domingo, 17 de mayo de 2009
Elogio de Mario Benedetti
La poesía en castellano le debe mucho a Mario Benedetti: le debe lectores.
Debo aceptar que nunca, ni siquiera en la edad que debería de haberme gustado, me gustó. Demasiado cursi, demasiado elemental, demasiado sencillo y predecible, con esa extrema facilidad que tiene mucha de la poesía de Sudamérica.
Y sin embargo, Benedetti es un escritor y un poeta intachable: su prosa al servicio de la justicia y la igualdad, su militancia noble y perdurable, sus versos simples pero que hablan siempre de las cosas que importan.
Nada hay que reprocharle al gigante de Benedetti, quizá que para la literatura uruguaya su fama fue tan enorme que ocultó casi cualquier otra cosas que de allí surgiera. Pero nada más.
Si a mi en lo personal no ha sido nunca un poeta que me diga mucho, el problema es mío y no de Benedetti.
Pero en todo caso, quisiera aquí terminar este breve elogio con la idea que comencé. Benedetti, para muchos amigos que escriben o leen poesía, fue la puerta, el cancel que les dio entrada a la poesía, a la literatura y a la emoción que surge de las palabras. Sin Benedetti muchos de los poetas de cincuenta años y menores no habrían leído y escrito poesía, por Benedetti se llega tras un largo camino a Celán, a Pound, a Paz, a Francisco Cervantes, a Ted Hughes.
Hoy conocemos de la muerte de Benedetti, y muchas personas alrededor del mundo castellano abrirán sus libros y leerán sus versos, lo cual, dejando aparte la nota de tristeza íntima que para sus cercanos su desaparición significa, es algo bueno para el mundo.
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2 comentarios:
Nice! Recuerdo cómo conquisté a Karen con poemas de Benedetti. Me quedó un buen sabor después de leer tu artículo; como el que queda después de desempolvar y hojear los libros de Benedetti al conocer su muerte.
Para eso sirve Benedetti. Para conquistar mujeres. Y eso es más de lo que uno puede pedir.
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