What might the economic consequences of the swine flu epidemic be?
We basically have two choices: Either we take aggressive action to stop the spread of infections in the next few days, even at high economic cost; or we err on the cheap side and, for fear of a drastic economic downturn, we fail to impose the measures necessary to eliminate the conditions that likely enable the epidemic to enter into an exponential spiral.
As in many things in life, there is a clear economic problem underlying the influenza outbreak in Mexico, especially in greater Mexico City.
If the outbreak had been in another distant area of Mexico, the choice would have been easier: just shut down all economic activity.
But shutting down the Mexico City metropolitan area - even for only a few days - would mean a tremendous blow to an economy already in a most fragile position.
Roughly speaking, Mexico City and the State of Mexico, the two most affected areas by the influenza epidemic, account for 30 percent of Mexico's total annual GDP.
On average, this means the region contributes about half a billion dollars per day to the national economy.
So shutting down Mexico City and its metropolitan area for a week may mean as much as $3.5 billion in losses to the economy, which is already in a deep recession.
Just think of what the April economic data will look like. It will likely be a bloodbath.
Let's recall that we already have the Easter effect working against us: April 2009, which included Easter, will be compared against April 2008, which was a full month (in 2008, Easter fell in March), and that will make the data look awful.
Factor in the effect of the ongoing health alarm, which may have already cost us an estimated 0.3 percentage points of GDP, according to my own hasty calculations.
In other words, the stronger the measures to contain the virus from spreading, the better results we will get from the public health point of view, but the higher the economic cost.
It is apparent to me that the government is seeking the hard-to-find middle road between the maximum economic cost acceptable in the short run, and the minimum measures necessary to halt the spread of the epidemic.
I wish them the best of luck, honestly. I really hope with all my heart that the authorities succeed in keeping influenza cases under the critical line that denotes exponential spiraling while finding the lowest possible economic cost. I really hope it works. If it doesn't and if influenza cases fail to recede soon, or worse, if after a brief period of success cases spike again, then tackling the epidemic will be more difficult and the cost to public health will be even greater.
Regardless of the success we may have in coping with this problem in the next few days, or hours, there will be long-term effects requiring specific strategies to correct.
The most evident of these will be tourism. Luckily, dinosaurs are not a client market these days, because they will never forget that it was here that their extinction began.
Still we will need an intelligent and comprehensive campaign in the future to break the stigma linking swine flu epidemic and Mexico in order to regain our competitive edge in tourism.
We are walking a razor's edge here, and the latest data seems supportive of a scenario of a relatively controlled outbreak that should be reduced in coming weeks. There is nothing that I wish more than that the government gets it right this time around. Amen.
jueves, 30 de abril de 2009
miércoles, 29 de abril de 2009
La Influenza de Abril: TS Elliot y López Velarde
Que los poetas tienen dones proféticos, es una verdad aceptada. Ayer leía a López Velarde. Miren ustedes los versos de "El Reinado de la Primavera", el poema con el que abre "La Sangre Devota":
"Hay un alivio dulce
en las almas tan enfermas,
porque abril con sus auras les va dando
la sensación de la convalecencia"
Cualquiera de las acepciones de la palabra "aura" sirve para el tono fúnebre del tercer verso
El otro es por supuesto el poderoso verso inicial de "The Waste Land" de Elliot
I. THE BURIAL OF THE DEAD
APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.
Curioso, en los dos poetas abril va ligado a agonía y sepultura. Que miedo. Ojalá que todo esto pase pronto.
"Hay un alivio dulce
en las almas tan enfermas,
porque abril con sus auras les va dando
la sensación de la convalecencia"
Cualquiera de las acepciones de la palabra "aura" sirve para el tono fúnebre del tercer verso
El otro es por supuesto el poderoso verso inicial de "The Waste Land" de Elliot
I. THE BURIAL OF THE DEAD
APRIL is the cruellest month, breeding
Lilacs out of the dead land, mixing
Memory and desire, stirring
Dull roots with spring rain.
Curioso, en los dos poetas abril va ligado a agonía y sepultura. Que miedo. Ojalá que todo esto pase pronto.
lunes, 27 de abril de 2009
Terremotos, Epidemias, Nada Como México DF
Mientras se daba la conferencia de prensa que actualizaba el estatus de la epidemia de influenza aviar, en Los Pinos, un temblor de 6,0 grados latigueó la Cd de México.
Lo dicho, relean a José Emilio Pacheco, él es el único que ha visto todo esto con nítida claridad.
Estos versos son de "Miro la Tierra"
"Esta ciudad no tiene historia
sólo martirologio-
El país del dolor,
la capital del sufrimiento,
el centro deshecho
del inmenso desastre interminable."
Lo dicho, relean a José Emilio Pacheco, él es el único que ha visto todo esto con nítida claridad.
Estos versos son de "Miro la Tierra"
"Esta ciudad no tiene historia
sólo martirologio-
El país del dolor,
la capital del sufrimiento,
el centro deshecho
del inmenso desastre interminable."
sábado, 25 de abril de 2009
Gobierno había sido advertido,pero Haciendo no dio la lana
La productora estatal de vacunas contra la influenza había advertido ya este escenario, pero la Secretaría de Hacienda no dio el presupuesto para atender esta emergencia.
Sin Palabras
Sin Palabras
viernes, 24 de abril de 2009
Influenza en el DF ¿Qué está pasando?
El hombre más sabio de este país, José Emilio Pacheco, dijo alguna vez que la Ciudad de México es post-apocalíptica. Aquí el fin del mundo ya ocurrió. Todo desastre imaginable acaeció ya, y la ciudad sigue más allá de su propio fin.
¿Qué es lo que está pasando?
Nuestro pediatra cuando hablamos con él al llevar los niños a vacunar estaba muy preocupado y nos dijo que el sector salud estaba pensando ya establecer carpas para atender a los enfermos que van a desbordar los hospitales.
En México cayó el meteorito que extinguió a los dinosaurios, aquí comenzó la crisis de la deuda en 1982, y la crisis de las monedas en 1994 que se propagó por el mundo. México tiene una necia vocación apocalíptica.
¿Qué está pasando?
No lo sé. Es difícil saber qué ha llevado a las autoridades a este nivel de alarma. Parece que estamos ante estos filmes de fin del mundo con ciudades pobladas por sucios zombies y arteros microbios.
¿Qué está pasando?
¿Qué es lo que está pasando?
Nuestro pediatra cuando hablamos con él al llevar los niños a vacunar estaba muy preocupado y nos dijo que el sector salud estaba pensando ya establecer carpas para atender a los enfermos que van a desbordar los hospitales.
En México cayó el meteorito que extinguió a los dinosaurios, aquí comenzó la crisis de la deuda en 1982, y la crisis de las monedas en 1994 que se propagó por el mundo. México tiene una necia vocación apocalíptica.
¿Qué está pasando?
No lo sé. Es difícil saber qué ha llevado a las autoridades a este nivel de alarma. Parece que estamos ante estos filmes de fin del mundo con ciudades pobladas por sucios zombies y arteros microbios.
¿Qué está pasando?
martes, 7 de abril de 2009
Un Nuevo Paquete Fiscal ¡Pero Ya!
Con el acuerdo con el FMI para una línea de crédito por 47 mil millones de dólares con el fin de garantizar las necesidades de divisas para el 2009-2010, el Banco deMéxico ha hecho un trabajo espléndido, pues ahora tiene las herramientas para bajar las tasas de interés de manera agresiva, sin que el peso se desparpaje.
La política monetaria ha comenzado a hacer su trabajo, y veremos tasas de interés significativamente más bajas en las próximas semanas. Pero no podemos decir lo mismo de la política fiscal.
Los programas económicos hasta ahora anunciados por parte del gobierno de México para tratar de amortiguar los efectos de la devastadora crisis económica, o resolverla, han sido insuficientes, principalmente por la mala lectura que el gobierno hizo respecto del alcance y la magnitud de la crisis que se nos venía encima. Hoy, con el desempleo en su mayor nivel desde 1996, y la economía en caída libre de acuerdo con las cifras del Igae, no anunciar y poner en marcha lo antes posible un programa de gasto (incluso deficitario, empezamos a perderle el miedo) verdaderamente ambicioso, y cuantitativamente importante, representaría una falta de lesa historia.
Países como China y los Estados Unidos, quienes han dimensionado correctamente la talla del Armagedón económico que nos azota, están llevando a cabo programas de estímulos fiscales cuyo gasto efectivo adicional representa alrededor del 15% del PIB. En contraste, el gasto efectivo adicional de los dos programas anti-crisis anunciados hasta el momento por el gobierno mexicano con trabajo suman un 1% del PIB nacional (¡cuando la economía se está cayendo a un ritmo del 10%¡).
La semana pasada el INEGI dio a conocer dos datos que muestran que la talla y la profundidad de la crisis en México son muy superiores a las que incluso los más pesimistas habíamos pronosticados (Carlos Slim ha sido reivindicado en su diagnóstico):
a) las tasa de desempleo para el mes de febrero, la cual se ubicó en 5.3%, superior al 5.0% de enero, pero mucho mayor al 3.9% de febrero del año pasado. Es decir, en el último año, la tasa de desempleo ha subido 1.4 puntos porcentuales, el equivalente a cerca de 600 mil personas, y lo único que hemos podido hacer son dos programas fiscales cuyo gasto adicional no sobrepasa el 1% del PIB.
b) El horrendo dato del IGAE del mes de enero, el cual mostró una implosión económica de 9.5%.
Dado que no podemos retrasar los relojes y corregir lo que no hicimos, la responsabilidad que el gobierno federal tiene en este momento, cuando ya deberían de tener claro el tamaño del Maelstrom económico que nos aqueja, es el de producir, lo antes posible, un programa de gasto público considerable, de 5% del PIB al menos, y con un menú de proyectos de infraestructura muy detallado acompañado de un calendario de ejecución de los mismos.
El menú de proyectos de infraestructura que deben de ejecutarse, primordialmente como obra pública dada la restricción de crédito existente (pero con una participación importante de empresas privadas, sobre todo nacionales) debe de incluir, al menos, los siguientes proyectos: el puerto de Punta Colonet, el sistema carretero de Mitla-Tehuantepec, el macro-libramiento de Guadalajara, el sistema carretero Guadalajara-Puerto Vallarta, y una serie de trenes suburbanos en las zonas metropolitanas de México DF, Guadalajara, Monterrey y Tijuana.
Para esta serie de proyectos ya existen proyectos ejecutivos avanzados y las empresas constructoras del país y el extranjero las conocen bastante bien, así que su construcción y ejecución deberían de ser bastante expeditas.
Dado que no existe en este momento el financiamiento bancario o bursátil para emprender el inicio de estos proyectos en estos momentos, y que tales recursos provendrán sobre todo de Banobras, Nafin y el Fonadid, el gobierno tiene que aceptar sencillamente que el grueso de estos proyectos deberán de hacerse como obra pública, y no bajo un esquema de asociación público-privada como se tenía planeado al principio del sexenio.
El mundo cambió de manera dramática en un espacio muy corto de tiempo, y el gobierno mexicano no se ha adecuado con la velocidad y la precisión necesarias para diseñar, anunciar y operar un plan fiscal que de verdad sirva para comenzar a salir de este atolladero.
Al inicio el gobierno pensaba que como aquí teníamos bancos fuertes, y no bancos de papel como en Estados Unidos, la crisis nos iba a afectar de manera muy menguada. Pero cuando vemos que las exportaciones mexicanas se están desplomando a tasas anuales de 30%, el efecto sobre la economía es equivalente a la implosión del sistema bancario. La crisis es la misma, aunque cambie el sector por donde se comunica.
Para diseñar tal plan, lo primero que tiene que ocurrir es que el gobierno se de cuenta cabal de la medida de la crisis: la tasa de desempleo de febrero fue la mayor desde 1996, la caída en la actividad industrial en enero fue la peor desde 1995, la reducción en ventas minoristas fue la mayor en siete años, el SGAE muestra una situación de emergencia económica. ¿Se necesita que pase más tiempo para atestiguar que estamos ante una crisis de proporciones mucho mayores a las de “catarrito” inicial, y que por tanto la respuesta que se debe de dar es más contundente que los simulacros lanzados hasta ahora?
Lo segundo, y casi tan importante, es la oportunidad de la puesta en marcha del plan. La economía es como un cuerpo: si una enfermedad no se ataca a tiempo, se arriesga a un deterioro severo y a una recuperación más comprometida. Entre más nos tardemos en sacar el próximo estímulo fiscal, más complicada se pondrá la crisis, y más difícil será su resolución.
Si, un nuevo programa anti-crisis, que verdaderamente marque una diferencia, será deficitario. No hay de otra. Los déficit se deben de incurrir en situaciones como estas y gastarse en infraestructura y en inversión que ayude a pagar tales déficit cuando la economía se recupere. Si con déficit vamos a salir de este, que así sea.
La política monetaria ha comenzado a hacer su trabajo, y veremos tasas de interés significativamente más bajas en las próximas semanas. Pero no podemos decir lo mismo de la política fiscal.
Los programas económicos hasta ahora anunciados por parte del gobierno de México para tratar de amortiguar los efectos de la devastadora crisis económica, o resolverla, han sido insuficientes, principalmente por la mala lectura que el gobierno hizo respecto del alcance y la magnitud de la crisis que se nos venía encima. Hoy, con el desempleo en su mayor nivel desde 1996, y la economía en caída libre de acuerdo con las cifras del Igae, no anunciar y poner en marcha lo antes posible un programa de gasto (incluso deficitario, empezamos a perderle el miedo) verdaderamente ambicioso, y cuantitativamente importante, representaría una falta de lesa historia.
Países como China y los Estados Unidos, quienes han dimensionado correctamente la talla del Armagedón económico que nos azota, están llevando a cabo programas de estímulos fiscales cuyo gasto efectivo adicional representa alrededor del 15% del PIB. En contraste, el gasto efectivo adicional de los dos programas anti-crisis anunciados hasta el momento por el gobierno mexicano con trabajo suman un 1% del PIB nacional (¡cuando la economía se está cayendo a un ritmo del 10%¡).
La semana pasada el INEGI dio a conocer dos datos que muestran que la talla y la profundidad de la crisis en México son muy superiores a las que incluso los más pesimistas habíamos pronosticados (Carlos Slim ha sido reivindicado en su diagnóstico):
a) las tasa de desempleo para el mes de febrero, la cual se ubicó en 5.3%, superior al 5.0% de enero, pero mucho mayor al 3.9% de febrero del año pasado. Es decir, en el último año, la tasa de desempleo ha subido 1.4 puntos porcentuales, el equivalente a cerca de 600 mil personas, y lo único que hemos podido hacer son dos programas fiscales cuyo gasto adicional no sobrepasa el 1% del PIB.
b) El horrendo dato del IGAE del mes de enero, el cual mostró una implosión económica de 9.5%.
Dado que no podemos retrasar los relojes y corregir lo que no hicimos, la responsabilidad que el gobierno federal tiene en este momento, cuando ya deberían de tener claro el tamaño del Maelstrom económico que nos aqueja, es el de producir, lo antes posible, un programa de gasto público considerable, de 5% del PIB al menos, y con un menú de proyectos de infraestructura muy detallado acompañado de un calendario de ejecución de los mismos.
El menú de proyectos de infraestructura que deben de ejecutarse, primordialmente como obra pública dada la restricción de crédito existente (pero con una participación importante de empresas privadas, sobre todo nacionales) debe de incluir, al menos, los siguientes proyectos: el puerto de Punta Colonet, el sistema carretero de Mitla-Tehuantepec, el macro-libramiento de Guadalajara, el sistema carretero Guadalajara-Puerto Vallarta, y una serie de trenes suburbanos en las zonas metropolitanas de México DF, Guadalajara, Monterrey y Tijuana.
Para esta serie de proyectos ya existen proyectos ejecutivos avanzados y las empresas constructoras del país y el extranjero las conocen bastante bien, así que su construcción y ejecución deberían de ser bastante expeditas.
Dado que no existe en este momento el financiamiento bancario o bursátil para emprender el inicio de estos proyectos en estos momentos, y que tales recursos provendrán sobre todo de Banobras, Nafin y el Fonadid, el gobierno tiene que aceptar sencillamente que el grueso de estos proyectos deberán de hacerse como obra pública, y no bajo un esquema de asociación público-privada como se tenía planeado al principio del sexenio.
El mundo cambió de manera dramática en un espacio muy corto de tiempo, y el gobierno mexicano no se ha adecuado con la velocidad y la precisión necesarias para diseñar, anunciar y operar un plan fiscal que de verdad sirva para comenzar a salir de este atolladero.
Al inicio el gobierno pensaba que como aquí teníamos bancos fuertes, y no bancos de papel como en Estados Unidos, la crisis nos iba a afectar de manera muy menguada. Pero cuando vemos que las exportaciones mexicanas se están desplomando a tasas anuales de 30%, el efecto sobre la economía es equivalente a la implosión del sistema bancario. La crisis es la misma, aunque cambie el sector por donde se comunica.
Para diseñar tal plan, lo primero que tiene que ocurrir es que el gobierno se de cuenta cabal de la medida de la crisis: la tasa de desempleo de febrero fue la mayor desde 1996, la caída en la actividad industrial en enero fue la peor desde 1995, la reducción en ventas minoristas fue la mayor en siete años, el SGAE muestra una situación de emergencia económica. ¿Se necesita que pase más tiempo para atestiguar que estamos ante una crisis de proporciones mucho mayores a las de “catarrito” inicial, y que por tanto la respuesta que se debe de dar es más contundente que los simulacros lanzados hasta ahora?
Lo segundo, y casi tan importante, es la oportunidad de la puesta en marcha del plan. La economía es como un cuerpo: si una enfermedad no se ataca a tiempo, se arriesga a un deterioro severo y a una recuperación más comprometida. Entre más nos tardemos en sacar el próximo estímulo fiscal, más complicada se pondrá la crisis, y más difícil será su resolución.
Si, un nuevo programa anti-crisis, que verdaderamente marque una diferencia, será deficitario. No hay de otra. Los déficit se deben de incurrir en situaciones como estas y gastarse en infraestructura y en inversión que ayude a pagar tales déficit cuando la economía se recupere. Si con déficit vamos a salir de este, que así sea.
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