sábado, 30 de enero de 2016

Las Nieves de Enero y La Economía Bajo Cero

La mayor parte del país ha iniciado éste 2016 aterido por un frente gélido. El hielo ha aparecido incluso en algunas cumbres icónicas, como el Cerro de la Silla y las cumbres del Eje Neovolcánico del Anáhuac, con temperaturas bajo cero en amplios rangos del norte del país y en las cúspides montañosas del altiplano. Pero la temperatura no es lo único que ha descendido bajo cero en este invierno: las tasas de interés en Japón, un país largamente aquejado por la deflación y la ausencia de crecimiento, ha descendido por debajo de su límite natural y se ha unido a un grupo creciente de naciones en donde los réditos se encuentran bajo cero.
El Banco Central es el banco de los bancos. Así como nosotros depositamos nuestros ahorros en los bancos comerciales, los bancos comerciales cuando quieren, o cuando tienen que depositar efectivo lo hacen en el Banco Central. Y como todo banco, el Banco Central típicamente remunera a sus clientes (los bancos comerciales) con una tasa de rédito sobre los depósitos que le son confiados, como cualquier banco lo hace.
La semana pasada sin embargo el Banco Central de Japón (el BJ), se unió a un conjunto creciente de bancos centrales que toman la medida desesperada de recortar sus tasas de interés por debajo del cero por ciento: ofreciendo tasas negativas a sus clientes sobre los depósitos excedentes a las reservas requeridas por ley. Es decir, aquellos saldos de los bancos japoneses que excedan a las reservas requeridas por el BJ serán castigados con una tasa de interés negativa: sobre ese monto los bancos comerciales sufrirán una quita respecto del monto depositado.
La intención de una tasa de interés negativa para el ahorrador es castigar el ahorro y así incentivar el consumo. En el caso de Japón, el BJ quiere que los bancos comerciales dejen de depositar en sus arcas y que usen esos fondos para dar créditos e incentivar así la economía.
En 2012 el banco central de Dinamarca tomó la inaudita decisión de implementar tasas negativas para sus bancos comerciales, incentivando también a que algunos de sus bancos ofrecieran tasas negativas en algunos préstamos a sus clientes. Actualmente las tasas de interés del banco central danés se encuentran en -0.75%. Pero no está solo. El banco central sueco lo siguió en 2014 hasta hundir sus tasas en -1.1%, y en ese mismo año el Banco Central Europeo sumergió sus réditos debajo de cero y actualmente cobra una penalización de 0.25% sobre los depósitos de los bancos centrales.
Implementar tasas de interés negativas es una medida desesperada de los bancos centrales, los cuales se han quedado sin herramientas tras casi una década (y en el caso de Japón, mucho más) de batallar contra la recesión económica, el estancamiento del consumo y la deflación.
Este último fenómeno es lo que está complicando la labor de los bancos centrales. ¿Qué pasaría si a pesar de que un banco central cobre una tasa negativa de -1% por ejemplo, la inflación de la economía cae a -5%? En esa economía la tasa de interés real, es decir, el costo real del dinero, sería de 4%, una tasa demasiado alta para una economía en recesión.
La variable relevante para analizar la política monetaria y su impacto no es la tasa nominal, sino la real, una vez que se le sustrae la inflación. Pero si la economía está en deflación o cerca de ella, una tasa de interés negativa podría incluso ser restrictiva, contrario a lo que la cifra nominal pareciera decir.
Es eso lo que quieren evitar los bancos centrales de esos países que hemos reseñado. En conjunto, las economías de dichas naciones representan el 23% del PIB mundial. Es decir, la cuarta parte de la economía del mundo vive en un contexto de tasas de interés negativas, asustados por el fantasma o la presencia ya de la deflación. En Europa la tasas anual de inflación es de apenas 0.4%, y en algunas naciones la deflación es rampante.
Antes de que deflación cunda, los bancos centrales están intentando ahuyentarla con todos los sortilegios posibles, y el último y más desesperado son justamente las tasas de interés negativas. Japón en particular es un caso alarmante, pues llega a las tasas negativas después de casi treinta años de evitarlas y usar la herramienta alternativa de la expansión cuantitativa, inyectando liquidez en la economía mediante compras masivas de bonos de todo tipo en el mercado. Cuando décadas de expansión cuantitativa no funcionaron, han cedido a su legendaria recalcitrancia y adoptado las tasas negativas como última herramienta para intentar sacara a su maltrecha economía de su secular estancamiento.

¿Y si ni las tasas de interés negativas funcionan? ¿Y si a las nieves de enero no le siguen, como lo tiene prometido Chalino Sánchez, las flores de mayo?

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