domingo, 15 de noviembre de 2020

La Economía De Mentiritas Llegó Para Quedarse

La economía global es de mentiritas, está sostenida artificialmente por la inyección de gasto deficitario mediante el crecimiento de la deuda pública, y mediante la inyección de dinero creado artificialmente por los bancos centrales para proveer de liquidez a los bancos y directamente a las empresas. Tal explosión de deuda y liquidez ha sido la política correcta, de lo contrario la economía habría colapsado peor de lo que sufrimos. Pero la pregunta ahora es: ¿esta nueva economía dopada es la nueva regla? ¿o podrán los gobiernos y los bancos centrales retirar en el futuro la liquidez y pagar las deudas sin que las economías se colapsen ante la ausencia de los estímulos fiscal y monetario?

Existe un escenario en donde los actuales niveles de gasto deficitario y creación de liquidez artificial se convierten en rasgos permanentes de la economía. De hecho, la respuesta de la economía global a la pandemia replicó y radicalizó la respuesta previa en la crisis de 2008-2009: gasto deficitario masivo de los gobiernos, e inyección de dinero de los bancos centrales. Con una diferencia: en 2008-2009 los estímulos fueron selectivos, concentrados, hoy son generales.

Quizá tengamos que vivir un tiempo considerable con los ciudadanos dependiendo de un cheque periódico del gobierno, elevando los déficits consistentemente. Quizá las empresas y los bancos tengan que depender del financiamiento de los bancos centrales para subsistir, operar y prosperar durante un tiempo prolongado, incluso luego que la pandemia se haya resuelto lo suficiente.

Un argumento que apoya la posibilidad del escenario anterior es lo que ocurrió en 2017-2018. Tras un par de años en que los bancos centrales y los gobiernos, muy lenta y gradualmente, intentaron normalizar la intervención del gasto público y de los bancos centrales, retirando poco a poco los estímulos fiscal, pero sobre todo el monetario, incrementando las tasas de interés a un ritmo de goteo, la economía no pudo resistirlo, y todas las cifras muestran que a finales del 2018 la actividad se encontraba de nuevo tan frágil que tuvieron que revertirse las alzas en las tasas y comenzar a bajarlas rápido de nuevo.

Los datos más recientes muestran que el primer trimestre de 2020, antes de que el mundo se pusiera en cuarentena por la pandemia, las economías ya estaban entrando a, o muy cerca de, una nueva recesión, la cual fue profundizada y potenciada por la emergencia sanitaria. Es decir, la economía no pudo resistir que se le retirara, así fuera por goteo y delicadamente, el enorme estímulo monetario de 2008-2009, concentrado sobre todo en el sector bancario.

Si eso ocurrió entonces, es probable que este estímulo, que además de monetario tuvo una gigantesca expansión de los déficits fiscales, sea muy difícil de retirar sin causar una repetida contracción económica. Como ocurrió en 2018-2019.

John M Keynes y Milton Friedman, epitomizaron las antípodas de las visiones de política económica: la primera sugiriendo una intervención activa del gasto público, la segunda limitando el Estado al mínimo posible. Si ambos economistas revivieran no creerían lo que ven sus ojos: ni en sus sueños más fantásticos Keynes habría imaginado la escala y la variedad de la intervención del gobierno en la economía moderna. Va un dato. Uno tan solo: la Reserva Federal de los Estados Unidos es el inversionista más grande en los mercados de capitales. No existe otro inversionista que se le compare.

Los activos comprados por la Fed se han disparado, no solo en monto, sino en variedad, pues antes se limitaban a bonos del gobierno, y ahora incluyen hasta bonos para financiar centros comerciales, a Wal Mart, a Apple, a cualquier tipo de empresas. Keynes no lo creería.

Sanitariamente, económicamente, regresar a la normalidad no será fácil. La inmunidad social ante el covid será difícil de lograr, así como difícil será regresar a los niveles de empleo e ingresos que existía antes de que la pandemia cambiara nuestras vidas.

Pero más difícil será regresar a la normalidad financiera. Los trabajadores ya cuentan con un ingreso periódico de subvenciones del gobierno, las empresas cuentan con que cuando necesiten dinero, la Fed les prestará directamente, sin pasar por los bancos.

Y así, cada vez que la Fed quiera dejar de comprar bonos de Toyota, de AT&T, de Microsoft y de Volkswagen, los mercados de crédito temblarán, aumentando el riesgo de que la contracción económica regrese, a pesar de que no haya (porque algún día ya no habrá), pandemia covid.

  





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