domingo, 5 de septiembre de 2021

¡Mamma Mia!: ¿El Regreso de La Economía de Abba?

Que el grupo emblemático de la década de los setenta, Abba, haya publicado la semana pada su primer álbum después de cuarenta años, dando a conocer dos sencillos, quizá haga recordar a los economistas lo que pasó en la economía global en aquella década, cuando la inflación se disparó, y el crecimiento se estancó en una dinámica de “freno-arranque”. Una situación que fue llamada estanflación, ilustrando el par estancamiento-inflación que aquejó a las economías, y que según algunos podría ser un riesgo material en el corto plazo.

No es una buena señal, pensarán los economistas, que los setenta se vuelvan a poner en boga. No por los pantalones acampanados ni las disparadas melenas masculinas, sino porque tras el choque económico causado por el alza de los precios del petróleo causado por el embargo de los países que fundaron la OPEP, las mayores economías pasaron toda la década y los principios de la siguiente con un crecimiento sensiblemente por debajo de la tendencia, y con tasas de inflación elevadas.

En 1974 la inflación en los Estados Unidos alcanzó un máximo histórico de 11.05 por ciento, erosionando los ingresos de las familias y diseminando malestar y descontento entre la amplia clase media de ese país. Luego de una breve baja, la inflación volvió a remontar y marcar un nuevo máximo histórico de 13.55 por ciento en 1980.

Mientras Abba marcaba récords de ventas en el mundo con sus álbumes, la inflación en el mundo marcaba también máximos, pero el crecimiento era exiguo y pálido. Entre 1970 y 1982, la economía de los Estados Unidos tuvo tasas de crecimiento negativos en seis años y creció en los otros seis ejercicios, en un patrón que la prensa económica de aquellos años denominó “freno y arranque”, o “stop and go” en inglés.

La inflación anualizada marcada en los últimos meses en las economías avanzadas es la más alta desde que Abba rompía los récords de ventas de los Beatles en aquellos años, y el dato de empleo del mes de agosto publicado el viernes pasado en Estados Unidos, que fue mucho menor al esperado (250 mil nóminas no agrícolas, contra 750 mil esperados) hizo recordar a economistas y mercados aquellos años en que la música disco reinaba, junto con la inflación y el estancamiento económico.

¿Por qué, además de por los discos de Abba, los economistas temen que estos años y el futuro cercano puedan parecerse a aquella década de estanflación?

Porque al igual que los setenta la economía fue víctima de un choque de oferta inesperado que afectó gravemente la cadena de suministro global: en los setenta el embargo petrolero disparó el precio de la energía, mientras que hoy la pandemia covid conculcó la producción y la distribución de insumos en todo el mundo y está provocando incrementos de costos en ritmos no vistos desde los setenta.

El choque de oferta en los setenta y el subsecuente incremento de costos y precio desbalanceó la producción y el consumo y llevó a recesiones alternadas con años de crecimiento mediocre y falta de fuelle. Ese olor a freno y arranque ha estado presente el último año en la economía global, aunque el semáforo en esta ocasión es sanitario. Las reaperturas y restricciones dictadas por la pandemia y el resultado de la vacunación masiva han producido intervalos de crecimiento y estancamiento que recuerdan sin duda aquellos años cuando Abba dominaba las discotecas.

La combinación de un choque de oferta masivo que lleve a la reflación global, junto con arranques y frenos en los datos de producción y empleo tiene a la prensa financiera dibujando paralelismos entre los primeros discos de Abba y el que lanzaron la semana pasada. 

No hay nada por supuesto que haga que Abba sea un talismán económico, un vudú capaz de provocar, con su sola presencia, replicar las condiciones económicas que prevalecían cuando dominaban las listas de popularidad y ventas. Hay una enorme diferencia hoy respecto de entonces: la vasta laxitud monetaria de los bancos centrales que sigue empapando de liquidez a los circuitos financieros. Pero recordemos que la historia cuando se repite, lo hace una vez como tragedia, y la segunda, como comedia.

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