domingo, 24 de enero de 2010

Domingos Rancheros: Animas Que No Amanezca, Toño Aguilar

Desconozco la historia de esta canción, lo cual me enoja mucho porque siempre que me gusta una rola mi curiosidad me empuja a saber todo de ella. Sólo sé que la compuso alguien de nombre Guadalupe Ramos.

Yo, que de sinaloense tengo no la cuna sino dos tumbas, y que ya he vivido más fuera de Sinaloa que en ella (Lola Beltrán siempre decía "Ay mi Sinaloa, Bonita", confirmando que mi estado es una mujer), acepto, como todos los sinaloenses aceptamos, que el mejor cantante de Tambora que ha habido no es de la tierra de los once ríos.

Sin ningún problema nosotros, que hemos prodigado a la primera Banda El Recodo y a la (Original y a la Arrolladora) Banda El Limón; que hemos parido al enorme Chalino Sánchez y a Julio Preciado, aceptamos que la mejor voz para cantar Tambora es de Zacatecas.



En algún momento Antonio Aguilar, forjado en el amargo género ranchero, decide (probablemente inspirado en ese señero disco de 1968 de José Alfredo Jiménez con La Banda El Recodo de Cruz Lizárraga) comienza a cantar en un género que hasta entonces era instrumental, y sin saberlo, inaugura un movimiento que ha producido a la vez grandes obras y desechables bodrios, sacando a la Tambora de sus rincones sinaloenses y zacatecanos, para escucharlo ahora hasta en el supermercado.

Se cuentan seis discos de Antonio Aguilar con Tambora, es en el segundo "Atonio Aguilar con Tambora, Volumen 2", en donde el zacatecano incluye esta bellísima canción, cuyo extraño estribillo dice.

Animas que no amanezca
ni se haga de madrugada,
pa´que el amor crezca y crezca
como la hiedra en el agua
.

Los primeros dos versos son hermosos: el amante le pide a la noche que no se acabe nunca, que sea siempre oscuridad, que la luz no se asome siquiera.

Este reclamo de oscuridad es normal en el género ranchero, en donde la glorificación de la pena es la norma. Pero "Animas que no amanezca" es la antípoda de ese sentimiento.

La razón por la que el amante pide a la noche no acabar nunca se revela en los últimos dos versos del estribillo. El amante yace al lado de su amada y no quiere que amanezca nunca para seguir a su lado, y que "el amor crezca y crezca: como la hiedra en el agua."

La precisión estética de los dos últimos versos es ejemplar: comparar al amor con la hiedra es un gran acierto, y ponerla a crecer sobre el agua complementa el lirismo y la imagen de la frase.

Pocos cantantes me gustan tanto como Don Antonio (quien además fue villista como yo lo soy), y pocas canciones me gustan tanto como "Animas que no amanezca" cantada por él, con Tambora. El video que encontré en vivo es con mariachi, así que decidí mejor subir esta edición echa por algún colega admirador de Don Toño.

Perdón por la larga introducción, pero la emoción, si argumentada, es más emocionante, creo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vale.... inicialmente estaba "oyendo" esta cancion luego me dio un impulso por buscar su origen y llegue aqui .... quizas lo que quiero compartir es tratar de entender el contexto que se maneja cuando se usa la palabra hiedra y al seguir buscando me topo con mi gallo Benedetti y darme cuenta que tiene un poema que se llama como la hiedra ...y quisiera que lo leyeran para poder comentar mas...
atte. El corne de Tizayuca Hidalgo-Mexico

Anónimo dijo...

Vale.... inicialmente estaba "oyendo" esta cancion luego me dio un impulso por buscar su origen y llegue aqui .... quizas lo que quiero compartir es tratar de entender el contexto que se maneja cuando se usa la palabra hiedra y al seguir buscando me topo con mi gallo Benedetti y darme cuenta que tiene un poema que se llama como la hiedra ...y quisiera que lo leyeran para poder comentar mas...
atte. El corne de Tizayuca Hidalgo-Mexico

Anónimo dijo...

¡Viva Sinaloa con la música mexicana!