De muy lejos nos puede llegar el calambre.
O de muy cerca. Lo intrincado de este mundo implica que lo que nos marca, lo
que nos convulsa el día a día, nos escapa. Que no somos dueños de lo nuestro,
que los que estamos aquí somos piezas de algo superior a nosotros. Para bien, y
para mal.
La independencia operativa del Banco de
México está más allá de toda sospecha. En lo fundamental, el emisor central
mexicano tiene una opinión propia la cual ejerce, las más de las veces, con
precisión y cuidado. De entre los países llamados emergentes, México cuenta sin
duda con uno de los dos o tres mejores bancos centrales. La calidad del Banxico
es uno de nuestros activos más importantes.
Pero humildad es menester y la eficiencia
de la política pública mexicana y los mercados locales pasa por el
reconocimiento de que el banco central que cuenta para nosotros en ocasiones
cruciales como la que está por venir, se encuentra más en Washington que en Eje
Central y 5 de Mayo.
La Reserva Federal de los Estados Unidos
(la Fed), tendrá una reunión de su Comité de Mercados Abiertos esta semana,
martes y miércoles, y al salir de su última reunión, emitirá un comunicado en
el cual los mercados esperan leer señales precisas sobre cuándo, y qué tanto,
se elevarán las tasas de interés de los Estados Unidos.
El dato no es menor. La última vez que la
Fed subió tasas de interés fue ya hace más de ocho años. Para ponerlo
esquemáticamente: al menos tres generaciones de estudiantes de economía o finanzas
(carreras que duran típicamente cinco años), nunca atestiguaron un alza en las
tasas de interés en la economía más importante del mundo.
Ya casi lo olvidamos, generaciones enteras
de economistas y financieros desconocen lo que es, pero la ley de hierro
ineluctable del tiempo que cumple todo plazo podría estar por llegar, y quizá
la Fed, animada por datos recientes que muestran que luego de cinco años de
penar por el desierto, la economía parece estar ganando tracción, decida dar
una señal precisa sobre el cuánto y cuándo de esta elevación de tasas en el
corto plazo.
¿Qué va a ocurrir? Difícil saberlo. Los
modelos que se enseñan en las escuelas discurren que si la Fed sube las tasas
de interés de mismo día, la curva de plazos, es decir, las tasas de interés a
distintos vencimientos, deberá de moverse en la misma dirección. Pero eso no es
necesariamente lo que ha ocurrido. Ha habido ya varios episodios en los que la
Fed ha subido las tasas de corto plazo y la tasa de los plazos largos se han
desplomado, produciendo uno de los acertijos más complicados de entender de las
finanzas globales.
Más aún, si las tasas de interés de corto
plazo de los Estados Unidos se elevan, su efecto se sentirá no únicamente en
sus mercados locales, sino que la acción reverberará por muchos rincones del
mundo: México incluido.
El talento innegable de los funcionarios
del Banco de México no podrán hacer mucho en esta ocasión, salvo quizá modular
el impacto y potenciarlo si éste es benéfico.
La Fed de EEUU enfrenta un reto complicado: ¿Cuándo y cuánto subir las
tasas de interés para mover la liquidez global hacia una posición neutral, sin
arriesgar al mismo tiempo que la aún frágil recuperación de las economías
tropiece y caiga de nuevo?
Pero no es la economía lo único que cuenta.
En estos cinco años en que dicha instancia ha cojeado, magra y débil, la ingente liquidez inyectada
por los bancos centrales no se ha materializado como inversión en la economía
real, sino que se ha concentrado en dos polos: la recompra de acciones por
parte de las grandes corporaciones; y la compra de activos financieros por
parte del público en general.
Al subir las tasas de interés, la ecuación
que determina la distribución de los ahorros entre inversión física, bonos, commodities,
acciones y recompra de acciones va a cambiar de manera importante. También
cambiará la forma en que vemos el futuro, pues con las tasas de interés de
corto plazo en cero el presente no importa y el futuro es barato.
Todo está a punto de cambiar, y los
mercados tienen confianza en que la Fed, quien ha capitaneado la economía
global con certeza en estos últimos cinco años de turbulencia, volverá a
mostrar su talento y oportunidad. El Banco de México por supuesta estará
atento, y consciente como es del potencial de su vecino, deberá de monitorear
con cuidado hacia dónde se mueven las corrientes cruzadas que provocará la
primera alza en las tasas de interés después de ocho años de bajas y
estancamientos de las mismas. No va a ser algo fácil.