sábado, 12 de noviembre de 2016

¡¿Ahora Quién Podrá Defendernos?! De Trump: El Mercado de Bonos

Las encuestas estaban en lo correcto: Hillary Clinton ganó la elección, pero no ganó la presidencia de los Estados Unidos. El extravagante método de elección estadounidense ha provocado que a pesar de que Clinton tuvo más de un millón de votos más que Trump, éste será el próximo presidente. Y lo será con un amplio mandato: con mayoría en la Cámara de Representantes y el Senado, dándole un poder casi sin contrapesos. Hoy un contrapeso poderosos sin embargo: el gigantesco mercado de bonos.
El mercado de bonos es quizá dos veces más grande que el mercado de acciones. El valor de las emisiones de deuda del mundo es el doble que el valor de las acciones y es por tanto el más profundo, líquido y temible mercado del planeta. James Carville, que tanta falta le hizo esta vez a los demócratas y que fue el estratega electoral de Bill Clinton, dijo alguna vez que él quería reencarnar como el mercado de bonos: “todo mundo te temería”. Y si, todo el mundo debe de temerle, incluso Donald Trump.

¿Por qué el mercado de bonos es tan importante? Por que allí se fija la que quizá sea la variable económica fundamental: la tasa de rendimiento de largo plazo. De esa tasa depende la inversión, el ahorro y las pensiones, el financiamiento de infraestructura y el costo financiero de la deuda de todos los países del mundo. Meterse contra el mercado de bonos es peligroso, pues las consecuencias pueden ser devastadoras: pueden mandar economías enteras a la recesión, quebrar el retiro de millones de personas, y perturbar el sistema de divisas del mundo. Así de dramático.
Donald Trump se ha calificado a si mismo como “el rey de la deuda”. La deuda le fascina, es adicto a ella…y a no pagarla, como lo muestran sus moratorias seriales. Trump acostumbra a hacer negocios endeudándose al máximo, y muy probablemente ese estilo lo lleve a la Casa Blanca y lo convierta en el centro de su política económica, incrementando así los déficits y la deuda pública, y probablemente disparando un repunte de la inflación general.
De concretarse esa política económica tendría dos consecuencias sobre el mercado: un alza en la tasa de largo plazo, y la consecuente alza del dólar estadounidense. De hecho lo anterior no es una hipótesis y antes bien, es justo lo que ocurrió en los tres días posteriores a la elección de Trump. En la semana de la elección un billón de dólares fueron borrados del mercado de bonos al subir las tasas de largo plazo y caer el valor de los bonos., la peor caída de los últimos tres años.
El mercado de bonos está anticipando que la expansión fiscal agresiva que podría caracterizas a Trump deberá ser acompañada de alzas en las tasas de interés de la Reserva Federal, incrementando el costo del servicio de financiamiento a empresas y gobierno y fortaleciendo al dólar estadounidense.
Junto con un incremento en el gasto, Trump podría acompañar sus primeros días con una reducción en los impuestos, sobre todo a los deciles más altos, incrementando el déficit fiscal y el apetito del gobierno por bonos. No sería la primera vez que esto ocurre. Es más, esta mezcla se ha convertido desde Ronald Reagan en la jugada favorita de los republicanos.
El poder del mercado de bonos es descomunal. Trump aún no bosqueja su plan económico, aún no toma posesión, y el mercado ya está reaccionando. Trump llega en un momento en que las tasas están retomando el alza luego de ocho años de estancarse en mínimos históricos, al tiempo que los Estados Unidos logró reducir sus déficit a niveles aceptables. Trump romperá con esa tendencia y expandirá el déficit a niveles cercanos o mayores a los que vimos en la crisis financiera y que orillaron a las calificadoras a reducir la nota de riesgo de los EEUU.

El mercado de acciones está eufórico tras la victoria de Trump: sus primeros discursos no fueron tan agresivos como su campaña, y las señales de que repelerá la Dodd-Frank y aumentará el gasto han hecho que las acciones de bancos, constructoras, empresas de defensa, petroleras y farmacéuticas se disparen, en detrimento de las acciones tecnológicas y de energías alternativas. El mercado de acciones es muy dado a la florescencia, a la extravagancia y exuberancia, le gusta engañarse y creerse sus historias. Pero el mercado de bonos es distinto: es difícil engañarlo, está siempre atento, es sangre fría y calculador. Trump es un peligro: y el mercado de bonos lo sabe.

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