domingo, 11 de diciembre de 2011

Domingos Rancheros: Antes de AMLO, Rigo Ya Era Amor

Antes, mucho antes que mi querido AMLO, Rigo ya era amor.

En una cultura que ha producido a Kalimán, a Fantomas (“La Amenaza Elegante”), y a la tremenda Hermelinda Linda, pasando por Chanoc y Tzekub, ninguno de los enormes genios del comic mexicano pudieron siquiera bosquejar a ese héroe que fue más grande que la vida misma, que fue más allá que las alturas del arte, que fue todo lo que ni él mismo soñó que sería, y que acabó solo y pobre, cegado por la enfermedad y abandonado del cariño sin límite que alguna vez millones de mexicanos y más allá, le profesaron.

Mexicano vuelto gringo, solo para regresar a México como un torbellino que arrasó lo que encontró a su paso, Rigo Tovar fue, ay ironías de la vida: un visionario.

Hoy que en mis insomnios veo en la tele Bandamax, y que centenas de grupos entre la música y el narco recuperan viejas canciones, inventan nuevos ídolos, crean nuevos pasos y frescos ritmos populares, recuerdo que en mi niñez hubo un músico que hacía eso y más, que fusionó todos los géneros populares, arrabaleros y cantineros, en un sólo vértice que produjo inmensos hits que recuerdo haber escuchado en las radios del norte de Sinaloa y el norte de Coahuila, los terrenos de mi niñez, pero que seguramente se escuchaban por todas partes.

El más naco de los poetas, pero un personaje demoledoramente carismático. Nadie que se precie de ser culto debe de escucharlo jamás: Rigo Tovar es la definición última de lo naco, el príncipe de lo corriente, el colmo de, diría la hija de Peña Nieto, los pendejos de la prole.

El más naco de todos sin lugar a dudas, pero un músico extraordinariamente divertido, un artista naco y popular capaz de convertir el peluche del tablero de los taxis en música, de llevar las tardes de domingo en donde las empleadas domésticas se citan con sus galanes en los parques o en el fondo del océano hasta melodías pegajosas e inevitables.

Rigo no nada más me gusta, me encanta, se me hace absolutamente inconcebible, completamente inverosímil. Desde el infaltable “Sirenito”, hasta la de veras romántica y acogedora “Mi amiga, mi esposa y mi amante”, yo podría compilarles una antología personal de Rigo Tovar y su Costa Azul.

Pero en este Domingo Ranchero, que hoy presta su querido rincón para la guapachosidad del de Matamoros, yo quiero presentarles, dedicarles a todos ustedes amigas y amigos, mi himno personal, esta canción en donde Rigo en serio comprendió hasta el fondo mi problema, en donde se conecta como nadie con mi sufrir, esta rola en donde mi Rigo supo, como ningún otro, la cruz que tengo que ir cargando por esta vida.



Gracias Rigo




2 comentarios:

MAAG dijo...

¡Ja, qué grande!

También el Rigo, claro.

Anónimo dijo...

Mi estimado escribano:

Si quieres ser justo con todos los que nos gusta y somos parte de la cultura popular, también tienes que hablar de ¡Chico Ché y la Crisis!