domingo, 29 de septiembre de 2019

Protejámonos Del Proteccionismo


No debería sorprendernos que el proteccionismo esté de vuelta. Es una de las consecuencias de la terrible crisis económico-financiera del 2008-2009, dado que las economías nacionales, incapaces de articular un crecimiento sostenible (con la notable excepción de los Estados Unidos), buscan depreciar sus monedas para venderle a la máquina económica del mundo: justo los EEUU, más bienes y servicios para crecer. Pero el punto llegó en que los EEUU, a través del iletrado Trump, dijo “esta masacre acaba aquí”, y comenzó a cerrar las fronteras.
Los Estados Unidos son para la economía mundial el comprador de última instancia. Son el gran cliente del resto del mundo. Ellos lo saben de algún modo y por ello tienen la moneda más fuerte del planeta: para poder comprar lo más barato posible los bienes y servicios del resto. Ese papel de ser el cliente de última instancia fue absolutamente clave para que la economía global pudiera salir de la Gran Recesión de 2008-2009. El resultado fue por supuesto un aumento en el déficit de cuenta corriente de los Estados Unidos, al cual el muy elemental de Donald Trump ve como un símbolo de abuso del resto hacia su país, y una señal de debilidad extrema.
El déficit de cuenta corriente de EEUU es todo lo contrario: una señal de la enorme fortaleza de su demanda interna y de la fortaleza del dólar. Más aún, dado que los Estados Unidos no necesitan tener reservas internacionales, el mayor déficit de cuenta corriente significa un mayor superávit de cuenta de capitales: ahorro del exterior que busca ser invertido en los Estados Unidos, en su economía y en sus mercados. El auge bursátil de Wall Street, el déficit de cuenta corriente, y la fortaleza del dólar, son las distintas caras de un mismo proceso.
¿Si la cuenta corriente de EEUU es muestra de su fortaleza económica, por qué Trump lo equipara a una carnicería en contra de su país? La respuesta más sencilla (y quizá la correcta), es por ignorancia. Pero intentemos una respuesta más objetiva. La primera explicación es directa: detrás del déficit de cuenta corriente si hay perdedores, aquellos sectores estadounidenses que no pueden competir con el exterior, y si mapeamos a esos sectores con el mapa electoral, el resultado no debería de sorprendernos: son los que votaron por Trump.
Si por motivos electorales, por su afán de ganar y mantener el poder, Trump y los republicanos están impulsando una agenda económica que les da réditos políticos de corto plazo, pero pérdidas económicas en el largo plazo no debería de asombrarnos: los políticos tienden a pensar así: en el resultado de la elección que viene, y no en lo que el país debe ser en las próximas décadas. Es un sesgo natural que siempre debe de ser compensado por los actores económicos y por los mercados.
Y son los mercados los que en efecto, han sido los principales críticos de la estrategia comercial e internacional de Trump, de su bilioso proteccionismo. En los últimos doce meses el S&P 500 por ejemplo, no ha subido un ápice. Claro que si comparamos el mercado respecto de su cierre de diciembre 2018 estamos sustancialmente arriba, pero pocos tuvieron esa suerte. El mercado tiene más de un año sin moverse, sin ir a ningún lado, mostrando así la incomodidad que le produce el inoportuno proteccionismo de Trump.
Lo irónico es que el libre mercado está siendo cuestionado por los países de donde surgió: el Reino Unido y los Estados Unidos. Y el proteccionismo viene hoy justo de esos dos países. Pensándolo bien la ironía no es tal: la globalización fue iniciada por esos dos países para vender sus productos y abaratar sus costos, arrasando las economías del resto. Pero cuando el resto se repuso y supo competirles, los EEUU y el RU están cerrándose para competir con ventaja, que es como siempre lo han hecho. Para protegerse del proteccionismo es necesario tener en cuenta una cosa: el que se lleva se aguanta.


domingo, 22 de septiembre de 2019

¿Qué Tan Cerca Estamos De Movernos Con Energías Limpias?


¿Qué tan cerca estamos de mover el mundo sin la necesidad de quemar combustibles fósiles cuyas emisiones una de las principales fuentes de erosión de la capa de ozono? ¿Qué tan próximo estamos de usar a la naturaleza para mover a la sociedad sin tener que destruirla? Técnicamente es probable que ya estemos en capacidad de que eso ocurra. Pero dado que la aplicación de la tecnología en la economía está determinada por la rentabilidad de la misma, quizá debamos esperar aún tiempo para que la energía sustentable mueva a la sociedad. Con el riesgo de que puede ser demasiado tarde.
Usar la energía solar, el viento, las mareas, el calor que sale del subsuelo terrestre e incluso la basura que producimos todos los días, es ya técnicamente posible en escala tal que permitiría casi de la noche a la mañana inutilizar a todas las petroleras del mundo. Pero hay un problema: las fuentes renovables de energía son todavía más caras de producir que los sucios combustibles fósiles (el carbón y el petróleo), y que el uso de la fuerza del agua para generar energía.
Las fuentes renovables tienen otra desventaja: son intermitentes. La energía eólica se genera cuando sopla el viento, la solar cuando hay radiación (en el día), y la hidráulica cuando el caudal lo permite. La producida por combustibles fósiles se puede generar en casi cualquier momento y en cualquier lugar, y esa disponibilidad la hace mucho más barata que las renovables.
Técnicamente hoy ya es posible llenar las azoteas de nuestras ciudades con paneles solares y generar así a energía suficiente para moverlas. El problema es que en las noches no habría generación de electricidad. La solución para dicho problema también existe tecnológicamente: se resuelve con una batería. El problema es que con la tecnología disponible la batería necesaria sería tan grande que no sería económicamente viable.
La generación de energía a través del procesamiento de residuos sólidos, y por medio de la captura del biogás que generan los gigantescos basureros metropolitanos del mundo no tienen el problema de disponibilidad que tienen las fuentes naturales renovales de generación, y deberían, y ya son, una parte muy importante del portafolio de soluciones para la generación de energía con fuentes que sustituyan los combustibles fósiles.
La aplicación de energías limpias y el aprovechamiento de residuos, mientras no exista la tecnología que replique la fisión nuclear, son la única salida para disminuir de manera material la emisión de gases de efecto invernadero antes de que el calentamiento global que ellos provocan, comprometa la existencia misma de la civilización humana (por el planeta ni se preocupen, él nos sobrevivirá).
El problema como decíamos al inicio, es que aunque la solución técnica para la abolición del uso de combustibles fósiles, existe, la disponibilidad y los costos de la generación la hacen aún económica y financieramente inferior a la quema de petróleo, carbón y el uso del gas para la generación eléctrica.
Si, el discurso de los ecologistas es correcto, en ese sentido, es el predominio del criterio de la rentabilidad lo que subyace al deterioro de la naturaleza al punto de que está en jugo la existencia de la sociedad misma. Nos estamos matando, lenta pero inexorablemente, a nosotros mismos en nuestra búsqueda de rentabilidad financiera.
Pero así como una vacuna inyecta en el cuerpo los virus de la enfermedad que se quiere combatir:¿sería posible utilizar el hambre de ganancia que mueve a nuestra economía, para generar energía sustentable? La solución no es tan complicada. Imponer un gravamen adicional al consumo de combustibles fósiles para con ello subsidiar la generación de energías renovables y el desarrollo de baterías factibles que las almacenen para tenerlas disponibles en todo momento sería sencillo de hacer si la alarma por el deterioro climático superara las resistencias políticas de los grupos de interés por continuar con el uso del petróleo y el carbón. De nuevo, antes que sea demasiado tarde.

domingo, 15 de septiembre de 2019

Domingos Rancheros: El México Perdido Y Encontrado De "Los Retros"

Existen muchas formas de ser mexicano: como Linda Ronstadt, cuyo tatarabuelo alemán llegó a México en 1845 y tres años después, por virtud de la invasión, acabó siendo estadounidense, sólo para que 120 años después, su familia siguiera cantando rancheras, las mismas que Linda convierte en un hit mundial.
Puede ser un niño francés, quien recibe de su padre como regalo por su visita casual a México dos discos de Miguel Aceves Mejía y en el instante queda enamorado del ranchero y decide que lo que él quiere ser en la vida es ser cantante de mariachi: su nombre no importa, pero se le conoce como "el charro francés", y vive y canta en Guadalajara, Jalisco, desde hace 25 años.
O puede ser, como de manera definitiva y retadora lo acuñó la costarricense Chavela Vargas, cuando le espetaban que ella era tica: "los mexicanos nacemos donde nos da la chingada gana".
O se puede ser mexicano a la manera en que Mauri Tapia lo es. El líder de la banda californiana "Los Retros", nacido y criado en California, toca música mexicana de los años setenta en inglés, y es una muestra de cómo la música puede ir más allá del idioma, más allá de las culturas, y cómo a veces la patria puede acomodarse a una melodía o un ritmo.
Mauri Tapia, hoy de 19 años, hace música desde su casa, en Oxnard, California, junto con su hermano y amigos. Pero hace música mexicana. Y un tipo particular de música mexicana: la música de "Los Terrícolas"; de Rigo Tovar y su Costa Azul; la música de los chilenos "Ángeles Negros"; y del brasileño Roberto Carlos. "Los Retros" cantan música paleo grupera, pero cantan en inglés.
Si ustedes escuchan "Someone to spend time with" sin ver el video, reconocerán los acordes y el beat de "Detalles", de Roberto Carlos; reconocerán la influencia de los Yonic's; olfatearán la lírica de Nelson Ned.
Y si abren los ojos y miran el video, verán a Mauri Tapia mofándose de él mismo y sus estereotipos: cantando mientras limpia la alberca, su chica recostada sobre un cobertor con el estampado de un tigre, su clica chicana pisteando cerveza "indio". La ironía deja de serlo y se vuelve condición.



Se puede ser mexicano de muchas formas. Mauri Tapia ha elegido serlo haciendo música mexicana de los setentas en la patria de la post-modernidad: California. Y para mi gusto no lo hace nada mal.

La Otra Independencia: El Apogeo Del Español

El español, o más precisamente, el idioma de Castilla, el castellano, es la segunda lengua más hablada del mundo, medida por parlantes nativos. Es el cuarto idioma más hablado si incluimos a quienes lo hablan como segunda lengua, y la tercera lengua más aprendida. Es el idioma más importante de América, de un peso menor en Europa, y marginal en Asia y África. Pero en Youtube es el segundo idioma en importancia, detrás del inglés, y hoy que festejamos el cumpleaños de México, el principal hablante del español en el mundo, vale la pena reflexionar sobre la importancia que nuestra lengua tiene para la economía y la política del mundo.
Un idioma le pertenece a quienes lo hablan. El español, gentilicio del habitante de España, denota también la lengua que a sangre, fuego y conversiones, fue adoptada en este territorio que tras muchos accidentes conforman la República Mexicana, y una veintena de países en el mundo. El español no es de nadie. Nos pertenece a todos. La muestra es que dentro de Youtube, la canción con más visualizaciones en la historia de ese canal de internet, “Despacito”, es cantada por un oriundo del país más pequeño del idioma español: Puerto Rico.
Para Puerto Rico, hablar español es un acto de resistencia e identidad, por eso no es casual que de Daniel Santos y José Feliciano, a Residente, pasando por Luis Fonsi y Jennifer López, los boricuas tengan un peso en la cultura popular que sobrepasa con mucho su importancia demográfica en el universo hispanoparlante.
El cuarto mayor hispanoparlante del mundo, tras México, Colombia y España, es un país muy particular: los Estados Unidos, en donde 41 millones de personas hablan el castellano, convirtiendo a esa nación en uno de los centros más importantes del castellano en el planeta, justo por encontrarse en el corazón de la mayor economía del mundo. 
La mayor parte de los éxitos musicales recientes, o movimientos enteros, como el reggaetón por ejemplo, surgen comercialmente de los Estados Unidos, quienes han sustituido al Caribe como la principal fuente de los ritmos tropicales desde los centros hispanos de Florida y Nueva York. El español se ha convertido en una de las herramientas económicas más poderosas, especialmente por su relevancia en la música y en la cultura popular.
Youtube ha desplazado a la radio y a la televisión como el medio musical del mundo, y se ha convertido en una plataforma democrática y global en donde la música de cualquier punto puede ser escuchada en todos lados. Por eso es muy relevante destacar que dentro de los quince videos más vistos en la historia de ese canal, hay dos canciones en castellano: “Despacito” de Luis Fonsi y Daddy Yankee (dos puertorriqueños), situada con una ventaja descomunal en el primer lugar de la lista; y “Bailando”, del español Enrique Iglesias, en el lugar once. Dentro de los treinta videos más visto hay cuatro en español, el único otro idioma aparte del inglés en la lista.
Pero vale la pena seguir con la numeralia de Youtube: en lo que va del 2019, cuatro de los cinco videos más vistos, lanzados en este año, son de canciones en castellano. La importancia económica del castellano es sólo comparable al inglés pero a diferencia de éste, su relevancia en el mundo de los negocios descansa sobre un poderoso intangible: es el segundo idioma de la cultura popular global.
Los ritmos y bailes latinoamericanos: desde la bachata hasta el tango, la constelación de géneros musicales producidos en el mundo pan-hispánico; la literatura y las artes; la fuerza demográfica de sus medios de comunicación y telecomunicación (las telefónicas, las televisoras, las editoriales); le dan al castellano, nuestro idioma histórico, una fuerza económica que tiene un potencial de aprovechamiento enorme que, si siguiéramos el ejemplo de Corea del Sur y su K-pop, se convertiría en un sector económico central para México y Latinoamérica.

domingo, 8 de septiembre de 2019

Dos Tipos De Cuidado

El tipo de cambio, y el tipo de interés. Si fuéramos españoles y mexicanos a la vez, el doble sentido de este artículo funcionaría. Pero lástima que tenemos que conformarnos con un juego de palabras medianamente efectivo. Pero más allá del fallido intento verbal, usemos el título para reflexionar sobre dos factores de riesgo de la economía global en esta coyuntura: la trayectoria del costo del dinero, y la guerra de divisas.
En sentido estricto el tipo de cambio y el tipo (la tasa) de interés son lo mismo: la variable que iguala a una divisa con la otra (el tipo de cambio), es la diferencia entre el costo del dinero en ambos mercados (la tasas de interés). Uno es el reverso de otro, tanto en el mercado mismo día (spot), como en el futuro.
Lo anterior es algo que debería de ser fácil de entender, los economistas lo conocen como la paridad de la tasa de interés, pero no comprenderla le costó a Salinas y su equipo económico llevar a México a la terrible crisis de 1994, cuando a pesar de que la Fed de EEUU elevaba sus tasas, México mantuvo tercamente sus tasas locales bajas y dolarizó la deuda pública en un vano intento por ponerle puertas al campo: es imposible vencer la fuerza gravitacional ejercida por las tasas de la Fed, mucho menos para una economía tan integrada a la estadounidense como la mexicana.
Afortunadamente el tipo de cambio flexible que prevalece en México desde entonces y la independencia del Banco de México han posibilitado que la paridad de tasas predomine y no haya una desalineación grave entre las tasas de las dos economías. En los últimos dos años no obstante es probable que el Banco de México haya apretado los réditos a una razón superior a la necesaria para mantener la paridad de tasas de largo plazo con el fin de amortiguar los riesgos percibidos en el corto plazo. Pero con la Fed revirtiendo el ciclo de alzas de los últimos cinco años, y con las apuestas en los mercados para el menos dos reducciones adicionales en los próximos meses, el balance entre las tasas de interés de la Fed y la del resto de los países emergentes, señaladamente México, y sus divisas, está cambiando y la modulación debe de ser cuidadosa para minimizar la volatilidad inherente a todo cambio de ciclo.
Si la Fed reduce cien centésimas sus réditos de referencia en los próximos meses (como algunos apuestan en el mercado), una baja de tasas significativa por parte del Banxico y los bancos centrales de las economías emergentes debe de acompañarlas, de lo contrario se arriesgan a una apreciación excesiva de los tipos de cambio que podrían afectar la demanda agregada total al reducir el balance externo.
Tal reducción de tasas del Banxico y sus pares en países emergentes sin embargo, no está exenta de riesgos: la velocidad de la misma es crítica y si no se sintoniza y calibra puede haber sobresaltos que limiten la baja de tasas.
La principal fuente de riesgo para sincronizar la baja de la Fed con la baja del Banxico y sus pares provendrá de los mercados financieros, en donde los precios de los activos están tan estresados que no es descartable una disrupción violenta de los mismos en algún punto del descenso de la cuesta de las tasas. Si los mercados financieros se desfondan en algún punto de la travesía hacia abajo, la Fed podrá seguir bajando, pero el Banxico y sus pares quizá no, pues dependiendo de la violencia de la disrupción financiera, quizá deban de mantener las tasas por encima de la proporción necesaria respecto de las tasas de la Fed para que los tipos de cambio no se disloquen y perturben el balance económico general.
Tanto los bancos centrales como los gobiernos de todo el mundo conducen su política en un entorno peculiar: cada vez hay más información, pero cada vez hay más incertidumbre. Sólo la Fed sabe qué va a hacer, los demás tienen que adivinarla. Pero ni la Fed sabe qué ocurrirá cuando lo haga, y todos los demás deberán de estar atentos a lo que pase.

Vida, Muerte Y Resurrección (Necesaria) De Las APPs

Las asociaciones público privadas están gravemente heridas y sin embargo, su resurrección es extremadamente necesaria. En el Reino Unido, de donde surgieron, la Public Finance Initiative (PFI) no ha sido dotada de presupuesto nuevo, y ningún proyecto adicional está siendo financiado por sus directrices. Varios eventos relacionados con las APPs desprendidas de esa iniciativa han convulsionado el mercado, y sin embargo, la necesidad de revivirlas, ante la urgencia de aprovechar el limitado presupuesto y las habilidades técnicas del sector privado, es mayor que nunca.
La PFI fue el mecanismo con el cual el Reino Unido materializó una muy buena idea: que el sector público y privado participaran juntos no únicamente en la construcción, sino en la operación y el mantenimiento de la infraestructura pública. El secreto radica en encontrar aquellos en que el “valor por dinero” sea positivo, es decir, en donde las ganancias de productividad resultantes de que el privado construya, opere y mantenga el activo público, sean mayores al diferencial de tasas de financiamiento entre el público y el privado.
La idea es muy buena: exige del privado las mayores eficiencias a fin de demostrar que vale la pena que sea él quien busque el financiamiento, soportado por la fuente de pago del presupuesto público, en vez de que sea el sector público quien, apoyado en su menor costo de financiamiento, opere y mantenga el activo.
Abundan los proyectos de infraestructura en el mundo en donde dicho supuesto se cumple: en el sector hospitalario, si los contratos del proyecto son bien diseñados y el público le asigna al privado una mezcla de actividades que no implique demasiado alcance y por lo tanto, demasiado costo, la lista de hospitales hechos como APPs es vasta y variada; lo mismo pasa en el sector carretero, en donde no es difícil encontrar la mezcla adecuada entre financiamiento y operación público-privado que maximice el presupuesto y la eficiencia para lograr muy buenos proyectos. En el tratamiento y aprovechamiento de residuos, en ciertos segmentos del sector de agua y en el sector de energía existen muchos segmentos en donde un buen diseño puede producir una buena APP.
Hay que tener presente sin embargo dos cosas: que no todo cabe en una APP sabiéndolo acomodar, una APP no sirve para cualquier proyecto, ni en toda ocasión. De hecho, estos son malos tiempos para las APPs debido a las tasas de interés extremadamente bajas que predominan en el mundo desarrollado.
Una APP será exitosa si la eficiencia del privado es mayor que el diferencial de costo de financiamiento entre el privado y el gobierno. Pero entre menor sean las tasas de interés (¡y hoy tenemos tasas negativas!), dicha ventaja se reduce y puede desaparecer (o hasta invertirse). Tasas de interés extremadamente bajas son quizá el factor estructural detrás de la bancarrota de varios proveedores de APPs en el Reino Unido (como Carillion, el mayor proveedor de APPs en ese país), que seguramente llevó a extremos de liquidez a una estructura jurídico/financiera que depende de flujos seguros para poder operar y financiarse en los mercados.
Que el esquema de APPs haya tenido serios tropiezos en el país que le dio origen no es algo menor. Quiere decir que el esquema debe de ser tratado con muchísimo cuidado y no extenderse demasiado en sus alcances y poner extremo cuidado en su planeación y diseño. Uno de los factores detrás de la quiebra de Carillion es la extrema diversidad de su portafolio de APPs (escuelas, prisiones, hasta iluminación), lo cual sugiere que el uso de las mismas debe de enfocarse a proyectos en donde estrictamente tal esquema sea la mejor solución, y no utilizarse por defecto.
El consenso respecto de las APPs en el Reino Unido y Francia, los pioneros en el esquema, tras la quiebra de Carillion y la decisión de no seguir financiando la PFI initiative es muy similar al título de esta colaboración: están heridas gravemente, pero su resurrección, bajo bases cuidadosamente diseñadas, es absolutamente necesaria.

jueves, 5 de septiembre de 2019

Los Bancos Centrales Están Cavando Su Propia Trampa

Los bancos centrales del mundo podrían estar cavando su propia trampa. Como tras la terrible crisis del 2008-2009 la política monetaria expansiva fue la única herramienta disponible para sacar a las economías de la Gran Recesión, todos los agentes económicos y los mercados del mundo dependen hoy de que los bancos centrales bajen el costo del dinero. Pero la generalización de tasas de interés negativas puede implicar que cuando la próxima recesión llegue (y puede estar por llegar pronto), los bancos centrales no tenga municiones para disparar cuando más lo necesiten.
Si los mercados en México no reaccionaron de manera significativamente negativa cuando el Banco de México bajó su tasa de interés 25 centésimas hace un par de semanas, es porque los bonos mexicanos son una rareza cada vez más valiosa en el mundo: bonos emitidos por países con grado de inversión con tasas positivas son cada vez más escasos, y por mucho que Alejandro Díaz de León y la Junta de Gobierno del Banxico reduzcan la tasa, los flujos de inversionistas locales no se revertirán severamente, pues las alternativas de inversión en el resto del mundo, incluyendo los Estados Unidos, cada vez son menos exiguas.
Bank of America publicó recientemente una numeralia que ayuda a entender qué es lo que está pasando. De los bonos en circulación emitidos por países desarrollados, dos terceras partes ofrecen ya un rendimiento negativo. Y de esa tercera parte que aún ofrece rendimientos positivos, el noventa por ciento lo representa el mercado de renta fija de los Estados Unidos.
Si los bonos estadounidenses son la última tierra firme en un mar de bonos en donde todos los demás se encuentran bajo el agua, es de esperarse que los flujos de inversión se dirijan hacia Wall Street y produzcan el rally del dólar que hemos visto en los últimos meses. Si la moneda estadounidense se fortalece en estos momentos, en donde existe evidencia de un desempeño cada vez más suave, sobre todo en el sector manufacturero, las probabilidades de que tal lentitud se conviertan en estancamiento o recesión aumentan con la fortaleza del dólar. Y un dólar demasiado fuerte está haciendo enojar a Donald Trump, y podría complicar aún más la soterrada guerra de divisas existente en el mundo, la cual en ocasiones estalla a campo abierto como la reciente ofensiva de China al permitir la depreciación del Yuan por encima de las siete unidades contra el dólar.
Peor aún. Si los flujos de inversión siguen inundando el mercado de bonos estadounidenses, el mercado, y ya no la Fed, empujará los precios al alza, y por lo tanto los rendimientos a sus mínimos, y pocos inversionistas descartarían, dado lo que está ocurriendo en el mundo, que las tasas negativas se instalaran también, algo impensable hasta hace poco, en el mercado de bonos de los EEUU.
Si la recesión llega, como parece probable dados algunos indicadores, encontrará a los bancos centrales del mundo en una posición en la que jamás han estado en su historia: enfrentando una recesión económica y ante la necesidad de relajar la política monetaria y por lo tanto bajar sus tasas de interés a partir de un nivel en donde las tasas son negativas.
Si lo anterior ocurre los bancos centrales estarán en un dilema extremadamente complicado, pues bajar más allá de las tasas negativas implica que le pagan a los bancos comerciales para que éstos tomen prestado para que a su vez inyecten la liquidez en la economía.
¿Qué seguiría entonces? Como lo imaginó Friedman: ¿que los bancos centrales suelten dinero desde un helicóptero para que la gente lo tome y lo gaste? La figura nos parecerá cómica. Pero si dicho escenario se materializa entonces quizá estaremos en una circunstancia en donde la política monetaria sea completamente ineficaz como herramienta para sacarnos de la rece

domingo, 1 de septiembre de 2019

¿Se Puede Evitar La Recesión Que Viene?

Los mercados son extremadamente eficientes. Esto no quiere decir que no se equivocan. Significa que incorporan la información y las expectativas de millones de inversionistas de todo el mundo de manera instantánea y se reflejan en los precios. Los precios de los bonos en particular, cuyas tasas han bajado de manera significativa en los últimos meses, parecen estar anticipando una recesión económica en varias zonas del mundo. ¿Es este escenario anticipado inevitable? ¿O podemos escapar de la recesión temida y seguir creciendo?
El santo grial de los economistas es evitar el ciclo recesivo del ciclo económico, mantener la producción y el empleo en expansión constante, sin contracciones. Existen ejemplos que sugieren que algo así es posible. Australia mantiene una expansión económica de veintiocho años ininterrumpidos, un récord para cualquier país en el capitalismo contemporáneo. China se ha expandido por veintisiete años sin interrupción. ¿Será posible entonces que la expansión económica que en Estados Unidos, México y Europa cuenta ya con diez años, pueda duplicar su calendario actual y aspirar a dos décadas ininterrumpidas de crecimiento?
Si Australia y China pueden extender su expansión económica por tres décadas, ¿la recesión que parece inminente a juzgar por lo que comunican los mercados de bonos de muchos países del mundo, incluyendo el de los Estados Unidos, es inevitable? ¿Por qué los Estados Unidos no puede tener una expansión tan prolongada como sus rivales transoceánicos?
Los bancos centrales más importantes del mundo, encabezados por la Fed piensan que es posible mantener la expansión económica mediante la modulación de la política monetaria. La Fed ha reducido sus tasas de interés de referencia y es posible que recorte dichos réditos un par de ocasiones adicionales no porque quiera evitar la recesión, sino porque explícitamente busca extender la expansión en el tiempo ante las señales abundantes, en Europa, en el sector manufacturero, en Corea y en los mercados de bonos.
Donald Trump ha flotado la posibilidad de una nueva ronda de recortes de impuestos, los bancos centrales de Europa y Japón ya han expresado su intención de expandir el crédito mediante inyecciones de liquidez en los mercados a través de las compras de bonos a los intermediarios financieros. Medidas similares están llevando China y la India entre sus bancos y sus empresas, ofreciendo incentivos fiscales y monetarios para mantener la expansión viva y extendiéndose.
La apuesta por un escenario en donde se evita la recesión depende casi exclusivamente de una resolución pronta y eficiente de la guerra comercial que los Estados Unidos sostiene con muchas zonas económicas del mundo, especialmente con China. El estrangulamiento de los flujos comerciales resultantes de la confrontación EEUU Vs China está teniendo efectos inesperados e indirectos en rincones insospechados, como la economía alemana, cuyo sector manufacturero se encuentra en la franja de la recesión en buena mediad porque sus dos principales clientes: los EEUU y China se están peleando entre ellos y ello implica una restricción a las importaciones alemanas de manera indirecta.
Pero existe un factor adicional que debe de considerarse para evaluar la salud de la expansión, y que quizá sea el factor que distingue a la economía estadounidense de la australiana y china: la plétora de crédito. 
El sector que disparó la tremenda crisis de 2008-2009, la última recesión que hemos sufrido, fue el mercado de crédito, sobre todo el de más baja calidad. Hay algunas señales en el sector de empresas petroleras shale, entre los bonos corporativos de menor calificación, y en el de mercados emergentes como Argentina y Turquía que deben de monitorearse, pues es ese rinconcito donde a veces no da el sol, al que debemos de poner atención de nuevo.