La semana pasada los mercados
financieros de los Estados Unidos (y de México), tuvieron su peor semana desde
2011. Esta mañana la bolsa de Quatar, una da las líderes en el Golfo Pérsico,
entró en territorio descendente (“bear market”), definido éste como una baja
superior al 20% desde el valor máximo alcanzado. La razón detrás de semejante
bamboleo es la hecatombe sufrida en los mercados de energía, en donde las
cotizaciones del barril de petróleo siguieron hundiéndose y alcanzando mínimos
multianuales.
Como habíamos mencionado en
artículos anteriores, la actual situación del mercado petrolero es el riesgo
más importante de corto y mediano plazo para la economía y las finanzas
públicas de México, de la Federación, de las entidades federativas y de sus
municipios, y a pesar de que el Gobierno Federal logró una valiosa cobertura de
los ingresos provenientes de las exportaciones petroleras del país, dicha
cobertura no es perfecta (no puede serlo dadas las complejas condiciones del
mercado); y lo más importante, no cubre de manera directa los ingresos de las
entidades federativas.
Repasemos brevemente las razones
por las cuales los mercados petroleros han sido conculcados por violentas
sacudidas en los últimos tres meses:
1) La
demanda ha menguado: las principales economías del mundo, con la notable
excepción de los Estados Unidos, han mostrado un dinamismo inferior al
pronosticado y eso ha creado una insuficiencia de demanda en los mercados
energéticos;
2) La
oferta se ha disparado: países productores
tradicionales como Libia e Irak han retomado su producción, pero el
factor más importante es la increíble subida en la oferta de petróleo de los
Estados Unidos, en donde una asombrosa revolución tecnológica (consideraciones ecológicas
aparte) ha recuperado para los vecinos su rol como el principal productor de
petróleo del mundo;
3) Como
consecuencia de lo anterior, la demanda de importaciones de los Estados Unidos
se ha desplomado e incluso en algún escenario los EEUU podrían comenzar a
exportar crudo a otros países.
La existencia de una sobreoferta
relativa de petróleo derivado de los factores anteriores ha provocado un
desplome dramático de las cotizaciones del crudo. Pero hay una ruda batalla
geopolítica detrás:
Un petróleo caro tiene del otro
lado una ecuación complicada: significa que los Estados Unidos dependen de
Arabia Saudita y de sus aliados; significa que el centro del poder económico y
político global tiene un punto débil, su dependencia de las monarquías árabes.
Y lo contrario también es válido: un petróleo barato significa que la
vulnerabilidad geopolítica de los EEUU se encuentra en Texas y las Dakota, y no
en el Pérsico; significa que las monarquías árabes reducen de manera dramática
su capacidad de negociación ante la clase política y financiera de los Estados Unidos.
Esta ecuación es uno de los temas
de esta compleja sinfonía energética, los productores árabes no están
dispuestos a ceder su cuota de mercado a favor de los intrépidos petroleros
estadounidenses, les ha quedado muy claro que no van a ceder terreno ante el
empuje de los cowboys petroleros. Tienen una gran ventaja de su lado los
árabes: ellos aún tienen ganancias con un barril de petróleo a 40 dólares,
algunos dicen que inclusive en $30. Los petroleros de Texas y las Dakota
difícilmente podrían sobrevivir más de seis meses con el petróleo por debajo de
70 dólares.
En un mercado en dónde los
precios del WTI (petróleo de referencia de Texas), se encuentran en 57.81, y el
Brent del Mar del Norte en 61.85 dólares (ojo, la mezcla mexicana sucumbió por
debajo de los 52 dólares la semana pasada) , los petroleros árabes aún están
viendo el dinero fresco caer en sus arcas, mientras los productores
estadounidenses presentan una hemorragia financiera feroz que los sacará del
mercado si los precios no repuntan pronto.
Von Klauzewitz habría sin duda
suscrito la siguiente boutade: Las finanzas son la guerra por otros medios, y
los árabes han disparado un formidable misil contra los petroleros texanos y de
las Dakota. El enemigo se encuentra destruido, y la única forma de que los
precios repunten es si la OPEP, es decir, Arabia Saudita, decide recortar su
producción dramáticamente para reducir la sobreoferta de petróleo existente.
Pero los árabes lógicamente se
preguntan. ¿y por qué he de ser yo quien
recorte producción y deje de ingresar dólares? Si quieren recortar la
producción ¿por qué no la recortan los texanos en Eagle Ford y los petroleros
de Dakota?
El ministro de energía de los
Emiratos Árabes Unidos dijo éste lunes que la OPEP mantendría su decisión de no
recortar la producción incluso si el petróleo se desploma hasta los 40 dólares.
Eso significa que la mezcla mexicana podría caer hasta los 30 dólares por
barril, lo cual significaría graves predicamentos para las finanzas públicas
nacionales y limitaría gravemente las perspectivas de inversión en el sector
energético recién abierto. La guerra está declarada y abierta y como en toda
guerra hay víctimas colaterales, bajas ajenas a los bandos conflagrados. Cuidemos
que la economía nacional no caiga en ese caso.