Mi padre gustaba mucho de esta canción. La última vez que la escucharé ya juntos, él se la pidió a un conjunto de norteño mientras comíamos los camarones y mariscos más deliciosos que se puedan encontrar en esta tierra, en alguna de las palapas de El Maviri.
De él me viene entonces el gusto por ésta, una de las pocas (¿la única?) canciones rancheras escrita por el compositor cuyo mítico nacimiento se le acredita a Tlacotalpan, Veracruz, aunque probablemente dicho origen, como todo mito, sea falso.
Hubo un tiempo, perdido ya en la bruma en que México era un país abrumado por su bella geografía, en que la música popular y la poesía lírica eran indistinguibles. Hay canciones enteras de Agustín Lara que son poemas líricos, imágenes de tul, vaporosas metáforas. Bellos dísticos, alejandrinos, troqueos memorables, forman parte de la música verbal de Lara.
Nuestra época es difícil para Lara. Es ajena a su lírica. Lara fue un soldado revolucionario, y fue herido en las dos piernas en una batalla en 1917. Probablemente harto de los trepidantes años de su primera juventud, y sintiendo a un México cansado de la violencia, Lara fue el poeta del amor, la cursilería, el salón, y las bellas mujeres que siempre rodearon su vida. Lara, sin saberlo, acuñó al que con los años sería la cúspide del piropo mexicano: “Acuérdate de Acapulco"
A mi por eso me gusta “Se me hizo fácil”. No sé si sea su única canción ranchera. Pero su lírica escapa al corpus larista por mucho. A mí, devoto del ranchero, no se me da muy bien Agustín Lara. Es demasiado cursi, demasiado suave, y demasiado tul, y demasiado hastío que es pavorreal que se muere de luz en la tarde.
Pero la prueba de que el gran maestro Lara era deliberadamente Lara, está justamente en “Se me hizo fácil”. Bastaba quererlo para que el pavorreal de luz se convirtiera en “la abandoné/porque me fue preciso/así abandono, el amor, qué a mi me ofende”. Agustín Lara podía pasar del cabaret del bolero a la cantina del ranchero nomás con abrir una puerta.
¿Quién, de todo el contínuo infinito de cantantes que han interpretado esta gran canción de Lara debería de estar este domingo en Domingos Rancheros? Mi intérprete favorita de Lara, Toña la Negra, no la cantaba, así que me tengo que conformar con un tal Plácido Domingo, quien dicen, no canta mal las rancheras.
El título es un guiño para mi hermana, quien acuño una frase que aquí perifraseo en esta, su gustada sección de Domingos Rancheros.
De él me viene entonces el gusto por ésta, una de las pocas (¿la única?) canciones rancheras escrita por el compositor cuyo mítico nacimiento se le acredita a Tlacotalpan, Veracruz, aunque probablemente dicho origen, como todo mito, sea falso.
Hubo un tiempo, perdido ya en la bruma en que México era un país abrumado por su bella geografía, en que la música popular y la poesía lírica eran indistinguibles. Hay canciones enteras de Agustín Lara que son poemas líricos, imágenes de tul, vaporosas metáforas. Bellos dísticos, alejandrinos, troqueos memorables, forman parte de la música verbal de Lara.
Nuestra época es difícil para Lara. Es ajena a su lírica. Lara fue un soldado revolucionario, y fue herido en las dos piernas en una batalla en 1917. Probablemente harto de los trepidantes años de su primera juventud, y sintiendo a un México cansado de la violencia, Lara fue el poeta del amor, la cursilería, el salón, y las bellas mujeres que siempre rodearon su vida. Lara, sin saberlo, acuñó al que con los años sería la cúspide del piropo mexicano: “Acuérdate de Acapulco"
A mi por eso me gusta “Se me hizo fácil”. No sé si sea su única canción ranchera. Pero su lírica escapa al corpus larista por mucho. A mí, devoto del ranchero, no se me da muy bien Agustín Lara. Es demasiado cursi, demasiado suave, y demasiado tul, y demasiado hastío que es pavorreal que se muere de luz en la tarde.
Pero la prueba de que el gran maestro Lara era deliberadamente Lara, está justamente en “Se me hizo fácil”. Bastaba quererlo para que el pavorreal de luz se convirtiera en “la abandoné/porque me fue preciso/así abandono, el amor, qué a mi me ofende”. Agustín Lara podía pasar del cabaret del bolero a la cantina del ranchero nomás con abrir una puerta.
¿Quién, de todo el contínuo infinito de cantantes que han interpretado esta gran canción de Lara debería de estar este domingo en Domingos Rancheros? Mi intérprete favorita de Lara, Toña la Negra, no la cantaba, así que me tengo que conformar con un tal Plácido Domingo, quien dicen, no canta mal las rancheras.
El título es un guiño para mi hermana, quien acuño una frase que aquí perifraseo en esta, su gustada sección de Domingos Rancheros.