domingo, 4 de febrero de 2018

Epitafio Financiero de Donald Trump (Adios Janet)

Donald Trump está en peligro de morir de lo que presume: el rally bursátil del que se ha vanagloriado está tropezando y si se desfonda en los próximos días será la culpa del futuro que los inversionistas están viendo para los Estados Unidos: una economía con un déficit fiscal disparado por los recientes recortes fiscales de Trump, que apila deuda pública para poder mantenerse y con el riesgo de que la inflación, enterrada por décadas, resurja de entre los muertos como un zombie.
Ignorante de finanzas como de casi todo, el magnate neoyorquino ha jugado una carta peligrosa: cimentar su prestigio en el rally pasmoso de las bolsas de valores, ignorando quizá la naturaleza estocástica de los precios de las activos financieros, máxime cuando tras un período de expansión tan prolongado la probabilidad de que las bolsas se desfonden crece cada día, especialmente cuando su gran enemigo: la tasa de rendimiento de largo plazo, está rebotando asustada.
A los mercados les asusta la tasa del bono de diez años, porque los flujos futuros estimados de los ingresos de las compañías son descontados con esa cifra. Si la tasa sube el valor de esos flujos baja y por tanto es menor el precio de las acciones resultante. Durante los últimos cuarenta años la tasa de bonos de diez años no ha hecho mas que bajar, de manera intermitente, con algunos sobresaltos, pero hemos vivido una tendencia secular descendente. Esa tendencia podría estar siendo revertida en buena parte por la irresponsabilidad de Donald Trump de recortar impuestos justo cuando la economía estadounidense está creciendo prácticamente en pleno empleo de los factores, arriesgándose a un repunte inflacionario.
La inflación ha sido la gran ausente en el escenario macroeconómico global de los últimos cuarenta años. Tras ser domada en las economías centrales a mediados de los setenta, la credibilidad de los bancos centrales, la globalización, el poderoso cambio tecnológico y la revolución en la distribución de mercancías que hemos visto en el mundo, contribuyeron a que el crecimiento de los precios se mantuviera domado, e incluso en algunos países y durante algunos años hemos presenciado lo inverso: deflación.
Pero con Trump incentivando el consumo y creando un boquete fiscal en medio de una vigorosa expansión a plena capacidad de factores, los inversionistas de bonos, implacables, están presentando una tarjeta amarilla. Durante décadas han estado dispuestos a invertir en bonos con la condición de que la inflación está aplanada contra el suelo. Sólo con esa promesa, que hasta hoy los bancos centrales han cumplido, el mercado de bonos ha estado dispuesto a tomar emisiones con cupones históricamente bajos. Pero el rendimiento nominal, ya muy bajo, sería destrozado si la inflación repunta, y el miedo de que eso ocurra es lo que ha hemos visto en los mercados en días recientes, y quizá marque el epitafio financiero del ridículo Trump.
Esta tragicomedia Trumpiana tiene un ingrediente adicional, y no es casual que el tropezón de los mercados se de justo en la semana en que despedimos a la fabulosa Janet Yellen al frente de la Fed. Capitanear a la Fed en medio de la tormenta como lo hizo Bernanke fue extraordinario, pero en el fondo fue una tarea fácil: se trataba de regalar dinero a pasto. Pero hacer lo que hizo Janet Yellen de manera impecable, perfecta, requiere un talento superior: retirar la liquidez extrema del mercado sin causar una recesión ni un desorden financiero. Cuando todo esté dicho, creo que la mejor conductora de la Fed de la era moderna será Janet Yellen.
Pero el macho ridículo que es Trump no podía soportar que una mujer liberal e inteligente capitaneara la Fed, el único verdadero poder que puede oponérsele a sus caprichitos, y no la confirmó, imponiendo a alguien ideológicamente cercano para sustituir a la campeona. Jerome Powell, el nuevo capitán de la Fed viene del actual Consejo Directivo, y eso lo inclinaría a seguir la directriz de Yellen, pero su perfil despertó mucha simpatía en Trump, y no sabemos qué pueda venir de la cabeza del magnate presidente en los próximos meses.

Trump quizá piense que Powell se la debe, y si se le ocurre discrepar de la Fed y encabritarse cuando ésta siga subiendo tasas desfondando su precioso rally en los próximos meses, el mercado de bonos no tendrá piedad e izará las banderas rojas alertando a todos de que no va a permitir que el capricho populista arruine el delicado equilibrio del mercado.

No hay comentarios: