domingo, 13 de agosto de 2017

Wall Street Y La Desidia Del Riesgo

El futuro está siempre más cerca que el pasado, pero mientras que la técnica nos ayuda a conocer cada vez mejor el pasado, incluso el más remoto, el futuro, aunque sea inminente, nos es incognoscible. Podemos saber qué ocurrió, casi al detalle, durante el crack bursátil de 1929; en el desplome espantoso de octubre de 1987; con el pinchazo de la burbuja tecnológica en el año 2000; y más recientemente, con la catástrofe de 2008. Pero aunque la próxima caída estuviera cerca, tan cerca como este lunes o esta semana, no hay forma de saberlo.
Hay muchos indicadores que sugieren que los precios de las acciones en los mercados de valores se encuentran ya muy cerca del límite a donde podrían subir, o que lo han superado hace mucho, y por tanto el riesgo de una caída es elevado. Pero en el pasado los mercados se han encontrado muchas veces en niveles comparables, y han seguido subiendo más aún, así que ningún indicador es garantía de certeza respecto al futuro.
Revisemos dos de dichos indicadores. El primero es ampliamente desconcertante, y se trata de la brecha entre el rendimiento que están pagando los bonos especulativos europeos y los bonos del tesoro estadounidenses. El rendimiento que se puede obtener en un bono basura (junk bond) europeo de 10 años, de 2.4%, es casi igual al 2.2% que se pueden obtener en bonos del mismo plazo del tesoro estadounidense. ¿Qué está viendo el mercado que está asignando el mismo riesgo a las emisiones del tesoro de Estados Unidos que a las de un emisor mal calificado en Europa? ¿Hay tanta liquidez en el mundo que están invirtiendo en activos demasiado peligrosos a un precio irreal y cuando el sector truene veremos una réplica del 2008-2009? ¿La política monetaria expansiva ha hecho que los inversionistas olviden toda precaución y persigan a cualquier costo activos riesgosos en busca de una pizca aunque sea de mayor rendimiento?
Estamos en una etapa del ciclo financiero en donde todo parece tener el mismo rendimiento independientemente del riesgo del activo. Incluso las acciones, las cuales proveen al inversionista un ingreso residual (el dividendo distribuido) tras cubrir todas las demás obligaciones, parecen estar siendo tratadas como si fueran un activo extremadamente seguro.
Una medida de qué tan caras podrían estar las acciones es medir el cociente de Precio/Utilidad (PE en inglés), el cual mide cuántos pesos están dispuestos a pagar los inversionistas por un peso de beneficios futuros. En promedio, históricamente los inversionistas han pagado 17 veces las utilidades futuras de las empresas cotizadas. Ha habido veces en que ese cociente ha llegado hasta más de 40, justo antes de que los mercados se despedazaran el año 2000.
Robert Schiller, el premio Nobel de 2013 y uno de los economistas que mejor entiende las finanzas, ha desarrollado un índice PE ajustado por el ciclo que muchos consideran el mejor indicador para estimar qué tan caras pueden estar las acciones en el mercado. Tal índice, llamado CAPE, se ha ubicado en un promedio histórico de 17 veces, y en este momento se encuentra en cerca de 30 veces.
¿Significa eso que el mercado está muy caro y que ya no puede seguir subiendo? La respuesta a la primera parte de la pregunta es que si, yo diría que el mercado esta caro, muy caro. ¿Pero eso significa que ya no seguirá subiendo? No. Nada nos puede asegurar que así será.
El mercado tiene un CAPE de 30 veces, pero en el año 2000 llegó hasta 45. Con tasas de interés y tasas de inflación tan bajas aún, el escuálido rendimiento de dividendos que pagan las acciones hasta parece una ganga. Que el mercado esté caro no significa que se pueda poner más caro todavía, así que abandonar el mercado, apostar contra él, o estar fuera del mismo por miedo a una debacle implica un riesgo peculiar: el de no estar presente durante la mejor parte de una burbuja especulativa.
Los mercados son riesgosos, pero los inversionistas han decidido ignorar este riesgo por el momento. Las tasas de interés están tan bajas, hay tanta liquidez y Trump ha prometido un recorte furioso de los impuestos, que la mayoría apuesta que este mercado que tanto ha subido, está listo para seguir subiendo. La desidia del riesgo es una regularidad histórica antes de que el desplome llegue. Y el desplome puede tomar algunos años aún, o puede estar a la vuelta de la esquina.


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