domingo, 12 de octubre de 2008

Un Fantasma recorre el mundo: Keynes


Una vez más, los mejores economistas son los ingleses, por mucho que hace tiempo no figuren entre la constelación del Premio Nobel. Fueron los ingleses los que se dieron cuenta que la única solución posible para poder comenzar a enderezar la crisis crediticia global consta de básicamente tres ingredientes:

a) inyectar toneladas de liquidez (aún a costa de un riesgo inflacionista en el futuro cercano),

b) adquirir participación de control en los bancos para así garantizar que la liquidez inyectada llegue a las empresas y a los consumidores y no se quede en el balance de los bancos (en los hechos, estatizar la banca), y

c) garantizar la deuda existente de los bancos para evitar que las quiebras sean mayores, limitar el costo del rescatey reabrir la llave del crédito.

No hay de otra, es la única salida posible, o se garantiza la deuda bancaria y el Estado se mete hasta la médula de su estructura de capital, o la llave del crédito se seca y caeríamos irremediablemente en una trampa de liquidez (bautizada así por Keynes) global espantosa, peor a la que ha aquejado a Japón por décadas.

Tal trampa de liquidez aún está latente debido al bajo nivel de tasas de interés, pero si el Estado es el dueño de los bancos y por ende, dispuesto a tomar las pérdidas resultantes de la trampa de liquidez, su posibilidad mengua.

El plan inglés ha sido copiado por los quince miembros de la zona Euro, y anunciado este domingo, y más temprano que tarde será adoptado por los patéticos y pusilánimes Paulson y Bernanke, con un probable anuncio este domingo más noche o a principios de la siguiente semana. Este anuncio debe de comenzar a enderezar las cosas y no me extrañaría nada ver un rally portentoso. Si no hay un rally de un 10%, entonces si, estaremos en severos problemas.

Era el mismo Keynes el que gustaba de repetir, que aún los economistas más originales lo único que hacían era repetir las recetas de un economista muerto. En esta ocasión, los Gordon Brown, los Paul Bernanke, los Henry Paulson, los Nicolas Sarkozy, lo único que hacen es deletrear el espíritu de ese fantasma que recorre el mundo para intentar rescatarlo de una crisis que es peor aún que la que él ayudó a resolver hacer ochenta años: John Maynard Keynes.

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