Mis amigos de Círculo de Poesía me han publicado un texto de desagravio al maestro argentino Jorge Luis Borges, defendiéndolo de una corte de difamadores quienes buscan argumentar que toda su obra es tan sólo un plagio de un texto de López Velarde intitulado "Obra Maestra".
Les dejo el link aquí
lunes, 26 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
La Nacha Más Grande Del Mundo: Te Quiero
Saben lo que se dice de las abejas: que de acuerdo con la mecánica de vuelo es imposible que con esa estructura física que tienen algo así pueda volar. Lo mismo pasa con Nacha Guevara (o lo que era Nacha Guevara antes de una insólita cirugía plástica): es imposible que exista una mujer así y que ande por la calle.
Mi hijo tiene un libro en donde una serie de animales está dividida en tres partes cada uno. Las partes son movibles. Así, se puede construir un animal con cola de elefante, cuerpo de camello, y cara de león. Algo así es Nacha Guevara
Conocí a Nacha Guevara por mi hermano hace miles de años, a través de ese disco que a lo largo de los años se ha convertido en una piéce de collection; su concierto en el Teatro de la Ciudad de México. Allí se incluye esta bellísima musicalización de un poema extremadamente cursi de Mario Benedetti.
Alberto Favero y Nacha Guevara descubrieron el secreto: Mario Benedetti no hacía poemas, hacía canciones. Pocas veces un poeta tuvo la fortuna de encontrarse con su musicalizador como Benedetti se encontró con Guevara-Favero.
Esta bellísima versión de "Te quiero", no es la mejor. Nadie llegó a grabar esos conciertos en la Ciudad de México de 1978 que nos dejaron un disco muy hermoso. Pero esta versión de la Nacha vale muchísimo la pena.
Mi hijo tiene un libro en donde una serie de animales está dividida en tres partes cada uno. Las partes son movibles. Así, se puede construir un animal con cola de elefante, cuerpo de camello, y cara de león. Algo así es Nacha Guevara
Conocí a Nacha Guevara por mi hermano hace miles de años, a través de ese disco que a lo largo de los años se ha convertido en una piéce de collection; su concierto en el Teatro de la Ciudad de México. Allí se incluye esta bellísima musicalización de un poema extremadamente cursi de Mario Benedetti.
Alberto Favero y Nacha Guevara descubrieron el secreto: Mario Benedetti no hacía poemas, hacía canciones. Pocas veces un poeta tuvo la fortuna de encontrarse con su musicalizador como Benedetti se encontró con Guevara-Favero.
Esta bellísima versión de "Te quiero", no es la mejor. Nadie llegó a grabar esos conciertos en la Ciudad de México de 1978 que nos dejaron un disco muy hermoso. Pero esta versión de la Nacha vale muchísimo la pena.
miércoles, 21 de abril de 2010
La Importancia De Llamarse Goldman
¿Qué hacer para que los bancos no sean como la comida chatarra, es decir, que ganen su dinero dañando a sus clientes? ¿Cómo hacer para que esas instituciones fundamentales del capitalismo contemporáneo, los bancos, no tengan incentivos para ir en contra de la economía que se supone deben de financiar? ¿Quién y cómo dirá qué bancos son tan grandes que deben de ser, una y otra vez, rescatados con dinero público tras sucumbir debido a los excesos que le son propios, (y peor aún necesarios)? ¿Cómo impedir que los bancos, al cumplir su misión de hacer más eficiente a las economías y hacer que los mercados funcionen, lleven por enésima vez al capitalismo al borde del colapso?
Esas son algunas de las preguntas que los reguladores y banqueros de las economías más afectadas por la crisis financiera que estalló en el 2007, están discutiendo y buscando resolver (no en México desgraciadamente, pues estamos falsamente confiados de que aquí las cosas son diferentes), y que la reciente demanda de la SEC estadounidense contra Goldman Sachs, no hace mas que actualizar y la vuelve de urgente reflexión.
Es simbólico que el regulador financiero del país más poderoso del mundo, la SEC, completamente desprestigiada por su incapacidad para otear casos como los de Lehman Brothers, Washington Mutual y Madoff, enfoque sus baterías con el fin de recuperar un poco del prestigio perdido, en contra del buque insignia de Wall Street, Goldman Sachs, en una demanda judicial que ilustra como pocos, los excesos y conflictos de intereses que permitió la flaca regulación que aquellos como Alan Greenspan, creyeron que era lo mejor para la economía global.
Esas son algunas de las preguntas que los reguladores y banqueros de las economías más afectadas por la crisis financiera que estalló en el 2007, están discutiendo y buscando resolver (no en México desgraciadamente, pues estamos falsamente confiados de que aquí las cosas son diferentes), y que la reciente demanda de la SEC estadounidense contra Goldman Sachs, no hace mas que actualizar y la vuelve de urgente reflexión.
Es simbólico que el regulador financiero del país más poderoso del mundo, la SEC, completamente desprestigiada por su incapacidad para otear casos como los de Lehman Brothers, Washington Mutual y Madoff, enfoque sus baterías con el fin de recuperar un poco del prestigio perdido, en contra del buque insignia de Wall Street, Goldman Sachs, en una demanda judicial que ilustra como pocos, los excesos y conflictos de intereses que permitió la flaca regulación que aquellos como Alan Greenspan, creyeron que era lo mejor para la economía global.
viernes, 16 de abril de 2010
La Economía Global: Toma Chocolate, Paga Lo Que Debes
Las opiniones de hacia donde se encamina la economía global en el próximo lustro aparecen divididas en dos grupos básicos:
a) Aquellos que dicen que la crisis de 2008-2009 fue tan sólo un tropezón en el camino y que el anterior ciclo de muy fuerte expansión económica, liderado por Estados Unidos y China seguirá su curso.
b) Los que creen que la severísima crisis financiero-económica del 2008-2009 representa un punto de inflexión en donde la economía global entrará en una etapa de crecimiento bajo, alto desempleo y retornos menores de los mercados financieros
Quienes sostienen la primera opinión dicen que tras la inyección masiva de estímulos fiscales en las principales economías del mundo, se ha evitado una depresión mundial, y que una vez que los bancos hayan repuesto su balances de capital y las compañías reconstruido sus inventarios, tenemos las bases para que la expansión económica interrumpida por la crisis financiera sea retomada.
En lo particular me adhiero a quienes ven para el próximo lustro una economía de bajo crecimiento, lo que algunos han comenzado a llamar la “nueva normal”, y que se traducirá en economías de alto desempleo, crédito escaso, y mercados financieros con retornos muy modestos.
La razón para lo anterior es sencilla: ha llegado el momento de que el consumidor estadounidense pague el chocolate que se bebió.
Durante los últimos 20 años, el motor irremplazable de la economía global fue el consumidor estadounidense. Basados en las enormes ganancias de productividad que posibilitaron el fin de la guerra fría y la apertura al mercado mundial de las economía de China, el sureste asiático y la India, los estadounidenses fueron capaces de elevar su consumo muy por encima de sus posibilidades de ingreso presente, y provocaron uno de los ciclos económicos expansivos más dilatados y robustos del capitalismo moderno.
El advenimiento de la informática y una oleada de innovaciones tecnológicas que produjeron un aumento significativo de la productividad, así como la apertura de las economías emergentes que albergaron los procesos intensivos en mano de obra abaratando así los costos de producción, se añadieron al dividendo del fin de la Guerra Fría para posibilitar este período de auge que acabó de manera dramática en el 2008-2009.
Las señales de que ese período llegaba a su fin fueron claras: primero con la burbuja tecnológica, luego con la burbuja inmobiliaria, quedó claro que el exceso de liquidez vertido por la FED y los bancos centrales de los principales países del mundo, con el fin de apuntalar al cada vez más apalancado consumidor estadounidense eran intentos cada vez más fútiles por echar a la espalda a un sobre-endeudado consumidor estadounidense la responsabilidad del crecimiento global.
La crisis financiera del 2008-2009 fue justamente el fin de esa época: ya no es posible que el consumidor estadounidense, al menos hasta que restituya su tasa de ahorro y consuma con base en sus ingresos, y no con exceso de deuda, sea el motor de la economía global.
Pero para que lo anterior ocurra la tasa de desempleo de los Estados Unidos, que fluctúa entre el 9.7-10%, deberá de descender cuando menos a la mitad. Para poder consumir sin deuda, se necesitan ingresos, y para tener ingresos se necesita tener empleo, y para que el desempleo baje del 10% al 4% que se encontraba antes de la crisis financiera, la economía de los Estados Unidos debería de crecer a una tasa del 4% por un período de al menos cinco años consecutivos.
En otras palabras, a menos de que la economía global encuentre otro motor de crecimiento al menos tan bueno como el consumidor estadounidense, nos encaminamos a un lustro de crecimiento magro.¿Pero existe un sustituto del consumidor estadounidense?
Europa está postrada, y sus economías que hasta hace dos años eran las más dinámicas (las llamadas PIGS), Portugal, Italia, Grecia y España, se encuentran batallando con niveles disparados de endeudamiento y déficit, y con tasas de desempleo cercanas al 20% en algunos casos.
El otro gran candidato es por supuesto China, cuya tasa de crecimiento vertiginosa hace que se pronostique que en un plazo máximo de cinco años, el tamaño de su PIB sea equivalente al del de Estados Unidos. Pero la economía China es un caso muy particular: depende de sus exortaciones y por tanto, de la salud del consumidor estadounidense, y para aumentar sus exportaciones, ha incrementado su inversión y su capital de manera desproporcionado, creando quizá un exceso de capacidad en el mundo, que sólo puede ser resuleto de una forma: vendiendo a precios bajísimos sus exportaciones.
El problema con China es que no puede servir como motor económico del mundo, pues sus consumidores tienen un muy bajo poder de compra comparados con sus pares estadounidenses. China es sobre todo exportadores e inversión en equipo, no consumidores, y lo que necesita la economía global en este momento es un consumidor con una talla, poder adquisitivo y ganas de comprar tales, que pueda sustituir al super apalancado consumidor estadounidense. Y eso de nuevo, no va a ocurrir en el corto plazo.
Es difícil ver cómo la economía global podrá crecer a tasas promedio superiores al 1.5-2% en el próximo lustro, y esto tiene implicaciones muy precisas para las finanzas públicas de los estados y municipios en México..
Los precios de las materias primas de exportación permanecerán laterales (no existen motivos para que recaigan de menara significativa tampoco), especialmente el petróleo, cuya oferta será más o menos balanceada con una demanda deprimida.
Las exportaciones mexicanas, al igual que el resto del PIB, experimentarán un muy sólido repunte en los primeros tres trimestres del 2010, llegando incluso a presentarse en el segund trimestre del año, un crecimiento récord para los últimos quince años, pero una vez que la baja base de comparación haya agotado su efecto estadístico, la economía deberá de ubicar su crecimiento en un rango del 2.5%.
Con pecios del petróleo estancados, y una economía local de bajo crecimiento y por tanto, modesto crecimiento en los ingresos fiscales, los Estados y Municipios se enfrentarán a un entorno de baja recaudación propia y muchos incentivos para incrementar sus deudas con el fin de completar sus presupuestos.
Mal harían, pues lo que deberían de hacer es llevar a cabo una tarea que han pospuesto por muy largo tiempo: incrementar sus ingresos propios y racionalizar y hacer más efectivo sus gastos. No es tarea fácil, pero con los mercados de créditos mas exigentes y caros, no les va a quedar de otra: ojalá.
a) Aquellos que dicen que la crisis de 2008-2009 fue tan sólo un tropezón en el camino y que el anterior ciclo de muy fuerte expansión económica, liderado por Estados Unidos y China seguirá su curso.
b) Los que creen que la severísima crisis financiero-económica del 2008-2009 representa un punto de inflexión en donde la economía global entrará en una etapa de crecimiento bajo, alto desempleo y retornos menores de los mercados financieros
Quienes sostienen la primera opinión dicen que tras la inyección masiva de estímulos fiscales en las principales economías del mundo, se ha evitado una depresión mundial, y que una vez que los bancos hayan repuesto su balances de capital y las compañías reconstruido sus inventarios, tenemos las bases para que la expansión económica interrumpida por la crisis financiera sea retomada.
En lo particular me adhiero a quienes ven para el próximo lustro una economía de bajo crecimiento, lo que algunos han comenzado a llamar la “nueva normal”, y que se traducirá en economías de alto desempleo, crédito escaso, y mercados financieros con retornos muy modestos.
La razón para lo anterior es sencilla: ha llegado el momento de que el consumidor estadounidense pague el chocolate que se bebió.
Durante los últimos 20 años, el motor irremplazable de la economía global fue el consumidor estadounidense. Basados en las enormes ganancias de productividad que posibilitaron el fin de la guerra fría y la apertura al mercado mundial de las economía de China, el sureste asiático y la India, los estadounidenses fueron capaces de elevar su consumo muy por encima de sus posibilidades de ingreso presente, y provocaron uno de los ciclos económicos expansivos más dilatados y robustos del capitalismo moderno.
El advenimiento de la informática y una oleada de innovaciones tecnológicas que produjeron un aumento significativo de la productividad, así como la apertura de las economías emergentes que albergaron los procesos intensivos en mano de obra abaratando así los costos de producción, se añadieron al dividendo del fin de la Guerra Fría para posibilitar este período de auge que acabó de manera dramática en el 2008-2009.
Las señales de que ese período llegaba a su fin fueron claras: primero con la burbuja tecnológica, luego con la burbuja inmobiliaria, quedó claro que el exceso de liquidez vertido por la FED y los bancos centrales de los principales países del mundo, con el fin de apuntalar al cada vez más apalancado consumidor estadounidense eran intentos cada vez más fútiles por echar a la espalda a un sobre-endeudado consumidor estadounidense la responsabilidad del crecimiento global.
La crisis financiera del 2008-2009 fue justamente el fin de esa época: ya no es posible que el consumidor estadounidense, al menos hasta que restituya su tasa de ahorro y consuma con base en sus ingresos, y no con exceso de deuda, sea el motor de la economía global.
Pero para que lo anterior ocurra la tasa de desempleo de los Estados Unidos, que fluctúa entre el 9.7-10%, deberá de descender cuando menos a la mitad. Para poder consumir sin deuda, se necesitan ingresos, y para tener ingresos se necesita tener empleo, y para que el desempleo baje del 10% al 4% que se encontraba antes de la crisis financiera, la economía de los Estados Unidos debería de crecer a una tasa del 4% por un período de al menos cinco años consecutivos.
En otras palabras, a menos de que la economía global encuentre otro motor de crecimiento al menos tan bueno como el consumidor estadounidense, nos encaminamos a un lustro de crecimiento magro.¿Pero existe un sustituto del consumidor estadounidense?
Europa está postrada, y sus economías que hasta hace dos años eran las más dinámicas (las llamadas PIGS), Portugal, Italia, Grecia y España, se encuentran batallando con niveles disparados de endeudamiento y déficit, y con tasas de desempleo cercanas al 20% en algunos casos.
El otro gran candidato es por supuesto China, cuya tasa de crecimiento vertiginosa hace que se pronostique que en un plazo máximo de cinco años, el tamaño de su PIB sea equivalente al del de Estados Unidos. Pero la economía China es un caso muy particular: depende de sus exortaciones y por tanto, de la salud del consumidor estadounidense, y para aumentar sus exportaciones, ha incrementado su inversión y su capital de manera desproporcionado, creando quizá un exceso de capacidad en el mundo, que sólo puede ser resuleto de una forma: vendiendo a precios bajísimos sus exportaciones.
El problema con China es que no puede servir como motor económico del mundo, pues sus consumidores tienen un muy bajo poder de compra comparados con sus pares estadounidenses. China es sobre todo exportadores e inversión en equipo, no consumidores, y lo que necesita la economía global en este momento es un consumidor con una talla, poder adquisitivo y ganas de comprar tales, que pueda sustituir al super apalancado consumidor estadounidense. Y eso de nuevo, no va a ocurrir en el corto plazo.
Es difícil ver cómo la economía global podrá crecer a tasas promedio superiores al 1.5-2% en el próximo lustro, y esto tiene implicaciones muy precisas para las finanzas públicas de los estados y municipios en México..
Los precios de las materias primas de exportación permanecerán laterales (no existen motivos para que recaigan de menara significativa tampoco), especialmente el petróleo, cuya oferta será más o menos balanceada con una demanda deprimida.
Las exportaciones mexicanas, al igual que el resto del PIB, experimentarán un muy sólido repunte en los primeros tres trimestres del 2010, llegando incluso a presentarse en el segund trimestre del año, un crecimiento récord para los últimos quince años, pero una vez que la baja base de comparación haya agotado su efecto estadístico, la economía deberá de ubicar su crecimiento en un rango del 2.5%.
Con pecios del petróleo estancados, y una economía local de bajo crecimiento y por tanto, modesto crecimiento en los ingresos fiscales, los Estados y Municipios se enfrentarán a un entorno de baja recaudación propia y muchos incentivos para incrementar sus deudas con el fin de completar sus presupuestos.
Mal harían, pues lo que deberían de hacer es llevar a cabo una tarea que han pospuesto por muy largo tiempo: incrementar sus ingresos propios y racionalizar y hacer más efectivo sus gastos. No es tarea fácil, pero con los mercados de créditos mas exigentes y caros, no les va a quedar de otra: ojalá.
sábado, 10 de abril de 2010
Notas de Viaje: Llorando Por la Banca Central Argentina
Con toda la familia nos fuimos de vacaciones de Semana Santa a Argentina y Chile, países que no conocía directamente, pero de los que fui un dedicado y creo afortunado analista económico por muchos años, y a los que llegué a conocer bastante bien.
Uno nunca deja al economista en casa y junto con las fotografías y los recuerdos y compras, fue inevitable tomar notas respecto de las economías de esos países entrañables, a los que sigo aún con detalle.
Argentina es el país del futuro, y del pasado: la cáustica frase de Charles de Gaulle sobre Brasil puede ser parafraseada para Argentina: Argentina es el país del pasado, y siempre lo será. Para la mayoría de los países emergentes, el desarrollo es un territorio en el futuro al cual pacientemente, y si se toman las políticas correctas, se llegará; para Argentina el desarrollo ya ocurrió y está en el pasado.
Argentina lo que añora es siempre regresar al futuro, su futuro se encuentra en volver al pasado, a ese pretérito en donde fueron la potencia económica sin par que les permitió edificar una capital que se adivina gloriosa una vez, y que pudo por ejemplo, producir el fastuoso Teatro Colón.
En el nombre Argentina lleva la penitencia. Es rica a su pesar, es afluente aunque no lo quiera: granero y rastro de un mundo cada vez más hambriento y demandante de comestibles, Argentina está destinada a ser rica sin tener que hacer nada más que ser ella misma: una pampa fértil, enorme y templada.
Pero justo porque no necesitan hacer nada para ser rica, las élites ganaderas, agrícolas y comerciales argentinas han abandonado la administración del país a distintos agentes: los bancos a los españoles, las telecomunicaciones a españoles y mexicanos, la energía a los estadounidenses, y la política a un grupo de partidos vertebrados por una de las agrupaciones políticas más complicadas del mundo: los peronistas.
Mezcla de tácticas electorales populistas, con discurso nacionalista, prohijador de una clase empresarial ligada a su poder político, calificado de derecha por la izquierda y de izquierdistas por la derecha, el peronismo argentino mantiene aún las figuras de Evita y de Perón como si estuvieran vivas, y son activos valiosísimos para la permanencia de dicho grupo político amorfo en el poder.
Argentina no necesita de instituciones fuertes para ser rica: la pampa es una mina de oro independientemente que el gobierno saquee las reservas del Banco Central o no, y ese es su problema. Las élites argentinas han preferido no asumir el costo de institucionalizar la política y han dejado la política en manos de partidos que buscan la renta del Estado nutrido por los impuestos que dejan la carne, la soya, el trigo, los granos, etc.
El resultado es que la política Argentina es una industria en sí misma, un oficio en donde los grandes capitanes partidistas se apropian de los recursos públicos sin contar con un sistema de rendición de cuentas mínimo fuera de un sistema electoral confiable en las urnas pero manipulable en la víspera.
Si Argentina no fuera la argentífera tierra que es, si no fuera tan fácil para sus colosales ganaderos obtener del resto del mundo los precios cada vez más altos resultantes de una población creciente, y cada vez más rica y por tanto, demandante de carne, trigo, soya y los granos que en Argentina se producen casi sin querer, entonces las élites se darían cuenta de la enorme importancia que la construcción de instituciones económicas sólidas, y de un sistema de partidos competitivos y transparentes tienen para el desarrollo económico.
A diferencia de Brasil, cuya enorme población dificulta una política distributiva, la relativamente poca población Argentina ha incentivado una distribución del ingreso de las menos sesgadas de Latinoamérica, lo que ha producido una clase media educada, abierta al exterior, y políticamente muy activa, sobre todo en Buenos Aires.
Pero los argentinos son los peores enemigos de si mismos: incapaces de sacudirse al peronismo, los argentinos se han rezagado en la agenda de reformas estructurales y en algunos sentidos, han retrocedido a los primeros años de la década del ochenta.
En estos días, Argentina está a punto de regresar a los mercados de capitales, proponiendo una re-estructura de su deuda en moratoria, a la cual podrían acogerse hasta el 80% de los acreedores actuales. De lograrlo, Argentina abandonaría la mayor moratoria de un país soberano en la historia, y regresaría a los mercados de crédito.
Pero los mercados de plano no entienden. Uno de los factores que han animado a los inversionistas es la decisión de Cristina Fernández de Kirchner (el apellido del esposo debe de ser siempre mencionado) de utilizar las reservas del Banco Central para financiar la deuda del Estado. Eso muestra, dicen los inversionistas, la determinación de honrar los compromisos. Eso muestra también, lo poco que les importa a los inversionistas el hecho de que Argentina ofrezca en holocausto en su honor y con tal de regresar a los mercados, la independencia misma del Banco Central, regresando a esta institución económica fundamental, a la edad de las cavernas.
Uno nunca deja al economista en casa y junto con las fotografías y los recuerdos y compras, fue inevitable tomar notas respecto de las economías de esos países entrañables, a los que sigo aún con detalle.
Argentina es el país del futuro, y del pasado: la cáustica frase de Charles de Gaulle sobre Brasil puede ser parafraseada para Argentina: Argentina es el país del pasado, y siempre lo será. Para la mayoría de los países emergentes, el desarrollo es un territorio en el futuro al cual pacientemente, y si se toman las políticas correctas, se llegará; para Argentina el desarrollo ya ocurrió y está en el pasado.
Argentina lo que añora es siempre regresar al futuro, su futuro se encuentra en volver al pasado, a ese pretérito en donde fueron la potencia económica sin par que les permitió edificar una capital que se adivina gloriosa una vez, y que pudo por ejemplo, producir el fastuoso Teatro Colón.
En el nombre Argentina lleva la penitencia. Es rica a su pesar, es afluente aunque no lo quiera: granero y rastro de un mundo cada vez más hambriento y demandante de comestibles, Argentina está destinada a ser rica sin tener que hacer nada más que ser ella misma: una pampa fértil, enorme y templada.
Pero justo porque no necesitan hacer nada para ser rica, las élites ganaderas, agrícolas y comerciales argentinas han abandonado la administración del país a distintos agentes: los bancos a los españoles, las telecomunicaciones a españoles y mexicanos, la energía a los estadounidenses, y la política a un grupo de partidos vertebrados por una de las agrupaciones políticas más complicadas del mundo: los peronistas.
Mezcla de tácticas electorales populistas, con discurso nacionalista, prohijador de una clase empresarial ligada a su poder político, calificado de derecha por la izquierda y de izquierdistas por la derecha, el peronismo argentino mantiene aún las figuras de Evita y de Perón como si estuvieran vivas, y son activos valiosísimos para la permanencia de dicho grupo político amorfo en el poder.
Argentina no necesita de instituciones fuertes para ser rica: la pampa es una mina de oro independientemente que el gobierno saquee las reservas del Banco Central o no, y ese es su problema. Las élites argentinas han preferido no asumir el costo de institucionalizar la política y han dejado la política en manos de partidos que buscan la renta del Estado nutrido por los impuestos que dejan la carne, la soya, el trigo, los granos, etc.
El resultado es que la política Argentina es una industria en sí misma, un oficio en donde los grandes capitanes partidistas se apropian de los recursos públicos sin contar con un sistema de rendición de cuentas mínimo fuera de un sistema electoral confiable en las urnas pero manipulable en la víspera.
Si Argentina no fuera la argentífera tierra que es, si no fuera tan fácil para sus colosales ganaderos obtener del resto del mundo los precios cada vez más altos resultantes de una población creciente, y cada vez más rica y por tanto, demandante de carne, trigo, soya y los granos que en Argentina se producen casi sin querer, entonces las élites se darían cuenta de la enorme importancia que la construcción de instituciones económicas sólidas, y de un sistema de partidos competitivos y transparentes tienen para el desarrollo económico.
A diferencia de Brasil, cuya enorme población dificulta una política distributiva, la relativamente poca población Argentina ha incentivado una distribución del ingreso de las menos sesgadas de Latinoamérica, lo que ha producido una clase media educada, abierta al exterior, y políticamente muy activa, sobre todo en Buenos Aires.
Pero los argentinos son los peores enemigos de si mismos: incapaces de sacudirse al peronismo, los argentinos se han rezagado en la agenda de reformas estructurales y en algunos sentidos, han retrocedido a los primeros años de la década del ochenta.
En estos días, Argentina está a punto de regresar a los mercados de capitales, proponiendo una re-estructura de su deuda en moratoria, a la cual podrían acogerse hasta el 80% de los acreedores actuales. De lograrlo, Argentina abandonaría la mayor moratoria de un país soberano en la historia, y regresaría a los mercados de crédito.
Pero los mercados de plano no entienden. Uno de los factores que han animado a los inversionistas es la decisión de Cristina Fernández de Kirchner (el apellido del esposo debe de ser siempre mencionado) de utilizar las reservas del Banco Central para financiar la deuda del Estado. Eso muestra, dicen los inversionistas, la determinación de honrar los compromisos. Eso muestra también, lo poco que les importa a los inversionistas el hecho de que Argentina ofrezca en holocausto en su honor y con tal de regresar a los mercados, la independencia misma del Banco Central, regresando a esta institución económica fundamental, a la edad de las cavernas.
lunes, 5 de abril de 2010
Julio Scherer Entrevista Al Mayo Zambada En La Sierra
Regresé al fin de vacaciones, por Chile y Argentina, y de regreso en el avión me encuentro en la primera plana de "El Universal" que nos dieron en Aeroméxico (por cierto, esperen mi post sobre la comparativa, LAN Vs Aeroméxico, somos una vergüenza), la nota siguiente, en donde Julio Scherer entrevista a uno de los narcos más peligrosos del país:
"Desde la clandestinidad “El Mayo” dice que la guerra está perdida"
Julio Scherer se ha anotado en su carrera éxitos rotundos, pero éste seguro que pasará como uno de sus más grandes logros. Sé que Don julio está un poco delicado de salud, sé que anda aún nervioso por la adrenalina del reportaje. Pero no mamen, pinche viejo chingón, miren que ir a meterse a la sierra, al puro monte, y sacar esta nota, con foto y todo, del mismísimo Mayo Zambada.
En las notas que acompañan la entrevista al Mayo en Proceso, se destaca el lugar que el narcotraficante entrevistado por Scherer tiene dentro de el Cartel de Sinaloa. La mera foto de la portada, las pocas respuestas que Don Julio publica en Proceso, son merecedoras de lo que sigue del Pulitzer y demuestra quién sigue siendo la ley en el periodismo mexicano.
Por eso es de risa que al amparo de la gigantesca figura de Scherer, un minúsculo Héctor Aguilar Camín, publique esta triste nota en el putrefacto diario Milenio, de los pusilánimes Marín y Gómez Leyva. De no dar crédito, Aguilar Camín, quien fue el vocero no oficial de los Salinas, acusando a Scherer de servir de vocero del Mayo, así de microscópico es el pobrecito.
"Desde la clandestinidad “El Mayo” dice que la guerra está perdida"
Julio Scherer se ha anotado en su carrera éxitos rotundos, pero éste seguro que pasará como uno de sus más grandes logros. Sé que Don julio está un poco delicado de salud, sé que anda aún nervioso por la adrenalina del reportaje. Pero no mamen, pinche viejo chingón, miren que ir a meterse a la sierra, al puro monte, y sacar esta nota, con foto y todo, del mismísimo Mayo Zambada.
En las notas que acompañan la entrevista al Mayo en Proceso, se destaca el lugar que el narcotraficante entrevistado por Scherer tiene dentro de el Cartel de Sinaloa. La mera foto de la portada, las pocas respuestas que Don Julio publica en Proceso, son merecedoras de lo que sigue del Pulitzer y demuestra quién sigue siendo la ley en el periodismo mexicano.
Por eso es de risa que al amparo de la gigantesca figura de Scherer, un minúsculo Héctor Aguilar Camín, publique esta triste nota en el putrefacto diario Milenio, de los pusilánimes Marín y Gómez Leyva. De no dar crédito, Aguilar Camín, quien fue el vocero no oficial de los Salinas, acusando a Scherer de servir de vocero del Mayo, así de microscópico es el pobrecito.
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