domingo, 26 de enero de 2020

La Bomba De Tiempo De Las Pensiones


Hay un costo muy alto de mantener las tasas de interés en niveles históricamente bajos, como ha sido el caso en casi todo el mundo desarrollado en la última década: el retiro de quienes tenemos entre 30-60 años está seriamente sub fondeado. Los rendimientos que obtienen los ahorros y pensiones de las generaciones actualmente activas en el mercado laboral, no serán suficientes para financiar el retiro individual de los que hoy trabajamos.
Debido a lo anterior, quiéranlo o no, los Estados dentro de un par de décadas se verán forzados a algo que hoy no quieren ni pensar: tendrán que aumentar sus déficits y sus deudas para solventar la brecha de pensiones, y al ocurrir esto dificilmente el costo del dinero, la tasa de interés, podrá mantenerse en los niveles tan bajos en que se encuentra ahora, y probablemente veamos una destrucción tremenda de valor en el mercado de bonos durante un período más o menos prolongado de tiempo.
La tasa de interés, el precio del dinero, funciona como cualquier otro precio, se determina básciamente por su oferta y demanda,  y si la tasa ha podido estar tan baja es porque existe una oferta de dinero relativamente mayor a la demanda del mismo.
Muchos economistas, como Lawrence Summers y Ben Bernanke, han caracterizado este exceso de dinero respecto su demanda como un “empacho de ahorro”, proveniente de naciones como China, Japón y los países petroleros que tienen enormes superávits comerciales, que no son reinvertidos en su totalidad; y también derivado del saldo ahorrador que la generación actualmente activa en el mercado laboral, tiene en su balance ahorro-gasto.
Keynes había ya advertido de una situación similar de la economía, en donde las tasas de interés eran tan bajas que las herramientas monetarias perdían eficiencia, llamándola, “trampa de liquidez”. La tradición marxista también tipifica esta situación, y desde sus textos clásicos, la “sobreacumulación de capital”, en donde la tasa de ganancia es tan baja debido al exceso de capital invertido, juega un rol muy importante en su análisis de la dinámica del capitalismo moderno.
La podemos llamar como queramos, y explicarla como nos plazca, lo cierto es que el síntoma es claro: el precio del dinero en el mundo es bajísimo, incluso negativo en algunos casos. Podemos, como los médicos, discrepar respecto del origen y del tratamiento, pero la sintomatología es inequívoca.
Dejando de lado los distintos ojos con los que se mira, existen dos preguntas básicas que cabe hacer: la primera es, ¿qué pasará en el momento, si llega, en que el balance de ahorro-inversión se restablezca o se revierta? Y la más difícil de contestar: ¿cuándo ocurrirá ese nuevo balance?
Si una de las razones para el actual empacho de ahorro es que quienes trabajamos hoy, como generación global, estamos ahorrando mucho respecto de nuestro gasto, y no hay inversión capaz de absorber tal ahorro y producir rendimientos que remuneren nuestras pensiones. Cuándo esta generación deje la fuerza laboral y comience a consumir sus ahorros, y más aún, los Estados deban endeudarse para cubrirle a esa generación la brecha de pensiones: ¿se revertirá el saldo ahorro-inversión y por lo tanto se elevará el costo del dinero?
Si la respuesta es positiva entonces la respuesta respecto del cuándo es quizá en un par de décadas, cuando la pirámide poblacional comience a mostrar que el número de pensionados es mayor al de los trabajadores activos.
Si ese momento llega (puesto que muchas cosas pueden ocurrir para revertir esta tendencia), entonces los Estados deberán de relajar la regla del déficit y de la deuda. Por ejemplo, la Unión Europea, que hizo de su razón déficit/PIB de dos por ciento el requisito de admisión y permanencia, deberá de incrementarla si quiere fondear las pensiones de sus retirados en un par de décadas.
Lo malo de los buenos tiempos, como los que las economías han vivido en estos años, es que no dan incentivos a pensar qué hacer cuando las cosas no vayan tan bien. Vale la pena recordar entonces aquella aforística lección que nos recuerda que lo único que no cambia es el cambio.

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