jueves, 3 de septiembre de 2009

¡Feliz Cumpleaños, Crisis! (Columna en El Semanario)

Hace un año, que se cumplen este día, tararea une bella canción tradicional mexicana. Hace un año, el 15 de septiembre de 2008, dejaba de existir Lehman Brothers, el quinto mayor banco de inversión de Wall Street, y la legendaria Merrill Lynch, quien contaba con el mayor ejército de traders y operadores bursátiles del mundo (“the thundering herd”), capitulaba su independencia y se entregaba a los brazos de Bank of America.

El 15 de septiembre, mientras celebramos las fiestas patrias mexicanas, se cumple también el onomástico luctuoso de la vieja Wall Street.

¿Cuáles son los cambios que hoy, a un año de la masacre financiera están marcando la ruta de las finanzas globales?

a) el neoliberalismo está muerto: todo parece indicar que un escenario de una gran depresión global ha sido evitado. Mientras escribo esta columna el ISM ha dado a conocer su índice de difusión para el sector manufacturero, con un dato de 52.1, lo que marca una expansión en ese rubro por primera vez en 18 meses en los Estados Unidos: Datos similares surgieron el mismo día, 1 ero de septiembre en China y la Eurozona. La aversión de una gran depresión se debió a que el bagaje teórico técnico del neo-liberalismo fue botado por la borda: intervención masiva del Estado en los otrora desregulados mercados; despegue del gasto público deficitario; inyección masiva de circulante; el gobierno entrando en el capital de los bancos. Algún día los economistas lo van a entender: la dicotomía neo-liberales Vs keynsianos es falsa; depende de la etapa del ciclo en la que estemos se es lo uno o lo otro,
b) Wall Street no está muerta: esa cuna de innovación, de operación del riesgo, ese imperio del arbitraje que hace que la economía global sea cada vez más eficiente, no está muerta. Wall Strett sobrevive con otra piel y otra alma: Morgan Stanley tiene dueños japoneses; Citigroup es una oficina gubernamental; Merrill Lynch le ha dado una nueva identidad a Bank of America; y Goldman Sachs se empeña (y parece lograrlo) en demostrar que aquí no ha pasado nada, que todo fue un susto y la vieja banca de inversión sigue vivita y coleando. Los grandes hacedores del mercado siguen allí, pero algo ha cambiado: han pasado de ser los vehículos de conducción de la abundante liquidez, a cobrar gordos premios por el escaso dinero; han pasado de ser inversionistas que se quedaban con los activos que hacían para sus clientes, a ser agentes que conectan los dos lados del mercado. Wall Street es más callada, más modesta, más pobre: jugadores en China, Brasil, el mundo árabe o Europa podrán tener más dinero, pero el espíritu y la cultura del riesgo y la recompensa incubada y difundida por Wall Street, sigue teniendo su casa en la isla de Maniatan,
c) ¿eso que se ve allí, es una burbuja? El ánimo incorregible de ganar siempre más, la codicia, ese motor de la economía global, hace que los mercados tengan corta la memoria. Los inversionistas han tropezado de burbuja en burbuja: la del Nasdaq, la inmobiliaria, la de los CDOs y activos ilíquidos. De marzo a la fecha, los mercados globales han volado más del 50%, y si bien la mayoría quiere creer que el rally seguirá, muchas son esta vez las voces que advierten que las valuaciones están muy estiradas; que los valores han subido demasiado rápido; que hay que buscar valores con buenos dividendos y múltiplos razonables, que lo que vimos en China los últimos seis meses era una burbuja. Es difícil asegurarlo, pero creo que, al menos mientras la próxima ola de liquidez llegue, los inversionistas serán más juiciosos y serenos, y los mercados bursátiles, en donde las últimas décadas no se necesitaba trabajar para vivir, pues todo subía y subía, tendrá que re-aprender su oficio;
d) ¡Mamá, de grande yo no quiero ser banquero¡: como porcentaje de la economía en su conjunto, el sector financiero creció como ningún otro en los Estados Unidos en los años 90 y la primera década del 2000, hasta llegar a representar una parte anómala de la economía. Eso ya cambió y seguirá cambiando, pero el cambio tendrá enormes consecuencias: ¿las ramas hacia donde se moverán los exbanqueros serán igual o menos productivas que los servicios financieros?, ¿habrá nuevas ramas para acomodar a todos? De la respuesta a esas dos preguntas dependerá cuantó tiempo estará el desempleo en Estados Unidos por encima del 8%, y cuál será la nueva productividad de la economía más grande del mundo.
e) el nuevo centro del mundo: el debate sobre la función futura del dólar como moneda global de reserva; el surgimiento de una China adolescente e iracunda aún no preparada para tomar la estafeta de centro económico global; las vacilaciones y vicisitudes de una Europa a dos velocidades; el debate sobre si Brasil, Rusia; India y China pueden convertirse en la cola que mueve al perro y suplir a Estados Unidos como el motor económico del mundo; todas estas discusiones tienen el mismo trasfondo: ¿puede seguir siendo Estados Unidos la palanca que mueve la economía del mundo? Parece que la respuesta es no, pero no queda claro cuál es el paso siguiente: ¿puede una no democracia como China ser la líder global? Difícilmente.

De entre los varios onomásticos que observaremos este septiembre: destaca justamente ese: entramos a un período de transición largo en donde la próxima etapa aún no es clara. Y eso para México tiene consecuencias importantes, porque la generación de tecnócratas que se apropió del PRI en los 80s y que acabó por enterrarlo (y hoy, por resucitarlo) tuvieron una visión geopolítica que ya está agotado como resultado de esta crisis: su visión fue atarnos al expresso económico estadounidense, pero ese expreso descarrilado, ya no es lo que solía ser, y a la clase política le falta la visión para proponer la apuesta de México para el siglo XXI, apuesta que países como Brasil, ya están ganando.

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