domingo, 6 de noviembre de 2016

Domingos Rancheros: Anatomía Del Cortón, "La Noche De Mi Mal"

¿Qué tan azotado podía ser José Alfredo? Podía convertir la navidad en ocasión para gritar que lo mataran de una vez, de un sólo golpe; podía montar a un jinete viudo enloquecido buscando desesperadamente la muerte; podía dejar a un perro negro morir de hambre ante la tumba de su amo muerto en pleito de amores; podía, según él alabando al Bajío, llegar a la conclusión sartreana de que la vida no vale nada.

Eso era cuando andaba de buenas y contento. Porque cuando andaba verdaderamente azotado, escribía "La noche de mi mal".

Muchas canciones de José Alfredo son difíciles de descifrar. Por ejemplo: es difícil comprender el tema que da lugar a "Las Ciudades"; la dedicatoria de "Canta, Canta" es una gran sorpresa. Pero "La noche de mi mal" es clara como el tequila blanco: es la historia de un cortón bien gacho.

"No quiero ni volver a oír tu nombre
No quiero ni saber a dónde vas
Así me lo dijiste aquella noche
Aquella negra noche de mi mal"
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¡Pobre pelao!

La reacción del sujeto del cortón es íntegra y ejemplar:

"si yo te hubiera dicho: no me dejes
mi propio corazón se iba a reír"

La dignidad se impone. José Alfredo no ruega. De haber rogado él se burlaría de si mismo.

"Por eso fue, que me viste tan tranquilo
Caminar serenamente, bajo un cielo más que azul"

José Alfredo no se quiebra, el cortón no lo doblega. Camina erguido y digno. Pero de pronto....

"Después no se
Me aguanté hasta dónde pude
Terminé llorando a mares
Dónde no me vieras tú"

¡Hasta allí llegó el bato! En cuanto la morra lo ve darle la vuelta a la esquina y ya no está a la vista, el pobre se suelta con la chilladera.

"La noche de mi mal" es la anatomía del derrumbe tras el cortón: ¿Quién podría cantar esta rola?

Solo una: mi reina, la absolutamente asombrosa Lola Beltrán.



Hay muchas interpretaciones en donde Lola va más allá de la rola que interpreta. Su histrionismo preciso siempre acompañó a su maravillosa voz. Pero en "La noche de mi mal" Lola no sólo va más allá de la rola: va allende si misma.

Cuando veo y vuelvo a ver ésta versión siempre me pregunto ¿qué le dolía? ¿que sufría? ¿qué ardor la sacudía? Porque no es normal cantar así. No se puede actuar la agonía de la forma en que Lola canta en esta versión el cortón del pobre José Alfredo.

O más bien si se puede: pero sólo ella.

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