domingo, 20 de octubre de 2019

La Recesión Lenta

Comparada con la violencia con la que estalló hace una década la última Gran Recesión, esta recesión no acaba de llegar, no acaba de configurarse, no da bien a bien color. Esta próxima recesión cuando llegue, si es que llega, parece ser muy distinta a la explosión financiera que sacudió, literalmente, a todo el mundo. Hay muchas señales de advertencia: el mercado de bonos, los índices manufactureros, e incluso a últimas fechas, los datos de ventas minoristas, que sugieren que una recesión adviene. Pero es una recesión lenta.
Los analistas y la prensa financiera destacan que los indicadores de empleo y consumo siguen sólidos. No es extraño. En el ciclo económico el empleo y el consumo son las últimas variables en ajustarse. Las empresas recortan trabajadores ya que tienen la recesión en la cocina, y los trabajadores reducen su consumo incluso meses después de ser despedidos, pues la liquidación primero, y el crédito después, les permiten extender su consumo incluso cuando la cima económico ya ha pasado y la producción se encuentra en descenso.
Lo que acontece estas semanas: Datos de producción débiles y cifras de desempleo en mínimos históricos en múltiples economías en el mundo (especialmente Estados Unidos), acompalado de cifras robustas en el consumo de bienes durables y no durables, ¿es consistente con el patrón cíclico descrito en el párrafo anterior, en donde el emple y el consumo son las últimas variables en ajustarse a la baja?
Si le hacemos caso a los mercados de bonos en el mundo la respuesta parecería ser si. Si le hacemos caso a la Reserva Federal de Estados Unidos, quien a pesar de que el desempleo se encuentra en mínimo de setenta años, reduce sus tasas de interés de referencia, la respuesta también paracería ser inclinada a un si. Si vemos las cifras de crecomiento chinas, de “tan solo” seis por ciento, las más débiles en menos de una década, el sentido de la respuesta perecería ser el mismo. Si vemos los mercados de divisas, en donde el dólar lleva seis semanas de ser vapuleado por el resto del mundo, en anticipación de menores réditos por parte de la Fed, lo mismo.
Y sin embargo la recesión no llega. No se aparece aún de manera contundente. Si vemos su distribución geográfica, algunos países como Argentina, y Corea, están presentando tasas negativas. Alemania y México, grandes exportadores, presentan economías estancadas. Algunos estados de la Unión Americana, señaladamente en el medio oeste y en la zona de los grandes lagos, están en recesión técnica, y en general las expectativas tiran hacia un desempeño más suave de la economía.
Pero las cifras duras de producto y empleo seiguen siendo robustas. Así que la fenomenología de la recesión viniente será muy distinta a la última que sufrimos.
Los bancos del mundo son hoy mucho más robustos y capitalizados que los que volaron por los aires hace una década. Es más, quienes manejan los inversiones ya no son ellos sino los fondos de inversión, así que la expsosicion de los bancos a los mercados ya no es tan aguda como la últina recesión. Los activos se encuentran hoy distribuidos más equilibradamente entre el sector bancario y el no bancario.
Si lo anterior es correcto entonces la próxima recesión podría no originarse en el sector financiero, y sería consecuentemente menos violenta y súbita, y más gradual y lenta, que la de hace una década. Una recesión en cámara lenta, en donde cada cuadro se va deslizando y sucediendo secuencialmente, poco a poco.
Sector por sector, país por país, región por región, mercado por mercado, esta recesión lenta parece inadvertida, como si estuviéramos cociendo un guiso a fuego lento, que de tan lento no nos damos cuenta que un buen día, y de un momento a otro allí está.
Quizá quedamos chiscados por la última recesión que sufrimos. Fue tan brutal y despiadada que vimos ante nuestros ojos derretirse a la economía global. Pero esta recesión lenta es típica de las economías antes de que estuviéramos todos conectados. Va extendiéndose poco a poco por sectores e indicadores, imperceptiblemente, hasta que un día sin notarlo, la tenemos enfrente.

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