A lo mejor el gobierno no tuvo listo a tiempo el arco del bicentenario, el monumento insigne que debería de haber celebrado las dos centurias de México como nación independiente, pero Hacienda, esa parte del gobierno federal que constantemente demuestra que es la zona de la administración pública que mejor funciona, está preparando ya el tricentenario.
Hace 100 años Porfirio Díaz gobernaba el país, y nadie imaginaba que en pocos meses, el país iba a cambiar de manera radical, explotando en una revolución social, la primera en el mundo al cual le esperaba un convulso siglo.
Nadie en octubre de 1910 podría haber predicho lo que sucedería en octubre del 2010. Pero en este octubre del 2010 podemos hacer una predicción cierta: México pagará el 5 de octubre de 2110, mil millones de dólares de un bono emitido este martes 5 de octubre de 2010.
En otros ciclos en donde el exceso de liquidez mundial buscaba lugares en donde invertir, a la Hacienda Mexicana le dio por sobreendeudarse, por emitir más y más deuda, por usar y abusar de las excesivas condiciones de liquidez. En esta ocasión sin embargo, el equipo que maneja la deuda pública de Hacienda ha decidido utilizar la liquidez haciendo una pirueta elegante: en lugar de más monto, ha buscado más plazo.
El monto colocado de bonos a cien años es menor, mil millones de dólares no representan mas que una porción marginal de la deuda del país, y el costo por colar los bonos, con un cupón de 6.1% refleja un hecho sencillo: los inversionistas lo que buscan es el flujo de los pagos de intereses: el principal valdrá de aquí a cien años lo que valdría hoy un bono emitido por Porfirio Día. Nada.
El bono de 100 años no es una operación novedosa, China lo había hecho ya en 1996, y algunos grandes corporativos suelen usar este tipo de instrumentos para fondearse, pero el que México lo haya hecho dice varias cosas: primero, habla del alto grado de sofisticación de los cuadros de Hacienda; segundo, muestra una manera inteligente y divertida de aprovechar la liquidez global, en vez de atascarse en el mercado de deuda, se lanzan productos novedosos; y tercero, es un síntoma de la colosal liquidez global que está dispuesta a aceptar lo que sea, el plazo que haga falta, con tal de encontrar un poco más de rendimiento.
Creo saber quién en Hacienda hizo la pirueta que ahora se presume, así que desde estas páginas, un fraternal: Chapeau!
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