una nueva recesión o algo peor estalle en los próximos meses. Si las cifras de producto y empleo, que a últimas fechas han salido más débiles de lo pronosticado, siguen flaqueando, la Fed necesitara costaidado.e la Fed, sera que veamos de aqus ra inflacien estos d la inflaci.
puramente la tasa de interñes noe los mercados yá anticiparse a un debilitamiento del ciclo económico así como quiere anticiparse ahora a un reanimación de los precios generales.
Siempre es ardua la misión de un banco central, calibrar con cuidado la preservación de la moneda por un lado, y el crecimiento de la economía por el otro. Muchas veces ambos objetivos son excluyentes y sólo se puede conseguir uno a costa del otro y la elección no es fácil nunca. Pero en esta ocasión, con el recuerdo de todo lo que se perdió en la salvaje crisis del 2008-2009 aun fresca, y con la memoria de la inflación tan lejana que nadie sabe lo que dicha palabra significa en estos días, para los banqueros centrales actuar contra la inflación es algo costoso y amenazar la recuperación económica lo es más aún. Creo que la Fed va a subir tasas en junio, así que tendremos en lugar de bicicletas, mayores réditos éste verano. Pero cada cifra que veamos de aquí a la junta de la Fed, será leída con muchísimo cuidado.


sábado, 7 de mayo de 2016

Las Consecuencias Económicas de Mister Trump

El retiro de sus últimos dos contendientes deja el camino despejado para que Donald Trump, el impresentable populista de derecha, sea el próximo abanderado republicano en la contienda presidencial de los EEUU. El avasallamiento del neoyorquino sobre sus rivales y la dirigencia republicana muestra dos cosas: la amplitud de su atractivo entre el electorado conservador; y el gigantesco error de cálculo con el que una y otra vez el liderazgo republicano ignoró primero y quiso contener después, la furiosa ola populista propulsando al magnate de bienes raíces convertido en líder político.
Donald Trump no es el idiota político que el liderazgo republicano y los medios liberales vieron al principio: es un astuto vendedor que sabe bien lo que los clientes quieren y eso lo hace un formidable líder de opinión. Más aún, con los bolsillos llenos, no tiene que hacer compromisos con sus financiadores que lo limiten. Su estilo verbal es todo lo contrario a la rectitud política que ha predominado en los últimos treinta años en que un consenso económico y político hacía que el centro, de derecha o de izquierda, dominara la escena político-financiera del mundo. Eso es lo que representa Trump, el desfonde del centro, la ruptura del Consenso de Washington, la rebelión, desde la derecha, de las reglas de política monetaria y fiscal moderadas que no han sido capaces de producir el bienestar necesario tras la eclosión de dicho modelo en 2008-2009.
Trump es la ira del hombre blanco, y eso lo hace extremadamente peligroso. Hasta ahora los radicalismos económicos y políticos, con la excepción del Front National de Francia, han sido marginales y testimoniales, pero esa mezcla de rechazo al Consenso de Washington con racismo frontal y descarado en un marco de débil crecimiento, bajos salarios y de extrema desigualdad económica es lo que hacen a Trump un fenómeno extremadamente peligroso pues las probabilidades de que gane la presidencia, si bien bajas, no son inexistentes, y más vale que hablemos de ellas porque lo peor que podríamos hacer es ignorarlas.
La ola de votantes que lo han encumbrado son mayoritariamente hombres blancos con poca educación, con ingresos de medios a bajos, un perfil demográfico que ha crecido como espuma en las últimas décadas en los EEUU al estancarse los salarios y la economía y acentuarse la desigualdad económica . Lo más asombroso del fenómeno Trump puede ser descrito por aquella perfecta redondilla de Sor Juana: “sois la ocasión de lo mismo que culpáis”, esos votantes víctimas de la desigualdad están encumbrando como su vocero a una de las mejores muestras de esa desigualdad: un billonario cuya fortuna no viene de su trabajo sino del trabajo de sus ancestros; la clase trabajadora blanca iracunda está alzando a alguien que, a diferencia de ellos, no trabajó para llegar a donde está, sino que nació allí ya. No lo votan por ser ejemplo, lo votan por ser blanco, varón, y vociferante.
Seguir apoyando a una chiva loca como Trump presenta peligros para todos, pero para comenzar, para la economía de los Estados Unidos. Quizá porque Donald Trump ha caída en bancarrota cuatro veces y ha manejado casinos, piensa que puede hacer lo mismo manejando un país. Son tantas las sinrazones económicas que la irreflenable bocaza de Trump profiere que basta una para descalificarlo como una opción viable para dirigir los destinos de los Estados Unidos: el 6 de mayo, el Donald declaró que cuando sea presidente se sentaría a negociar con los acreedores de los 19 billones (millones de millones) de dólares de la deuda de su país para negociar una quita del principal y así relanzar la economía de los Estados Unidos.
Si Donald Trump tuviera probabilidades de llegar a la presidencia los mercados se habrían desquiciado, las bolsas se habrían derrumbado, el dólar se habría hecho añicos y el oro se habría propulsado a máximos históricos. Pero el hecho de que los mercados hayan tomado las declaraciones como una puntada más del neoyorquino señalan la baja probabilidad que por el momento le asignan a su presidencia.

La presidencia Trump es un evento económicamente imposible por sus consecuencias, pero no improbable. Alguien acostumbrado a manejar casinos y financiar rascacielos a costa de defraudar a sus inversionistas y salirse con la suya con triquiñuelas sería el acabose para la economía del mundo. Pero los desastres ocurren a veces, y si Hillary Clinton no logra atraer a los votantes necesarios para imponerse, ese horrible mundo paralelo en dónde Donald Trump es rey, podría convertirse en el nuestro.