Robándole el título al Gran Maestro, José Alfredo Jimenez, que probablemente no tenía en la cabeza la actual situación económica global cuando escribió “La Que Se Fue", estamos en una época en donde lo único que crece es el dinero en circulación. Lo único que crece es el circulante emitido por los bancos centrales, pero no la economía ni los empleos. Y lo peor es que nos va a tomar un tiempo en salir de esta.
En estas páginas hemos insistido muchas veces sobre este peligro, que ha dejado de ser latente y es ahora presente. Señoras y señores, estamos en lo que el mejor economista de la historia moderna, John Maynard Keynes, bautizó como la “trampa de liquidez”.
Esta condición de trampa de liquidez se explica por una circularidad: hay tanto dinero en el mundo, que no tiene valor alguno, y por tanto, su costo es cero: la tasa de interés es prácticamente cero, como se encuentra hoy en casi todo el mundo desarrollado: en EEUU y la Unión Europea. Y al mismo tiempo hay tanto dinero porque quien fija dicha tasa de interés, los bancos centrales, han tenido que reducir al límite nominal los réditos con el fin de rescatar por enésima vez a la economía estadounidense de la recesión causada por una burbuja especulativa, esta vez la mortal burbuja inmobiliaria.
¿Cuáles son las consecuencias de la trampa de liquidez? Es muy sencillo: las tasas de interés y el valor del principal de los préstamos se mueven en sentido inverso: Si las tasas de un bono suben el precio de los bonos bajan, y si las tasas de interés están como ahorita, en cero, eso quiere decir que el precio de los bonos sólo tienen un lugar a donde ir: hacia abajo.
Si quien presta, es decir, quien invierte en bonos, sabe que estando las tasas en cero, lo único que le espera a su inversión en el futuro es bajar de precio, nadie va a prestar si sabe que está condenado a perder. Esto es la trampa de liquidez: hay tanto dinero que la tasa de interés está en cero, pero a pesar de que hay tanta lana nadie quiere prestar porque saben que van a perder capital.
¿Quién es el único valiente que se atreve a prestar dinero en una trampa de liquidez sabiendo que va a perder? El sector público: ya sea el gobierno o los bancos centrales, es por eso que el mundo desarrollado se apresta en los siguientes meses a presenciar una compra ingente de papeles por parte de la Fed con tal de inyectar más liquidez en la economía, en forma de préstamos, sin la consideración de que el principal de los bonos que compre vaya a perder valor en los meses o años siguientes.
La gran pregunta es que si este instrumento límite, este recurso surrealista pero único disponible para la Fed, va a servir de algo. A esta recompra de bonos masiva por parte de la Fed se le conoce como “relajamiento cuantitativo”. Como la Fed ya no puede hacer un relajamiento nominal, pues la tasa de interés está en cero, el relajamiento es cuantitativo, en la forma de compra de bonos a los bancos, para darles liquidez y que ellos presten entonces.
Pero como Keynes lo dijo, y como la larga trampa de liquidez que ha asolado a Japón durante los últimos 15 (si, quince) años, lo muestran, de una trampa de liquidez no se sale con la política monetaria. Dinero llama a dinero, dicen, y por más dinero que se inyecte, los bancos no van a prestar si saben que van a perder.
¿Cómo se sales de una trampa de liquidez? Como Keynes recetó en la salida de la Gran Recesión de la década de los treinta del siglo pasado: con déficit fiscales masivos invertidos sobre todo en proyectos de infraestructura. Lo que Keynes no previó y que luego le achacaron, es que dichas políticas, una vez que la trampa de liquidez se romper, causan inflación. Pero no hay remedio, no hay de otra: primero se tiene que incurrir en vastos déficit fiscales que en el mediano plazo dispararán la inflación, pero no hay otro camino.
El presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, adosado a la ortodoxia fiscal alemana, encabeza el debate europeo diciendo que lo que procede ahorita para que Europa y el mundo desarrollado retomen el crecimiento es recortar el déficit y enviar un mensaje de responsabilidad fiscal. Es increíbles cómo uno de los errores más grandes de la historia: el recortar gasto tras la debacle bursátil de 1929, que llevó al mundo a una gran depresión, tiene ecos hoy, y cómo las políticas que rescataron al mundo de la depresión; las keynesianas, están siendo tan vilipendiadas.
Ya llegará el tiempo de preocuparnos de los excesivos déficits y la inflación, ya serán otros problemas, pero por lo pronto tenemos que encontrar la forma en que ese fantasma que recorre el mundo: el exceso de dinero, llegue a donde tiene que llegar, a proyectos productivos que produzcan empleos.
Lo triste es que en México vemos cómo los EEUU se quiebran la cabeza para resolver esta enorme trampa de liquidez, sin hacer mucho al respecto, estamos esperando que ellos la resuelvan para que nos saquen a nosotros, manteniendo las tasas de referencia locales sin cambios, y dejando que los flujos de liquidez que vienen de EEUU buscando algún retorno interesante nos aplanen la parte larga de la curva. Lo malo es que va a llegar el punto en que nos la aplanen tanto que van a poner al Banco de México contra la pared si le invierten la curva de plazos.
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