jueves, 23 de julio de 2009

PREPARANDO EL PRESUPUESTO DEL AÑO QUE VIENE (Columna en El Semanario)

Es difícil soslayar lo malo que ha sido este año en términos económicos: la disminución en los ingresos, la destrucción de capital, los empleos perdidos, los proyectos postergados, las empresas que han naufragado, la pérdida de mercados, ha sido tan dramático que sorprende cómo fue posible que muchos en el gobierno, en el mercado, en las bolsas, en los medios académicos, y en los medios, no lo hayan visto venir.

Se entiende que un gato negro que se acerque con todo sigilo sea difícil de anticipar, pero este gorila de 500 kilos (esta recesión) hizo tanto ruido al acercarse que sorprende que incluso cuando ya lo teníamos encima seguíamos preguntándonos “¿y cómo nos va a pegar?”

México será la economía que más se contraerá en el continente americano, el “tan sólo” 3% de caída en el empleo es tan severo que vamos a tardar al menos dos años (o hasta tres) en recuperar los niveles de ocupación que teníamos en agosto de 2007; el monto nominal de remesas provenientes de Estados Unidos y Canadá se recuperarán si acaso hasta 2011, y las participaciones federales que reciben los estados y municipios de este país han caído, en términos nominales, por debajo del nivel que se observó en 2007, cuando se llevó a cabo la reforma fiscal.

El ajuste ha sido tan severo, como lo muestran las caídas en ingresos propios y federales destinados a los estados y municipios, y los ingresos fiscales y ordinarios del gobierno federal, que en estos momentos, en que la Secretaría de Hacienda se encuentra elaborando el proyecto de presupuesto de egresos para el año que viene, existe la posibilidad de que el presupuesto de 2010 sea, en términos nominales, menor al de 2009.

Eso no se ha visto nunca, pues la inflación lo que provoca es que los ingresos y el gasto de las entidades públicas crezcan en un año dado en al menos lo que creció la inflación, con el fin de brindar a los ciudadanos al menos la misma cantidad de servicios que el ejercicio anterior.

Incluso durante la horrenda recesión de 1994, debido a que la inflación superó el 50%, pues los precios domésticos se anclaron a la devaluación del peso, el PIB, y el presupuesto subieron en términos nominales. Pero en 2010 tendremos una economía 6-8% menor, con una inflación de tan sólo 4-5%.

Tomemos por ejemplo entidades como el Estado de México y el Distrito Federal, cuyos presupuestos nominales de este año fueron de cerca de 120 mil millones de pesos. Para estas entidades, las participaciones que reciben del gobierno federal se han caído en más de 25% en lo que va del año, y para el cierre de 2009 probablemente se hayan desplomado 15% o más, hasta caer por debajo del nivel de 2007.

Algo similar pasa con el gobierno federal, para quien sus ingresos más importantes, como el IVA y el ISR, han caído más de 15%. A la inflación se le conoce también como impuesto, “el impuesto inflacionario”, pues el mero efecto de elevar los precios nos hace contribuir más al fisco. Pero en este caso, el efecto inflacionario será menor que la caída producida en el sector real.

Existe entonces la posibilidad de ver, no sólo en algunos estados y municipios, sino incluso en la Federación, un presupuesto nominalmente menor al de 2009, lo que significaría que habría menos dinero para ayudas sociales, infraestructura social, seguridad, educación, etc. Existe en este contexto una única forma de hacer que el presupuesto de 2010 sea nominalmente superior al de 2009: elevar el déficit.

Y he allí el problema, no únicamente algunos estados han visto su perspectiva crediticia reducirse en las últimas semanas, sino que las agencias calificadoras, asustadas como están por el rápido deterioro de las finanzas públicas estatales y municipales, han decidido adelantar sus visitas anuales a las entidades.

Las calificadoras ya tienen también un ojo en el presupuesto federal, y les preocupa que la caída en los ingresos sea compensada no con una reducción en el gasto, sino con un aumento en el déficit, y por tanto en la deuda de largo plazo del país. No hay de otra: o tenemos en términos nominales un presupuesto menor, o tenemos un mayor déficit. Y esta vez las calificadoras van a estar observando.

No hay comentarios: