viernes, 28 de mayo de 2010

El Jose Petrolero: Su Columna En El Semanario

La administración de Calderón debe estar otra vez sudando ante la posibilidad de que una nueva crisis económica tumbe al precio del petróleo y desenmascare, de nuevo, los desequilibrios estructurales de México, tanto presupuestarios como de cuenta corriente.

Recientemente recordábamos que durante la crisis de Lehman Brothers, el precio del barril de la mezcla mexicana pasó, en menos de tres meses, de valer casi 100 dólares a cotizarse por debajo de los 30 dólares. Eso sucedió a finales de 2008.

Ese virulento desplome del precio del crudo puso en serios aprietos al gobierno mexicano, que tuvo que adecuarse rápidamente a una caída en los ingresos petroleros de 17% en 2009. Aun así, México corrió con suerte. Luego de que el precio de la mezcla mexicana tocara un mínimo de 26.23 dólares el 24 de diciembre de 2008, el barril inició una vertiginosa recuperación, sobre todo a partir del mes de febrero, que llevó su cotización por encima de 70 dólares durante el último trimestre del año pasado.

Esa tendencia, obviamente, confirió un gran alivio a las cuentas fiscales, pero fue contraproducente para la política económica de largo plazo. La “gran oportunidad de la crisis”, esto es, la urgente reforma fiscal que esta vez parecía se acometería de manera ineludible, se volvió a aplazar. De modo que el problema de la intensa dependencia del presupuesto mexicano a los ingresos petroleros, que en 2009 representó 31% de los ingresos totales, sigue sin ser abordado.

Por otro lado, la balanza comercial, en caso de una caída abrupta del petróleo, también podría sufrir un rápido deterioro, dado que las exportaciones petroleras representaron en 2009 más de 13% de las exportaciones totales. Así, el declive del crudo ampliaría el agujero de la balanza comercial y, en consecuencia, el déficit corriente, incrementando las necesidades de financiamiento de México en un momento en el que la aversión al riesgo está creciendo.

Por estas dos razones, por el potencial desequilibrio fiscal y de cuenta corriente que puede florecer en caso de que el petróleo siga cayendo, México vuelve a presentar un escenario de vulnerabilidad.

Esos riesgos no se deben desdeñar: la crisis europea ha detonado dos efectos negativos contra el petróleo. Por un lado, obstaculiza la senda de recuperación e incluso, en función del desenlace de la crisis, podría provocar una “doble caída” en la actividad. Por otro lado, la depreciación del euro ha puesto presión a la baja sobre la cotización del petróleo.

En efecto, la crisis del euro deja varios frentes abiertos respecto al crecimiento. Los duros planes de austeridad de los llamados PIIGS minarán el crecimiento de esos países, y afectarán a toda la región, donde además varios países, incluyendo a Francia y Alemania, tienen todavía que anunciar programas de ajuste presupuestario. El menor dinamismo de la eurozona, junto con el debilitamiento del euro, repercutirá en las exportaciones y el crecimiento de EU y de China, dado que el yuan está atado al dólar. La debilidad del crecimiento y el alto desempleo mantendrán elevados los ratios de morosidad y entorpecerá el rápido saneamiento de la banca, crucial para reactivar el crédito (sin pensar en la convulsión financiera que podría provocar una reestructuración de la deuda griega). Y por último, las mayores tasas de interés por la aversión al riesgo están neutralizando los esfuerzos de los bancos centrales por mantener las tasas bajas. Todos estos factores pueden hacer tambalear de nuevo al crecimiento global y reducir la demanda de crudo en un momento de inventarios altísimos, derribando sus cotizaciones.

Por otro lado, el hundimiento del euro ha tenido correlacionado un desplome semejante del petróleo. Desde su reciente máximo, el euro se ha hundido 19.2% contra el dólar, en tanto que el WTI ha caído 19.4%. Si no hubiera sido así, ¿se imaginan a los europeos comprando el petróleo 40% más caro de lo que lo hacían a finales del año pasado? Lo peor es que esa tendencia del euro se pronostica que continúe, arrastrando al petróleo consigo. Por tanto, el panorama no pinta bien para el petróleo, y México debería actuar. La holgura se cierra: el martes la mezcla cerró en 64.17 dólares por barril, apenas 5 dólares arriba de lo presupuestado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué mal qué México no pueda aprovechar el fly to quality ( http://www.project-syndicate.org/commentary/delong102/English ) del que habla Rodrik.

Con ese panorama fiscal, sus bonos son "lemmons".