miércoles, 3 de junio de 2020

El Petróleo: ¿Resucitado, O Un Mercado Zombie?

La mejor prueba de que los mercados no se ajustan solos, como muchos lo creen, es el mercado petrolero. Después de que en abril vimos la increíble fotografía de que el barril de petróleo del WTI registró precios negativos, en mayo los precios del petróleo tuvieron el mejor mes de su historia, subiendo casi 90%. La confluencia de un recorte extremadamente severo por parte de los mayores exportadores, junto con una moderada reactivación de la demanda, y un exceso de liquidez financiera, han provocado un vuelco en la situación del mercado petróleo.
El barril del petróleo pasó de ser un muerto bajo tierra, hundido en precios negativos, a tener el mejor mes de su historia, en muy pocos días. Una rápida revisión de las causas, nos ayudarán a comprender el por qué de ese cambio tan espectacular en la suerte del mercado energético.
El factor más importante fue el acuerdo logrado entre los principales productores y exportadores de crudo para reducir la impresionante marca de 12 millones de barriles de petróleo al día, reduciendo la oferta global a 88 millones de petróleo al día, el menor nivel de los últimos nueve años.
El segundo factor en importancia fueron las aperturas graduales de las principales economías del mundo: desde los Estados Unidos, en donde los estados más ricos, como California, Texas, y Nueva York, han iniciado un arriesgado pero gradual retorno a la normalidad económica, lo que se ha traducido en una moderada recuperación de la demanda de combustible en esos mercados.
Junto con Estados Unidos, los países más ricos de Europa, Japón, Corea y China, han reabierto parcial y gradualmente sus economías, lo que ha provocado una regularización tenue de la demanda, pero que ha sido suficiente para apoyar un repunte récord de 88.38 por ciento en el precio del WTI en mayo, y una continuación de ese pasmoso rally en las primeras jornadas de junio.
Pero quizá el ingrediente adicional al balance de oferta y demanda sea la extraordinaria inyección de liquidez de la FED y los mayores bancos centrales del mundo, y una expansión sin parangón en el gasto público de las economías más ricas. Este exceso de liquidez tiene que invertirse en algo: y se está invirtiendo en los mercados de acciones, propulsando un rally frenético en las bolsas; se está invirtiendo en activos de mercados emergentes, causando un alza descomunal en sus monedas, especialmente en la más líquida de entre ellas, el peso mexicano; se está invirtiendo en bonos de todo el mundo, causando una baja en las tasas; y se está invirtiendo también, por supuesto, en petróleo.
Si bien los precios petroleros han subido de manera espectacular, aún se encuentran lejos de los niveles suficientes para que actores como el shale oil, los productores de países emergentes con problemas de balances fiscales, y las grandes petroleras, regresen a sus niveles de factibilidad, equilibrio fiscal y de rentabilidad suficientes para ser viables en el largo plazo.
Más aún, es posible que esta espectacular alza en los precios sea más un producto artificial resultante de la inyección de liquidez, más que producido por el equilibrio fundamental entre oferta y demanda, y por lo tanto, si dicha liquidez extrema se altera, volvamos a ver un despeñadero del mercado. Es posible entonces que el precio del petróleo, como los mercados, en realidad estén muertos, pero que se estén moviendo sólo por la liquidez extraordinaria. Como un zombie, que es en realidad un cadáver que se mueve por una energía externa que anima su cuerpo ya muerto.
Pero revivido de verdad o zombie, lo cierto es que los precios continúan inflándose, y los mercados de futuros pronostican que los precios en el mediano plazo seguirán firmes, en alrededor de 37 dólares de aquí a diciembre, e incluso remontando a 38.60 de aquí a un año.
La presión por reabrir las economías a pesar del riesgo de la pandemia ha obligado a los gobiernos a lentamente tratar de regresar a la normalidad, y eso ha sido suficiente para sacar al muerto de la tumba en la que se encontraba. Por allí anda el barril e petróleo, caminando como un zombie ayudado por la liquidez. Veremos si sostiene su renacimiento, o si regresa a la paz de los sepulcros.

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